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7 estrategias estupendas para favorecer tu agilidad mental: ¡Ponlas en práctica!

5 minutos
Para optimizar nuestra agilidad mental debemos desafiar cada día nuestro cerebro con actividades nuevas y sorprenderle para que no se acomode y deje de estimularse. El ejercicio es ideal para potenciar sus capacidades
7 estrategias estupendas para favorecer tu agilidad mental: ¡Ponlas en práctica!
Bernardo Peña

Escrito y verificado por el psicólogo Bernardo Peña

Escrito por Valeria Sabater
Última actualización: 06 julio, 2023

Denominamos agilidad mental a todos esos maravillosos procesos cognitivos que hacen posible que podamos razonar y obtener conclusiones con más rapidez.

En esta dimensión, se incluyen también la creatividad, la capacidad de análisis y esa inmediatez a la hora de inferir relaciones para ser más hábiles en nuestras necesidades del día a día.

Todos estos procesos no son dones ni aún menos aptitudes que caracterizan solo a las personas más jóvenes. Todo lo contrario. Hablamos de conceptos que pueden entrenarse, que no se pierden con la edad y que debemos trabajar cada día para adaptarnos mucho mejor a nuestros entornos.

Solo tenemos que aprender a concienciarnos.

Al igual que hacemos ejercicio, vamos al gimnasio o practicamos yoga, vale la pena dedicar unos minutos cada día a estas sencillas estrategias con las cuales, favorecer la conexión de nuestros dos hemisferios, crear nuevas conexiones neuronales y poco poco, invertir en esa agilidad mental.

Te explicamos cómo conseguirlo.

1. Vístete o desvístete con los ojos cerrados

Aunque sea una vez al día, intenta hacerlo: vestirte o desvestirte con los ojos cerrados. Puede parecer una tontería, sin embargo, ponemos en marcha increíbles procesos:

  • Mejoramos la coordinación.
  • Potenciamos la unión del hemisferio derecho y el izquierdo.
  • Mejoramos la motricidad fina.
  • Realizamos mapas mentales sobre la distancia existente de botón a botón, sobre cómo pasar esa cremallera, por dónde introducir los brazos…

Intenta llevar a cabo este ejercicio siempre en condiciones de seguridad: mejor hacerlo sentado en la cama que de pie.

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2. El juego de las aproximaciones

Para mejorar la agilidad mental hay que tener claro un aspecto: se requiere voluntad. Aunque te puedan parecer simples pasatiempos, el cerebro agradece estas formas de romper la rutina con las cuales, encontrar nuevos alicientes.

El juego de las aproximaciones es un reto cotidiano que requiere que apliques tres procesos: atención, aproximación y cálculo. Un ejemplo de ello, serían las siguientes propuestas:

  • ¿Cuántas escaleras hay en mi lugar de trabajo?
  • En el autobús… ¿Cuántas personas hay que tengan una pieza de ropa de color negro?
  • ¿Cuánto suman los dos últimos números de la matrícula del coche que acaba de pasar?
  • ¿Cuántos segundos va a tardar el semáforo en ponerse en verde?

3. Aprende 5 palabras en otro idioma cada día para potenciar tu agilidad mental

No importa qué idioma elijas o si cada día es uno diferente. Para mejorar la agilidad mental nos puede ir muy bien aprender entre 3 y 5 palabras nuevas cada día.

Además de ampliar tu cultura mejorará tu potencial lingüístico y, a su vez, crearás nuevo tejido neuronal que se traducirá en mayor reserva cognitiva para hacer frente del mejor modo al paso del tiempo.

4. Rompe la rutina siempre que te sea posible

Uno de los grandes enemigos de nuestro cerebro son las rutinas férreas, esas donde nada nuevo acontece y donde el cerebro se automatiza.

  • En el momento en que nuestros procesos cognitivos se limitan a ser siempre los mismos, sin dejar espacio a la creatividad, la libertad y el placer personal, aparecen las secuelas. Entre ellas, pérdida de memoria, falta de concentración, lentitud en los reflejos…

Lo ideal es que cada día, te dediques entre una hora y dos horas para ti mismo. Esos pequeños instantes propios son un regalo para la mente y los sentidos.

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5. Dialoga, atiende, relativiza, discute y saca conclusiones

El contacto social, las relaciones positivas, los diálogos y esas conversaciones que nos ayudan a ampliar perspectivas y conocimientos son auténtica “gasolina” para mejorar nuestra agilidad mental.

  • Logramos procesar información más rápido, aprendemos a valorarla y, a su vez, a sacar una opinión propia.
  • Además, y aunque no lo creas, discutir de vez en cuando afina aún más nuestra mente.
  • Mejora nuestra atención, la capacidad de respuesta, nuestra asertividad e incluso nuestra gestión emocional.

Porque pocas cosas son más sabias que saber discutir con respeto e ingenio.

6. Lleva un diario

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Hay mucha gente que ya tiene como necesitada costumbre desahogar pensamientos, ideas y vivencias en un diario, en una hoja en blanco.

  • Más allá de un modo de dejar un registro sobre todo lo acontecido en un período determinado de nuestras existencias, este ejercicio supone también toda una terapia para nuestra mente.
  • Aprendemos a transformar ideas y vivencias en palabras y en frases.
  • El pensamiento se vuelve más ágil, la introspección encuentra un canal donde desahogarse y todo ello revierte en el propio cerebro.

Se eleva nuestra creatividad. De hecho, a medida que escribamos tendremos aún “más ganas” de escribir. Es como una puerta que se abre y donde, a su vez, se encuentran muchos más caminos que explorar.

7. Sal a caminar cada día

El cuerpo está en sintonía con la mente. Un cuerpo cansado, estresado y entumecido provoca que nuestra mente se vuelva un poco más rígida.

Así, se centrará en aspectos poco armónicos que impedirán la creatividad, la relajación y centrar la atención a otros estímulos situados más allá de nuestro propio cuerpo.

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Salir a correr relaja. Salir a andar libera el alma, la mente, el corazón. Al poner un pie delante de otro la mente se siente libre, sobre todo porque al cerebro llega más oxígeno y más nutrientes.

Si deseas tener una mente más ágil, tenlo en cuenta: invierte en ti mismo, dedícate tiempo y pon como ingrediente principal en tu vida la pasión por aprender y la motivación por sentirte bien. ¡Notarás los resultados al poco tiempo!

Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.