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¿Qué se esconde detrás del hábito de procrastinar?

4 minutos
Procrastinar, la costumbre de dejar todo para después. ¿Qué factores influyen en esta tendencia? Conoce la personalidad detrás de ese hábito. ¿Ansiedad, desorganización, mal manejo del tiempo?
¿Qué se esconde detrás del hábito de procrastinar?
Bernardo Peña

Revisado y aprobado por el psicólogo Bernardo Peña

Última actualización: 13 agosto, 2024

Seguramente habrás escuchado la frase “no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy“. Pues procrastinar significa justamente dejar las cosas para más tarde. Se trata de la tendencia y el resultado de procrastinar, es decir, de demorar, retardar o retrasar algo.

Las personas que procrastinan, muchas veces, no pueden evitarlo. Es como una fuerza mayor que, en ocasiones, no tiene que ver con la pereza, sino con otros factores.

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Factores que pueden llevarte a procrastinar

La procrastinación consiste en aplazar el cumplimiento de una obligación o el desarrollo de una acción. Cuando esa actitud se vuelve habitual, la procrastinación se convierte en un trastorno del comportamiento que puede llegar a requerir atención psicológica.

1. Sufrir ansiedad

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Muchas personas tienden a procrastinar porque no saben gestionar adecuadamente sus emociones, y el estrés que pueden sentir se termina transformando en ansiedad.

Suelen ser personalidades ansiosas, que se distraen, que pueden ver un proyecto como algo excesivamente grande e inabarcable. Ante todo esto, deciden postergar lo que tienen que hacer.

En ocasiones, no es que tengan otros proyectos a los que dedicarse. Por eso, por lo general, uno tiende a perder el tiempo o a dedicarlo a proyectos de menor envergadura cuando el que estamos postergando tiene una prioridad especial.

Algunas maneras en las que las personas con ansiedad tienden a procrastinar en estas circunstancias son mediante el autoengaño o excusas como las siguientes:

  • “Ahora no estoy muy concentrado, ya lo haré mañana cuando esté más inspirado”.
  • “No me encuentro muy bien, me dedicaré a hacer esas tareas que son más mecánicas y ya me dedicaré a esto, en serio, cuando esté mejor”.
  • “Tengo otras tareas que puedo terminar ya mismo, me dedicaré a ellas y dejaré esta para el final”.

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Es decir que las personas con ansiedad buscan la recompensa inmediata para eliminar esa sensación tan incómoda. Sin embargo, a la larga, puede empeorar, pues el tiempo se les vendrá encima.

2. Falta de organización

Cuando hablamos de procrastinar, lo más probable es que la persona que lo hace tenga un grave problema de organización. Cada uno de nosotros debe buscar la manera que mejor le sirve para organizarse, pues para cada persona es diferente.

 

No obstante, siempre es necesario que tengamos en cuenta la prioridad de la tarea que tenemos entre manos.

Hay diversas tareas en las que podemos permitirnos procrastinar. Ya sea porque podemos planificarlas, dejarlas para otro día e incluso delegarlas en otras personas.

Sin embargo, suele suceder que procrastinamos en aquellas tareas que tienen una prioridad especial. Por eso, una buena organización puede ayudarnos a dejar de procrastinar y, llegado el momento, encontrarnos con que el tiempo se nos viene encima.

Para orientar un poco nuestra manera de organizarnos, vamos a centrarnos en la prioridad de las tareas y, para ello, utilizaremos la Matriz de Eisenhower.

 

En esta matriz nos encontraremos con cuatro bloques que clasificaremos por importancia y urgencia. Usarla de manera sabia y ceñirse a ella puede ayudarnos mucho para dejar de procrastinar.

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3. El error de subestimar el tiempo

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Subestimar el tiempo es algo que las personas impuntuales conocen muy bien. Piensan que gozan de un tiempo mayor al que en realidad tienen para realizar determinadas cosas antes de una cita con los amigos, por ejemplo.

Las personas que procrastinan tienden a subestimar el tiempo, aunque esto va directamente ligado con algunas de las excusas y autoengaños que se autoimponen.

Por ejemplo, una persona que procrastina piensa que puede realizar el proyecto que tiene entre manos en dos días. Sin embargo, lo habitual es que exista alguna complicación, duda o problema que provoque que el tiempo se dilate.

Por ese motivo, subestimar el tiempo que nos puede llevar una tarea puede hacer que nos estresemos, que incumplamos con los plazos y que no realicemos nuestro trabajo tan bien como deberíamos. Todo esto deriva en unos resultados poco gratificantes.

Para que esto no suceda, es importante que tengamos en cuenta la Matriz de Eishenhower antes comentada. Nos ayudará a ponernos en marcha con lo urgente, eliminando así la ansiedad y la tendencia a subestimar el tiempo que tenemos.

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Cuando antes nos libremos de una tarea que nos nos motiva, antes estaremos disponibles para completar otras de menor envergadura, pero que nos permitirán sentir que hemos avanzado muchísimo.


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