Mucopolisacaridosis: causas y síntomas
Escrito y verificado por el médico José Gerardo Rosciano Paganelli
La mucopolisacaridosis hace referencia a un trastorno caracterizado por la presencia de una enzima lisosomal defectuosa.
En condiciones normales, esta enzima se encargaría de la degradación de los mucopolisacáridos. De esta manera, evitaría su acumulación. En algunos casos, directamente no se sintetiza la enzima por un defecto genético.
Descubre todo sobre la mucopolisacaridosis a continuación.
¿Qué son los mucopolisacáridos?
También llamadas glucosaminoglucanos (GAGs), estas moléculas, no son más que azúcares de cadena larga no ramificados.
Dichos azúcares están constituidos por suceciones de moléculas glucídicas más simples. Generalmente están formados por una repetición de disacáridos que suelen ser: glucosamina y galactosamina.
Existen distintos tipos de mucopolisacáridos:
- Los hay estructurales, como el ácido hialurónico, que se encuentra presente en el tejido conjuntivo.
- O pueden ser de secreción, como la heparina, una molécula anticoagulante secretada por determinados organismos hematófagos (como las sanguijuelas).
El ácido hilurónico es una sustancia, de textura viscosa, que se concentra especialmente en las articulaciones, los cartílagos y la piel de los seres humanos. Por lo que, resulta muy importante en la homeostasis.
En otras palabras, ayuda a mantener el equilibrio del organismo mediante el intercambio regulado de materia y energía con el exterior (metabolismo).
La heparina se libera en el sistema vascular, en los sitios donde hay lesión de tejidos, y se encarga de defender el organismo de las bacterias invasoras y otros agentes extraños.
Lisosomas: estructura y función
Como hemos mencionado anteriormente, la mucopolisacaridosis es consecuencia de la ausencia de la enzima lisosomal encargada de su degradación.
Los lisosomas son orgánulos membranosos celulares que contienen enzimas hidrolíticas y proteolíticas. Se encargan de degradar los materiales intracelulares (autofagia) y extracelulares (heterofagia) que llegan a ellos. De este modo, evita su acumulación.
En otras palabras, los lisosomas vienen a ser los orgánulos encargados de la digestión celular. Esto vendría a ser algo así como el aparato digestivo de la célula.
El déficit de alguna enzima lisosomal impide su degradación, lo que implica su acumulación. De este modo, las estructuras que más afectadas se verán serán aquellas que más produzcan el material que el lisosoma es incapaz de degradar.
En concreto, la mucopolisacaridosis afecta a la gran mayoría de los tejidos, puesto que estas moléculas son una de las bases fundamentales del tejido conjuntivo, que está distribuido por todo el organismo.
Esta acumulación puede suponer un verdadero problema, porque puede hacer que el lisosoma estalle, liberando todas las enzimas digestivas en el citoplasma celular, lo que implicaría la inminente muerte de la célula afectada.
Mucopolisacaridosis
La ausencia de la enzima encargada de la degradación de estas moléculas se debe a un defecto genético. Por lo general, se trata de una enfermedad autosómica recesiva; es decir, las mutaciones tienen lugar en cromosomas no sexuales y se requiere que ambos alelos del gen sean defectuosos.
El defecto puede ser tal que directamente no se sintetice la enzima en cuestión. Sin embargo, la mayoría de las veces se debe simplemente a una mutación en la secuencia de bases, que conlleva a la modificación de uno o más aminoácidos del centro activo de la enzima, inutilizándola.
Una enzima está constituida por una secuencia de aminoácidos. La mayoría de ellos cumplen una función estructural. Sin embargo, unos pocos, generalmente secuencia de 3 o 4 aminoácidos, constituyen el centro activo de la enzima.
El centro activo es la región encargada del proceso catalítico. Por lo que, si uno de sus aminoácidos es sustituido por otro de características muy diferentes, la enzima no será capaz de desempeñar su función. Esto es lo que ocurre en el caso de la mucopolisacaridosis.
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Consecuencias y tratamiento
Generalmente, las consecuencias suelen ser fatales. Las personas que padecen esta enfermedad presentan numerosas e importantes alteraciones óseas y del sistema nervioso central, así como también alteraciones de partes blandas ricas en tejido conjuntivo (como los tendones).
Las manifestaciones más frecuentes son las siguientes:
- Valvulopatías.
- Retraso cognitivo.
- Rasgos faciales rudos.
- Alteraciones esqueléticas.
- Contracturas articulares.
- Cabello y vello anormalmente duros.
- Insuficiencias respiratorias.
- Agrandamiento anormal de los órganos.
El reemplazo enzimático con alfa-L-iduronidasa ha demostrado ser el tratamiento más eficaz hasta el momento.
De hecho, detiene de manera muy eficaz la progresión de la enfermedad a nivel sistémico, salvo los problemas desencadenados en el sistema nervioso central. Esto se debe probablemente a su menor tasa de renovación celular.
Ante la sospecha de padecer esta enfermedad, consulta con tu médico.
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