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Y es así como los padres perjudican la autoestima de sus hijos

7 minutos
Una buena autoestima en los niños es importante, ya que puede determinar su vida adulta. Por ello, te develaremos cómo los padres debemos estar atentos a lo que hacemos y decimos de nuestros hijos.
Y es así como los padres perjudican la autoestima de sus hijos
Leticia Martín Enjuto

Revisado y aprobado por la psicóloga Leticia Martín Enjuto

Última actualización: 14 septiembre, 2023

En ocasiones, los mismos padres pueden contribuir con la baja autoestima de los hijos, mediante determinadas palabras y acciones. A continuación, conoceremos cuáles son y cuál sería la manera más apropiada para, en lugar de disminuirla, contribuir con su fortalecimiento.

¿Qué es la autoestima y qué puede afectarla?

La autoestima es un concepto que se refiere al grado de valor que la persona tiene acerca de sí misma. Es decir, cómo nos percibimos; aunque también implica cómo pensamos que nos ven los demás.

Ahora bien, en dicha valoración pueden influir diferentes factores. Algunos de estos son propios del individuo y otros provienen del entorno, en especial de las personas cercanas o significativas: padres, maestros, hermanos, pareja, amigos.

Así, en la construcción de la estima propia son claves tanto el resultado de las experiencias personales como los diferentes mensajes, ya sean emitidos directamente por quienes nos rodean o de manera indirecta, a través de diferentes medios.

Baja autoestima en los niños

Una persona con buena autoestima se muestra satisfecha consigo misma. No solo ha construido un autoconcepto positivo, sino que es realista, en el sentido de no exagerar sus propias capacidades o debilidades. Y es que, el exceso de amor propio tampoco es sano.

Por otra parte, los niños con baja autoestima pueden mostrar algunas de las siguientes actitudes o comportamientos:

  • tienen una imagen negativa de sí mismos;
  • no confían en su capacidad de tomar decisiones;
  • se sienten inseguros para afrontar las tareas;
  • tienden a autocompararse y se sienten inferiores a otros;
  • piensan que no son queridos o que deben ser rechazados;
  • tienen una visión pesimista del futuro;
  • son muy críticos con ellos mismos;
  • muestran dependencia y sumisión;
  • no se encuentran bien cuando están con las demás personas;
  • muestran pocas habilidades sociales. Aunque, en ocasiones, pueden integrarse con grupos poco adecuados (pandillas);
  • pueden tener problemas académicos o de conducta en el colegio;
  • experimentan situaciones de estrés, ansiedad y depresión;
  • no cuentan con herramientas emocionales para resolver sus problemas.

¿Cómo los padres bajan la autoestima de sus hijos?

El ambiente familiar suele contribuir de forma positiva o negativa en la autoestima de los hijos. Los valores que los padres y otros adultos transmiten en sus mensajes, así como sus reacciones a los problemas o la manera de reprender a los niños, puede dañar la autoestima de estos. Veamos con más detalles.

Perfeccionismo

Exigir siempre perfección en todo, con respecto al vestir, al comer, al hablar, en el rendimiento académico, así como establecer estándares inflexibles, contribuye con la idea de que nada de lo que el niño hace es suficiente.

Padres severos

Muy relacionado con el punto anterior, los padres que regañan, de manera constante, pueden fomentar en los hijos la percepción que no hacen nada bien. Es cierto que queremos que nuestros hijos se esfuercen y sean exitosos, pero dañar la autoestima es un precio muy alto a pagar.

Critican en público

Y aún peor es hacer críticas en público. Hay padres que piensan que, si los avergüenzan ante los demás, sus hijos no volverán a comportarse mal. Pero, todo lo contrario, exponerlos a esta clase de humillación afecta su estado de ánimo y la imagen que construyen de sí mismos.

Hacerles comparaciones

Otra situación que resulta odiosa y hace que los hijos se sientan menos de lo que son, es el hecho de estar comparándolos con los hermanos u otros niños, creyendo que esto les servirá de ejemplo. Quien escucha esta clase de mensajes sin cesar, puede suponer que no vale para nada, o que sus padres no lo quieren y que prefieren al otro.

Recordarles los errores

Una vez que los niños se equivocan y remedian la situación, o piden disculpas y demuestran que han aprendido del error, es bueno dejarles que sigan adelante, sin estar reprochándoles. Recordarles los errores, una y otra vez, solo sirve para dañar la autoestima de los hijos, propiciando que crezcan en la inseguridad.

Eximirlos de responsabilidades

No dejarles participar en actividades, porque se piensa que no saben o que no pueden hacerlo, es la mejor manera de que se sientan incompetentes. Por el contrario, asignarles responsabilidades acordes con su edad les permitirá descubrir que son autónomos y capaces de resolver las situaciones por sí mismos.

