Conoce los 7 principios de la filosofía zen
El zen es una escuela budista que se originó en China durante la dinastía Tang y que luego derivó en diversas escuelas japonesas. Su filosofía está basada en la meditación, que de hecho, la palabra misma zen significa eso: meditar.
En este sentido, la meditación es una práctica de autodescubrimiento que nos ayuda a vivir con plenitud en el momento presente y alcanzar la tranquilidad. Sin embargo, la filosofía zen va más allá.
Implica vivir una vida plena y auténtica, enfocándose en el momento presente. No dicta lo que debemos sentir o pensar, ni cómo debemos ser o qué hacer; solo nos enseña a ser conscientes de nuestra experiencia y vivir inmersos en ella.
Los principios de la filosofía zen son universales, por lo que podemos integrarlos a cualquier sistema de creencias o estilo de vida. Además, no hace falta ingresar a un monasterio o ponernos en modo místico para conectar con nosotros y con el momento presente.
De hecho, los principios que presentamos a continuación pueden ser un buen punto de partida para integrar la filosofía zen a nuestra vida.
1. La mente construye la propia experiencia
La filosofía zen nos enseña que la experiencia no es equivalente a la realidad. Es decir, la mente es la que configura cómo interpretamos los hechos, en función de nuestro sistema de creencias y predisposiciones personales.
Por lo tanto, podemos crear experiencias diferentes, cambiando y eligiendo en qué aspectos enfocarnos. Si ante un fracaso personal nos centramos en culparnos por todo, en vez de canalizar hacia lo que podemos aprender de la situación, sin dudas que la vivencia será muy poco placentera.
2. Según la filosofía zen, el yo es una ilusión
Creemos que somos la suma de definiciones, títulos y roles que cumplimos dentro de la sociedad, como escritora, estudiante, buena persona, deportista, madre. Sin embargo, somos más que esas categorías limitantes y cerradas.
La verdad es que el yo también es una de las realidades que la mente construye. El ser no es una cosa que pueda definirse y delimitarse de forma precisa; pues se trata de una esencia que está en constante cambio y en movimiento. De allí que sea tan difícil comprenderse a uno mismo.
3. Solo necesitas creer en lo que sientes como verdadero
Es importante ser flexibles con nuestro sistema de creencias, de manera que no asumamos ningún juicio o enseñanza como verdad absoluta e inmutable. Lo ideal es confiar en nuestra intuición y en nuestra capacidad para identificar lo que es verdadero para nosotros.
De no ser así, podríamos terminar muy conflictuados, luchando entre lo que los demás nos dicen que es correcto y lo que sentimos que es verdad. Según la filosofía zen, si no estás viviendo tu vida según lo que sabes que es verdad, no estás siguiendo tu mayor bien.
4. El desapego es el camino a la felicidad
El desapego no solo implica desprenderse emocionalmente de los objetos, los hechos o las personas, sino que más bien equivale a ser conscientes de que todo en la vida tienen un sentido y una utilidad.
Según la filosofía zen, el desapego implica la comprensión de que las cosas «malas» que nos suceden nos enseñan y nos muestran cómo sanar, para abrirnos aún más a las cosas «buenas».
5. «Ser» es más importante que «hacer»
La quietud y el silencio son fundamentales en la filosofía zen. En este caso, la meditación zen nos permite tranquilizar la mente; reconocer lo que necesita ser reconocido y sanado. Además, nos mantiene conectados con nosotros, en vez de con los apegos.
De esta forma, la meditación nos enseña el profundo arte de «hacer nada» y nos permite ser. Recordemos que para la filosofía zen no somos lo que hacemos, sino que simplemente somos.
6. Podemos ser observadores objetivos de nuestra mente y nuestra vida
La meditación nos ayuda a observar los pensamientos a medida que pasan, como si fuéramos un espectador externo. Esto nos permite decantar lo que pasa por la mente y descubrir que no somos esos pensamientos ni esos sentimientos que de ellos se desprenden.
Para la filosofía zen somos una realidad más integral. Somos el ser que experimenta esos pensamientos y sentimientos, y quien decide cuáles valorar y cómo actuar.
7. La unidad es nuestro estado natural
La unidad en la filosofía zen hace referencia a la compenetración profunda con todo lo que existe. De hecho, la contemplación es eso: no mirar la realidad desde fuera, sino adentrarse en la esencia de lo que se observa y fusionarse.
La separación entre todo lo que existe es también una ilusión, ya que cada ser forma parta de un todo. Y solo cuando logramos compenetrarnos con esta realidad, alcanzamos la armonía y el equilibrio interior.
La filosofía zen es un estilo de vida para sentirse más realizado
Si integramos los principios de la filosofía zen a nuestra vida, podremos adquirir una perspectiva más sana, que nos ayude a gestionar los sentimientos, los pensamientos y las experiencias con mayor acierto.
Además, desde su base fundamental, que es la meditación, no solo nos invita a conectarnos con nosotros mismos, sino que también nos proporciona un momento de relajación y de autocuidado. Algo muy necesario en la rutina cotidiana.
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