¿Por qué nos cuesta mantener el contacto visual al hablar?
Escrito y verificado por la psicóloga Maria Fatima Seppi Vinuales
A la mayoría de las personas nos cuesta mantener el contacto visual al hablar. No obstante, en una conversación hay cosas que llegan a importar más que las palabras; los gestos, los silencios, la postura y, por supuesto, la mirada.
De hecho, esto no solo cobra relevancia en ámbitos personales. A nivel profesional desempeña un papel importante para cualquier orador. A continuación, repasamos porqué no hay que ignorarlo y cuáles son los motivos por los que se puede dificultar.
La importancia del contacto visual al hablar
Tal y como lo expresamos, el contacto visual no es un simple agregado durante una conversación. Se trata de un componente clave, ya que a través de la mirada «impresionamos» a la otra persona.
De hecho, esto determina el interés que el otro puede experimentar sobre lo que decimos o no. Es una forma de acercarla o alejarla de la interlocución. Cuando no se tiene, puede reflejar inseguridad y dificulta que se establezca una conexión.
Motivos por los que cuesta mantener el contacto visual al hablar
Tener dificultades para mantener el contacto visual al hablar puede explicarse en varios factores. Si bien la personalidad tímida es uno de los motivos más frecuentes, en realidad hay otras razones. Veamos.
Intimidación y vergüenza
Por ejemplo, nos encontramos frente a una persona soberbia y grosera, cuyos gestos son muy fuertes. A veces, esto deriva una sensación de que puede leernos la mente. De ahí la dificultad para tener ese contacto visual.
De igual manera, se da el caso en que la incomodidad tiene su origen en un gusto por el interlocutor. Se genera una sensación de vergüenza o timidez que impide sostener la mirada.
El tema de conversación resulta poco interesante
Es decir, mientras hablamos con el otro nuestra cabeza «vuela». Resulta complejo concentrarse en el «aquí y ahora» y nos distraemos con diferentes estímulos.
La autoestima está implicada
Hay personas que se sienten en una posición de inferioridad respecto a su interlocutor, por lo que «esquivan» su mirada.
Dificultades debido a la ansiedad social
Algunos experimentan un rechazo intenso y un malestar sostenido en las interacciones sociales. Como consecuencia, una de las habilidades que se ven afectadas tienen que ver con mantener la mirada al hablar.
Queremos ser explícitos con un mensaje de rechazo
Sea porque estamos enojados o porque queremos molestar al otro, muchas veces la mirada no es sostenida con el propósito de evidenciar esa situación. En este sentido, vemos cómo la mirada trasciende su mero carácter sensorial para dotarse de un propósito.
Hay una complejidad en el proceso
Por último, algunos estudios revelan que el contacto visual es difícil de sostener debido a que su proceso reviste cierta complejidad. Mantener una conversación en simultáneo a la mirada nos «obliga» a desviarnos durante algunos segundos como un modo de conservar los recursos cognitivos.
En un experimento realizado, un grupo de personas se encontraba delante de una pantalla con un rostro que los miraba. La consigna era que debían mantener el contacto visual, mientras resolvían alguna prueba verbal. En un inicio, el rostro de la pantalla miraba al participante, pero también apartaba la vista en ocasiones.
En los resultados, el rendimiento no se veía afectado. No obstante, luego se complejizó el desafío, con una prueba verbal de mayor dificultad. En este caso, el rendimiento si se veía interferido.
Como parte de la conclusión del experimento, se señaló que las personas necesitan «un poco de aire» para su mente. Por ello, apartan la mirada en una conversación.
Es como si ambas acciones —razonar y mirar— entraran en conflicto. En este sentido, podríamos decir también que los individuos miran a otro lado con el objetivo de pensar en el contenido de lo que se dice.
Lo cultural también incluye sus matices
La mirada también tiene que ver con habilidades sociales y de comunicación. Es así hasta tal punto que somos capaces de ensayar un discurso durante horas, pero quizás nos olvidamos de cómo manejarnos en el espacio.
No obstante, tenemos que ser conscientes de que la mirada es determinante para hacer otra lectura respecto a lo que oímos. Por ejemplo, podemos empatizar con el otro, darnos cuenta si está incómodo, si nos comprende, si estamos hablando demasiado alto, etcétera.
Incorporar el contacto visual como una fuente de información nos permite tener conversaciones más efectivas y conectadas.
Ahora bien, es muy importante tener en cuenta la cultura y la sociedad en la que estamos interactuando. Aún existen lugares en los que mirar a alguien directo a los ojos —por ejemplo una autoridad—representa una señal de mala educación.
A su vez, hay casos en los que la sociedad en general es muy sumisa, por lo que quien está en una posición inferior debe guardar distancia de su superior, y una de las formas de hacerlo es a través de la mirada.
Más allá de la opinión que podamos tener, son situaciones que existen y en donde la presencia o la ausencia de la mirada tiene un enorme peso simbólico.
En síntesis, el contacto visual implica mucho más que el conjunto de los nervios ópticos. Las personas son capaces de hacer diferentes usos de la mirada. Es decir, siempre estamos comunicando algo a través de ella.
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