Hacerles las cosas en su lugar

En el mismo orden de ideas, si acostumbramos hacer las cosas por ellos, los niños crecerán con la idea de que son dependientes. Esto no solo puede dañar su autoestima, sino que se verán en serias dificultades cuando sean adultos y deban tratar de solucionar sus problemas.

Evitarles que cometan errores

Los padres sobreprotectores, evitan que los hijos cometan errores, que experimenten fracasos o desilusiones. Pero con esto también se impide que desarrollen habilidades necesarias para la vida. Y es que debemos comprender que, si algo fomenta nuestra autoestima, es ver que somos capaces de valernos por nosotros mismos.

No dejarles experimentar emociones

Ningún padre quiere ver que su hijo está triste o desanimado, porque algo no salió como este quería. Y es posible que recurra a algún truco para tratar de alegrarlo. Pero, esto no resulta positivo, ya que les estamos quitando la oportunidad de aprender a lidiar con sus propias emociones y autorregularse.

Demasiadas expectativas

El extremo opuesto puede significar poner demasiadas expectativas y presionarlos para que alcancen determinadas metas. Si no lo logran, se frustrarán y sentirán que han defraudado a sus padres o a otras personas. Dicho de otro modo, se trata de depositar una exigencia demasiado elevada en el niño que, de no poder ser satisfecha, genera malestar y emociones que atentan contra la visión que tiene el menor de sí.

Usar ironía y sarcasmos

Tal vez a corta edad el niño puede no percibir claro el sentido oculto de ciertas expresiones, como las ironías y sarcasmos. Pero, conforme crece, comienza a notar que cuando comete un error y escucha expresiones como “genial”, “qué bonito” o “qué maravilla”, no le están diciendo un halago, sino algo que lo puede hacer sentirse descalificado.

Insultar

Insultar es la peor manera de descalificación. Claro, hay varios niveles de insultos. Pero, todos impactan de forma negativa en la autoestima de los hijos, haciendo que se menosprecie a sí mismo y se considere un incapaz.

¿Cómo reforzar la autoestima de los hijos?

Así como hay varias maneras de afectar la autoestima de los hijos, hay otras tantas para reforzarla. Veamos algunos ejemplos:

  • Validarlo, decirle que lo amamos y estamos orgullosos. No se debe dar por sobreentendido que los queremos. Hay que manifestarlo, con palabras, abrazos, caricias, besos. Y también mostrar una sonrisa al verlos.
  • En lugar de comparar, hacerles saber cuáles son sus talentos y capacidades, ya que nadie es igual a nadie y cada uno tiene sus habilidades.
  • Tomar el tiempo para explicarles, de manera calmada, en qué se equivocaron, sin caer en la descalificación. Esto, además, les hace sentirse tomados en cuenta y les refuerza la idea de que pueden mejorar dentro de sus posibilidades.
  • Alentarlos a tener metas y propósitos. Pero que sean las suyas y no las de nosotros.
  • Permitirles disfrutar de su infancia, sin exigirles de más con respecto al éxito en un deporte u otra actividad, enseñándoles que el valor no está solo en el resultado. O como aseguró Mahatma Gandhi: «un esfuerzo total es una victoria completa».
  • Tener confianza en ellos y en sus capacidades. Hay que darles oportunidades de que aprendan, aun equivocándose. Después de todo, nadie nació sabiéndolo todo.
  • Si vamos a regañarlos, no enfocarse en la persona sino en la acción. Es decir, comentar que lo que hizo no estuvo bien, en lugar de decir al niño que es descuidado, irresponsable, olvidadizo o algo peor.
  • Y por supuesto, nunca hablar nada de esto en público, sino discutir el asunto con ellos en un lugar aparte.

El arte de ser padres

Como padres debemos ser muy cuidadosos con los mensajes que les vamos enviando a los niños. No debemos olvidar que ellos nos ven como los adultos que saben de lo que hablan; y lo que les digamos pueden terminar creyéndolo.

Claro, así como para ellos es un aprendizaje, para nosotros también. Ser padres es una tarea complicada. Y vamos descubriendo, cada día, un poco más. Sin embargo, hay un principio fundamental que no debemos olvidar: trata a otros como quieres que te traten.

Entonces, cuando tengamos que decirles algo a nuestros hijos, debemos reflexionar en cómo nos sentiríamos en su lugar. Así los ayudaremos a tener una buena autoestima, cuando sean mayores. Después de todo, debería ser menos complicado formar una buena imagen en el niño que reparar al adulto.


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