Placenta baja o previa: causas, síntomas, tratamiento
Revisado y aprobado por la enfermera Leidy Mora Molina
La placenta baja o previa es una anomalía que se presenta durante el embarazo. Tiene lugar cuando la placenta crece en la parte más baja del útero. De este modo, cubre el cuello uterino y lo obstruye, bien sea de forma parcial o total.
Recordemos que la placenta se forma dentro del útero y cumple la función de nutrir al bebé, darle oxígeno y eliminar sus desechos. Esta se conecta al feto por medio del cordón umbilical. En condiciones normales, la ubicación es en la parte superior o lateral del útero.
Entre tanto, la forma baja o previa se coloca en la parte inferior. Esto puede conllevar sangrado durante todo el embarazo. Implica cuidados especiales durante la gestación y, si no se revierte, es necesario acudir a la cesárea para dar a luz.
Tipos de placenta previa
La placenta baja o previa puede ser de cuatro tipos:
- Placenta previa total: en este caso la placenta cubre por completo la abertura del cuello del útero. También se le denomina oclusiva. Impide la salida del bebé y cualquier maniobra que se realice resulta peligrosa.
- Placenta previa parcial: es aquella que solo cubre de forma parcial la abertura del cuello del útero. En este caso puede intentarse un parto vaginal, pero si se produce hemorragia será necesaria una cesárea de emergencia.
- Placenta previa marginal: está cerca del borde del cuello uterino, pero no lo cubre ni llega a sobrepasarlo. Es posible tener un parto vaginal, siempre y cuando se desplace en el momento en que se produce la dilatación del cuello uterino.
- Placenta lateral: conocida como placenta de inserción baja. Se configura cuando está ubicada a menos de 10 centímetros del orificio del cuello uterino. Esto quiere decir que está localizada en la parte inferior, pero no llega a tocar la entrada. Permite un parto vaginal normal.
Causas de la placenta baja o previa
La ciencia aún no ha establecido las causas exactas de la placenta baja o previa. Sin embargo, se cree que puede estar relacionada con alguno de los siguientes factores:
- Causas uterinas: cuando hay anomalías en el útero. Tales problemas pueden ser las cesáreas previas, los legrados, los partos múltiples y los miomas.
- Causas placentarias: cuando hay un aumento excesivo del tamaño de la placenta. Esto, a su vez, obedece a factores como el tabaquismo de la madre, el consumo de drogas (cocaína) o la gestación múltiple.
Los datos disponibles indican que la placenta baja o previa se presenta en 1 de cada 200 embarazos. Las madres de mayor edad tienen más riesgo de desarrollarla.
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Síntomas y complicaciones
El principal síntoma de la placenta baja o previa es el sangrado durante la segunda mitad del embarazo. Es de color rojo brillante y no provoca dolor. Hay algunas madres que también tienen contracciones en esta etapa.
Los casos de placenta previa pueden confundirse con un desprendimiento de placenta. Por lo mismo, es muy importante obtener un diagnóstico preciso. Si se desprende la estructura el médico haría una exploración vaginal, que en la placenta previa está contraindicada.
Siempre que se tenga sangrado durante el embarazo es necesario consultar al médico. Si es muy profuso lo indicado es buscar atención de urgencia, sin demoras ni dilaciones.
La principal complicación de la placenta previa es que el sangrado sea muy voluminoso. Esto puede ocurrir durante el trabajo de parto o tras este. Una hemorragia vaginal intensa pone en riesgo la vida y se considera una emergencia médica.
Otra posible complicación es que haya un parto prematuro. Si hay sangrado intenso es posible que deba hacerse una cesárea de emergencia, incluso si la gestación no ha llegado a su término.
Riesgos de la placenta baja o previa
La placenta baja o previa puede llevar a una mala presentación fetal. Esto es que el bebé se ubique en una posición inadecuada para un parto natural.
Otra posibilidad es que haya una rotura temprana de membranas, lo que constituye un factor de riesgo para que se presente una afección llamada hemorragia intraventricular en los recién nacidos. De aparecer, podría afectar el neurodesarrollo del feto.
Otro riesgo es que haya restricción del crecimiento fetal, lo que conduce a que el bebé tenga un retraso en su aumento de peso, llevando a que nazca más pequeño. Así mismo, incrementa las complicaciones por asfixia perinatal, policitemia, aspiración de meconio e hipoglucemia.
Finalmente, existe la posibilidad de vasa previa. Esto corresponde a una inserción anómala del cordón umbilical en la placenta. Si esto ocurre habrá hemorragia fetal.
¿Cómo se diagnostica?
El diagnóstico de la placenta baja o previa se hace mediante una ecografía. A veces esto se consigue en una consulta prenatal rutinaria y, otras veces, después de un episodio de sangrado vaginal.
Se puede combinar una ecografía abdominal con una transvaginal. Esta última se realiza con un dispositivo similar a una varilla que se inserta en la vagina. Debe practicarse con mucho cuidado para no romper la placenta ni causar sangrado.
Opciones de tratamiento
No existe ningún tratamiento médico para curar la placenta baja o previa. Lo más habitual es que, si se diagnostica esta afección en las primeras semanas de embarazo, luego se resuelva de forma espontánea. El crecimiento del útero hace que aumente la distancia entre el cuello uterino y la placenta.
El abordaje se orienta a controlar el sangrado ocasionado. El objetivo es ayudarle a la madre a llegar lo más cerca posible de la fecha del parto natural.
Las medidas urgentes que se deben tomar dependen del volumen del sangrado:
- Poca cantidad: la principal recomendación es guardar reposo, evitando actividades como el sexo o el ejercicio físico. La madre debe estar preparada para ir al hospital en caso de que el sangrado se intensifique.
- Sangrado intenso: demanda atención médica de urgencia y es probable que implique la planificación de una cesárea. Lo ideal es que esto no ocurra antes de la semana 36.
- Hemorragia que no se detiene: llevará a una cesárea de emergencia, incluso cuando el bebé sea prematuro.
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Atención a la urgencia de la placenta baja o previa
Una madre diagnosticada con placenta baja o previa puede sentirse muy preocupada, en especial porque el curso de la afección es impredecible. Lo mejor que se puede hacer es seguir al pie de la letra las recomendaciones del médico.
Es importante mantener la serenidad, realizar actividades reconfortantes y rodearse de personas que brinden apoyo. También vale la pena informarse a fondo sobre el tema y prepararse mental y emocionalmente para una cesárea.
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