¿Por qué los niños llaman a su mamá sin parar?
Algunos niños llaman a su mamá con excesiva frecuencia desde el mismo momento en el que aprenden a relacionarla con la palabra. Este comportamiento puede ser divertido al principio, pero después de un tiempo puede resultar algo incómodo y difícil de manejar.
Muchas madres se preguntan si están haciendo algo mal, pues el llamado de su hijo se agudiza si ella se aleja, aunque solo sea hasta la habitación de al lado. Esta conducta es un tipo inseguridad infantil y es normal en el proceso de crecimiento del niño.
Los niños pequeños son muy sensibles a los cambios. Muchos eventos les pueden generar ansiedad, tales como la llegada de un hermano o el cambio de habitación o de casa. De igual forma, la separación de la madre durante un tiempo prolongado o la reincorporación de esta a la rutina de trabajo puede provocar en ellos angustia y miedo. Reflexionamos al respecto.
¿Por qué los niños llaman a su mamá?
Esta situación se desencadena por el apego físico, psicológico y emocional que el pequeño siente hacia su mamá. Los niños llaman a su mamá sin parar porque hay un vínculo afectivo y de dependencia, el cual debe pasar por distintas etapas para que el desarrollo de su personalidad sea sano.
Los investigadores estipulan que entre los 6 y 12 meses luego del nacimiento aparece lo que se conoce como ansiedad por separación normativa. Esta alcanza su punto máximo a los 3 años de edad, momento en el que el pequeño adquiere un mayor sentido de autonomía, capacidad cognitiva y una comprensión de que el objeto de apego (madre, padre o cuidador) regresará.
Tal y como señalan los expertos, los pequeños utilizan el apego como una base segura que sirve para explorar, como un refugio de seguridad y como una fuente de consuelo. El apego es una adaptación básica y evolutiva para la supervivencia, y se activa en contextos de alerta o que se perciben como tal.
Por ejemplo, se sabe que cuando los bebés y los niños están asustados, estresados, se sienten mal o están amenazados recurren de manera instintiva a su objeto de apego. Lo hacen a través de conductas que buscan proximidad, como por ejemplo llorar, aferrarse, buscar la mirada o directamente llamar repetidamente a su padre o cuidador (cuando los pequeños ya pueden hablar).
El apego se moldea de manera progresiva con base en el entorno, y los primeros años de vida son críticos para definir el que pequeño manifestará durante su vida adulta. En general, se distinguen cuatro tipos: seguro, evitativo inseguro, ambivalente y desorganizado.
¿Qué hacer cuando tu hijo te llama todo el tiempo?
Cuando tu niño te llame sin parar, sé asertiva. Nada ganas mostrando indiferencia o perdiendo el control. De hecho, se sabe que la indisponibilidad emocional de la madre genera desagrado y activa una serie de mecanismos de respuesta en los pequeños. Enséñale con tu ejemplo que, para atender sus necesidades, debe conservar la calma.
Por otra parte, tienes que hacer acopio de toda tu paciencia y dulzura. Trata de encontrar la manera de darle tranquilidad sin tener que cargarlo a tu lado todo el día. Puede ser de utilidad inventar algún juego en el que tengas que esconderte para que él te busque.
Dejar a tu niño jugando y hablarle mientras te mueves por la casa es una alternativa eficaz para que pierda el miedo a estar solo. No estás cerca, pero puede oír tu voz. De esta manera, él sabrá que estarás allí cuando te necesite, aunque no te vea.
Es importante que promuevas la confianza en sí mismo. Aminorar las situaciones de apego es muy frecuente en las madres primerizas. Dale su espacio. Así, un día podrá ser el adulto equilibrado que esperas que sea.
Respecto a los niños que llaman a su mamá sin parar
Casi siempre este tipo de comportamiento es pasajero y, en cierta medida, puede resultar beneficioso, por ejemplo, ante la posibilidad de irse con extraños.
No obstante, cuando el niño va creciendo debe ir comprendiendo que los padres salen de casa, pero que siempre regresan y que puede jugar tranquilo en su habitación mientras mamá está en otra área de la casa.
Prepararlo para enfrentar nuevas situaciones hablando con él antes de que sucedan constituye otra forma de ayudarlo. Enseñarle a expresar sus emociones y a descifrarlas es fundamental para que pueda manejarlas en el momento oportuno.
Asimismo, como hemos dicho anteriormente, la paciencia y el amor son la clave para superar esta etapa con tranquilidad.
¿Cuándo deben preocupar los llamados recurrentes del niño?
La experiencia humana es inherentemente emocional. Todos los seres humanos experimentan la realidad, y por tanto a quienes los rodean, emocionalmente. Los pequeños están desarrollando su capacidad de expresar y regular sus emociones, así como la manera en la que se relacionan con el entorno que los rodea.
Así, el hábito de los niños que llaman a su mamá repetitivamente es completamente normal. Forma parte de la experiencia de la infancia donde se modulan los tipos de apego. Además, también entran en juego otros factores como el proceso de vínculo, la dependencia o la ansiedad.
Es muy importante evitar patologizar el comportamiento de los pequeños durante esta etapa. Esto es, autodiagnosticarlos con trastornos con base en la comparación con otros niños de su edad. La responsabilidad de hacer esto corre siempre a cargo de un profesional, y ten en cuenta que las experiencias infantiles difieren en gran medida entre sí.
Lo más importante, en todo caso, es prestar apoyo emocional al pequeño; sin que esto implique una subordinación completa cuando este te requiera. Si haces esto último, no harás más que generar una dependencia. Una dependencia que, como no podría ser de otra manera, tendrá múltiples implicaciones en la manera en la que se relacionará con los demás durante su vida adulta.
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