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Sandra Moñino, dietista: «el pan moderno no alimenta, inflama»

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Sandra Moñino, nutricionista especializada en microbiota e inflamación, aclara por qué comer pan hace que te sientas hinchado y con pesadez.
Sandra Moñino, dietista: «el pan moderno no alimenta, inflama»
Última actualización: 22 julio, 2025

Presente en la dieta de miles de personas, pero temido por otras tantas, el pan es uno de los alimentos más polémicos al hablar de nutrición. En el mercado puedes encontrar muchas versiones, pero los elaborados con harinas refinadas siguen ocupando el primer lugar entre los más consumidos. ¿El problema? Carece de los beneficios del pan de grano entero y puede afectar la salud.

Así lo advierte la reconocida dietista y nutricionista Sandra Moñino, una voz con experiencia y pasión por la divulgación, quien es directa al sugerir que «el pan moderno no alimenta, inflama». Una verdad que, aunque resulta incómoda, nos invita a revisar nuestros platos y a repensar lo que por tradición consideramos un básico de nuestra alimentación.

Tu intestino, el epicentro del problema (y la solución)

Piensa en esos momentos en que te sientes agotado a media mañana o con una ligera niebla mental. Según Moñino, la inflamación crónica intestinal, esa que no se ve a simple vista, podría ser la culpable de muchos de estos síntomas tan comunes. Se diferencia de la inflamación aguda —la que aparece luego de un golpe— en que esta última es una respuesta natural y necesaria de nuestro cuerpo.

Sin embargo, lo que ocurre hoy es que la microbiota intestinal, esa comunidad de bacterias que vive en el intestino, está en desequilibrio, muchas veces debido a ciertos hábitos alimentarios. Las bacterias «malas», nos explica la experta, se dan un festín con el azúcar y las harinas refinadas, multiplicándose y generando un proceso inflamatorio silencioso que nos va debilitando.

En el caso particular del pan blanco, las complicaciones surgen debido al tipo de harina utilizado en su fabricación. Estas, señala Moñino, «han perdido la fibra, el salvado y el germen del cereal», lo que resta su calidad nutricional, alterando el equilibrio de las bacterias intestinales y derivando respuestas inmunitarias.

Además, añade la profesional, las harinas refinadas, sumadas a otros aditivos utilizados en este alimento, «tienden a causar picos altos de glucosa que, si se repiten con el paso del tiempo, contribuyen a un mayor riesgo de resistencia a la insulina, el precursor de la diabetes tipo 2». 

Plato antiinflamatorio: tu aliado para sentirte mejor

Entonces, ¿qué podemos hacer? Respecto al pan, lo mejor es optar por las versiones integrales. «Si puede ser de pseudocereales, mucho mejor», apunta la dietista. Opciones como el pan de trigo sarraceno, quinoa o amaranto conservan la fibra dietética, aportan proteína, vitaminas y minerales y, lejos de afectar la microbiota, colaboran con su equilibrio.

Más allá de esto, es importante recordar que la moderación y el equilibrio son claves. Reservar el consumo de pan para momentos puntuales y comer porciones pequeñas es una decisión acertada tanto para cuidar la salud intestinal como para el bienestar general. Además, nos dice la nutricionista, «conviene volver a lo básico y escuchar a nuestro cuerpo».

Si de combatir la inflamación se trata, es importante priorizar la ingesta de verduras en todas sus formas y colores, y también de frutas. Los huevos, el pescado y los cortes magros de carnes son la mejor opción para sumar proteínas. Además, no debemos olvidar las grasas saludables: aguacate, frutos secos y, por supuesto, aceite de oliva virgen extra.

Un cambio que hace la diferencia

No se trata de caer en ideas extremistas o alarmistas. Si no tienes problema de sensibilidad al gluten o alteraciones en tus niveles de glucosa, un consumo ocasional de pan no generará mayor inconveniente. Sin embargo, si vienes sintiéndote con el estómago hinchado, la piel un poco alterada o con poca energía en tu rutina, evitar este alimento o sustituirlo por versiones más nutritivas puede ser el punto de partida para controlar estos síntomas. 

De todos modos, explica Sandra Moñino, esto es apenas un cambio sutil a la hora de combatir la inflamación. Este proceso es complejo y está influenciado por múltiples factores. Lo que sí hay que tener presente es que la dieta tiene una influencia significativa. Y mientras que el pan moderno empeora este proceso, otros alimentos como las fuentes de omega-3 actúan como antiinflamatorios.

Probar, observar y ajustar son pilares simples para que la alimentación en verdad nos nutra y eleve nuestro bienestar. Al final del día, todo se trata de lo que elegimos añadir en nuestro plato.

Créditos imagen principal: YouTube @nutricionate – nutricionista Sandra Moñiño

Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.