Controlar las malas influencias en nuestros hijos
Revisado y aprobado por el psicólogo Bernardo Peña
Los niños son influenciados por sus amistades. Empieza a ocurrir desde que entran a la guardería o preescolar. Vemos aparecer conductas que les desconocíamos. Unas serán positivas, otras no tanto. El problema precisamente se agudiza cuando aparecen las llamadas malas influencias.
Los niños comienzan a tener sus primeras amistades y no podemos controlar con quién deciden tener trato. Pero, ciertamente, mientras son niños es más fácil evadir una amistad que se considere problemática. Durante la pubertad y la adolescencia, el panorama cambia.
¿Es posible controlar las malas influencias sobre los hijos?
Las posibilidades que tengamos de evitar que a nuestros hijos les afecten malas influencias comienzan con la educación que reciban en el hogar. Esta tarea no empieza cuando los niños se hacen adolescentes, sino mucho antes.
La educación, los vínculos, el respeto y la confianza que hayamos cultivado en nuestros hijos son la garantía para que puedan decidir si se dejan influenciar o no por una amistad.
Tampoco es responsabilidad de sus maestros: es nuestro deber darles las herramientas para saber cómo relacionarse con los niños y adolescentes que van conociendo.
Ayudar a los hijos a forjar el carácter, enseñarles a ser autónomos y seguros de sí mismos, que no se dejen llevar por malas influencias es un proceso diario. Esto implica seguir algunas estrategias desde que nuestros hijos son niños.
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¿Cómo criar hijos que no sean influenciables?
- Ayuda a tus hijos a desarrollar una imagen positiva de sí mismos. Es la mejor manera de que crezcan y se relacionen, sin necesitar la aprobación de los demás.
- Enseña que las malas conductas tienen consecuencias. Aunque cada país tiene su propio marco legal, por lo general, desde la adolescencia los jóvenes son responsables de los actos ilegales que puedan cometer.
- Cultiva una relación abierta y de confianza con tus hijos, que les permita recurrir primero a ti antes que a otras personas.
- Fomenta la responsabilidad. Es más difícil que los niños y adolescentes responsables se vean afectados por las malas influencias, ya que valoran las consecuencias de sus actos.
- Tienes que explicar a tus hijos qué es a lo que llamas “malas influencias”, sin nombrar a ninguno de sus amigos. Describe conductas, sin ser específico, así sabrán reconocerlas y no se dejarán llevar tan fácilmente.
- Conoce a los amigos de tus hijos, incluso qué lugares frecuentan, sin convertirte en un controlador compulsivo.
- Evita criticar directamente a los amigos que no consideras positivos. Eso lo llevará a ponerse a la defensiva. En la adolescencia es una estrategia fundamental.
- Organiza planes familiares. En cuanto pasas tiempo con tus hijos, los alejas de buscar la compañía de amistades conflictivas.
- Estimula la participación de tus hijos en actividades positivas, como el deporte o las artes. Son espacios con normas y disciplinas muy precisas, que estimulan los valores y relacionan a tus hijos con niños o adolescentes que tienen la misma actitud.
¿Cómo puedo ayudarlos a alejarse de las malas influencias?
- Si tus hijos tienen nuevas amistades que no te gustan, no las prohíbas, ya que eso tendrá un efecto contrario.
- Pon límites a las relaciones. Por ejemplo, evita que tu hijo pase tiempo fuera de casa, e intenta que frecuente en un entorno controlado. Ante cualquier indicio de mal comportamiento, censura la conducta. También puedes limitar el número de visitas permitidas.
- Confía en la educación que has dado a tus hijos. Ten paciencia y dales tiempo para que decidan por sí mismos si les conviene esa amistad o no.
- Ratifica a tu hijo la confianza que le tienes y la seguridad que sientes de que tomará siempre la mejor decisión. Incluso, puedes decirle: “Confío en ti, pero discúlpame, no siento lo mismo por tu amigo”.
- Si a tu hijo le cuesta romper con una amistad, ayúdalo creando cierta complicidad. Por ejemplo, puedes decirle: “Si no te interesa su amistad y necesitas una excusa, échame la culpa”.
- Revisa cómo te relacionas con tus propias amistades y cómo reaccionas ante conductas inapropiadas. Recuerda que tu ejemplo siempre es más contundente que tus palabras.
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¿Qué conductas indican que se está dejando llevar por malas influencias?
- Tus hijos comienzan a tener conductas sin sentido o a desobedecer las normas del hogar, solo para que un grupo de amigos lo acepte.
- Roba dinero u objetos de la casa. Muestra indicios de consumo de drogas o alcohol.
- Pide de manera excesiva cosas materiales que tienen sus amigos.
- Participa en acoso escolar o ciberacoso contra compañeros de clases que no forman parte de su grupo de amigos.
- Baja su rendimiento escolar. Comienzas a recibir quejas de sus profesores por problemas de conducta que antes no existían.
Recuerda
Los hijos, desde que empiezan a crecer y a desarrollar su autonomía, empiezan a tomar decisiones. Entre ellas, quiénes son sus amigos o quiénes dejan de serlo. El rol de los padres es el de orientar para que tomen las mejores decisiones. Esa orientación será mejor recibida si está firmemente asentada en el respeto a la individualidad de tu hijo.
Cuando tu hijo tenga amistades que no te gusten, ve con calma. Una oposición férrea puede ponerlos a la defensiva y con ello obtendrás lo contrario a lo que esperas, sobre todo si ya es adolescente. Los buenos valores que hayas sembrado en la niñez, tarde o temprano, tendrán peso en las decisiones de tus hijos.
Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.