Siempre preferiré que me digas la verdad, aunque duela
Escrito y verificado por el psicólogo Bernardo Peña
La verdad es convicción y equilibrio interior. Sobre todo en las relaciones de pareja. Hay quien no la practica ni siquiera para sí mismo. Pero es necesario que en el día a día la ofrezcamos, siempre con respeto, para favorecer la convivencia.
Hay quien desea medias verdades. Hay quien prefiere mentiras que consuelan. No obstante, vivir en la falsedad o en las medias mentiras trae, poco a poco, una sentida infelicidad.
«Quiero la verdad, aunque duela». Estamos seguros de que también tú lo habrás dicho en alguna ocasión en voz alta y, aunque el temor te haya embargado por dentro, es posible que hayas pensado que la verdad siempre ayuda a pasar página y avanzar.
La verdad para cerrar círculos, etapas personales
La verdad es necesaria para cerrar etapas personales. Veamos esto a través de un ejemplo común: una persona tiene una relación de pareja, intuye que el cariño ya no es el mismo, que los gestos ya no son auténticos. Sin embargo, por miedo a la soledad y por temor a afrontar la realidad, hace como si no pasara nada.
Intuir, ver y sentir algo negativo y no decirlo en voz alta es un error. No solo porque «estanca», sino porque prolonga el sufrimiento o la incomodidad.
Hay que pedir siempre la verdad, y más en temas afectivos. Es la única forma de mantener la integridad personal y de afrontar la situación.- Preferir falsas verdades o palabras que consuelan no hace más que alargar una situación que, tarde o temprano, empeorará. Y ello puede ser muy negativo para la salud emocional.
- La verdad ayuda a ver de frente la evidencia de algo que hay que asumir.
- La verdad nos permite ganar entereza. Y, aunque pueda doler a veces, siempre enseña algo que nos permite desplegar estrategias propias para seguir viviendo con valor e integridad.
- Las personas necesitamos la verdad en nuestras relaciones (en general, no solo de pareja) para saber si vale la pena conservar un vínculo o, mejor, dejar ir y sanar las heridas para avanzar.
¿Por qué hay gente que no dice la verdad?
Los psicólogos comentan que cuando las personas recurren a la mentira es básicamente por miedo:
- Miedo a revelar alguna información que puede incomodar a otros.
- Miedo a perder lo que se tiene en este momento.
- Temor a posibles consecuencias.
- Inquietud de que los demás descubran que no somos como ellos esperaban.
Todo ello son situaciones que, mantenidas en el tiempo, pueden erosionar mucho el autoconcepto. Por ello, es necesario resolverlas sanamente.
La verdad es un arma de doble filo
Es cierto que es necesario decir siempre la verdad; sin embargo, cuando no hay respeto, puede ser un arma de doble filo. Por ello, la clave está en comunicarla con claridad, pero sin caer nunca en el irrespeto.
Hay personas que se vanaglorian de ser muy sinceras, directas y de no «callarse nunca nada». Esto hace que, a menudo, la verdad que comunican se convierta en un arma de doble filo.
La clave para transmitir la verdad, sin castigar al otro, está en mantener una actitud de respeto y equilibrio. Para ello, hay que tener en cuenta lo siguiente:
- Es necesario entender la verdad como un instrumento de convivencia que nos permita crecer, asumir la realidad y fomentar el respeto.
- La verdad no se puede utilizar como una forma de agresión. Nadie puede ir por el mundo revelando a quien odia, quien huele mal, a quien no soporta, o quien le parece ridículo.
- También, debemos tener en cuenta, que en ciertos ámbitos, cada uno de nosotros disponemos de nuestra propia verdad. «Yo pienso que el partido político X es el mejor» (cuando en realidad, lo puede ser para ti, pero no para los demás).
En ocasiones, la verdad tiene muchos matices porque, lejos de ser una entidad universal, es algo muy particular. Y, por ello, debemos usarla con respeto, tacto, equilibrio y, sobre todo, manteniendo la integridad.
Nunca digas lo contrario de lo que piensas
Este es otro elemento esencial: para mantener una buena autoestima nunca caigas en el error de decir lo contrario de lo que piensas por complacer a otros. Es una forma de caer en la infelicidad.
Tenemos claro que la verdad NUNCA debe utilizarse como instrumento de agresión y que, en ocasiones, es conveniente «suavizarla» un poco, eligiendo las palabras adecuadas.
El respeto es indispensable siempre
En lugar de decirle a un compañero de trabajo: «cada vez te soporto menos, eres alguien egoísta que no para de hablar en todo el día y que no deja trabajar a nadie» puedes decirle: «por favor, centrémonos más en la tarea y menos en los temas personales; últimamente me cuesta trabajar y desearía un poco de silencio para lograr avanzar».
Como ves, la idea sigue siendo la misma. Pero el mensaje se comunica con respeto, sin castigar con palabras ni gestos y enfatizando una necesidad: trabajar en armonía.
Decir la verdad ayuda a pasar página
Entonces, si no te gusta esa comida que te hacen tus suegros cada fin de semana, dilo con respeto o acabarás con una indigestión. Por otra parte, si no te gusta cómo te trata tu jefe, reacciona. Tarde o temprano puede que te trate peor al ver que tu umbral de resistencia es muy alto. Y si tienes alguna diferencia con un compañero de trabajo, acércate y conversa con calma. No dejes pasar la incomodidad porque, así, solo se sentirán peor.
Y en un plano más personal, recuerda: si no amas a tu pareja, díselo y no alargues una situación que tarde o temprano os hará más daño a ambos. La verdad, expresada con respeto, es necesaria para todos.
Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.