Signo de Popeye: causas, síntomas y tratamientos

El signo de Popeye es una de las tantas manifestaciones médicas que puede comprobar la existencia de una lesión a nivel del bíceps. Descubre cuales son sus causas, síntomas y tratamientos.
Signo de Popeye: causas, síntomas y tratamientos
Leidy Mora Molina

Revisado y aprobado por la enfermera Leidy Mora Molina.

Última actualización: 25 mayo, 2023

El bíceps es uno de los músculos más grandes del brazo, por lo que cualquiera de sus componentes es propenso a lesionarse. Una evidencia clara de una lesión muscular es el signo de Popeye que aparece tras la ruptura de alguno de los tendones del músculo en cuestión.

El nombre de este signo se debe a un personaje de una caricatura de 1930, cuyos bíceps tenían una forma circular exagerada. Este problema de salud puede aparecer en individuos de cualquier edad. No obstante, es más frecuente encontrarlo en hombres que rondan los 50 años.

Es importante recordar que el bíceps cuenta con dos porciones, una cabeza larga y una cabeza corta, cada una de ellas con su respectivo tendón. Estudios demuestran que las rupturas del tendón de la cabeza larga del músculo son las más frecuentes, mientras que la lesión del tendón distal solo se observa entre el 3 % y el 10 % de los casos.

¿Cuáles son los síntomas?

El signo de Popeye evidencia la presencia de una rotura de uno de los tendones del bíceps.

Primero que nada, se debe tener en cuenta que el signo de Popeye es un hallazgo médico en sí, por lo que los síntomas que se referirán son los de la ruptura del tendón propiamente dicha. El primer síntoma presentado será un dolor de aparición súbita y una protuberancia circular dolorosa en la parte media del músculo.

Por otro lado, las personas que presentan el signo en cuestión también pueden referir alguno de los siguientes síntomas:

  • Chasquido al momento de la ruptura del tendón.
  • Hematomas y sensibilidad en la parte superior del brazo.
  • Debilidad en el hombro y el codo.
  • Dificultad para flexionar y girar el brazo.
  • Espasmos musculares en la zona afectada.

Existen casos en los que la movilidad del miembro no se ve comprometida, por lo que el paciente puede ejecutar ciertos movimientos con total normalidad. Esto se debe en gran parte a la composición anatómica del músculo, la cual hace posible que las fibras sanas realicen el movimiento de aquellas que se encuentra lesionadas.

Causas del signo de Popeye

En términos generales, el signo de Popeye solo aparece cuando existe la ruptura de alguno de los tendones del bíceps, bien sea el de la cabeza larga, el de la cabeza corta o el distal. Estos tendones pueden romperse por una gran cantidad de causas diferentes, siendo el desgaste una de las más comunes.

El desgaste de las fibras puede ocurrir de forma fisiológica con la edad o de forma patológica al realizar movimientos repetitivos. Por ello, este tipo de lesión es muy frecuente tanto en personas mayores de 50 años como en atletas profesionales.

Entre las causas directas que pueden causar la ruptura de un tendón se encuentran las siguientes:

  • Uso excesivo del músculo.
  • Traumatismo directo en la zona.
  • Levantamiento de un peso exagerado.
  • Caídas.

Factores de riesgo

Existen múltiples condiciones que pueden favorecer el desgaste del tendón del bíceps, por lo que a su vez facilitarían la ruptura del mismo. Por fortuna, algunos de estos factores están asociados al estilo de vida, por lo que una simple modificación podría hacer que los mismos desapareciesen.

Los factores de riesgo más asociados al desgaste tendinoso son los siguientes:

  • Fumar.
  • Consumo excesivo de corticoides.
  • Uso de esteroides anabólicos.
  • Tendinitis.
  • Artritis reumatoide.

Diagnóstico

Diagnosticar la ruptura de un tendón es muy sencillo en la mayoría de los casos, sobre todo cuando existen pruebas evidentes como el signo de Popeye. El signo en cuestión es una evidencia patonogmónica de la lesión; es decir que demuestra de forma inequívoca la presencia de la misma.

No obstante, el especialista estará en la obligación de realizar la correcta anamnesis para enfocarse en la circunstancia de aparición de la sintomatología. Además, también deberá realizar el examen físico con la finalidad de evaluar la presencia del dolor y determinar si existe compromiso de la movilidad del miembro afectado.

El médico también puede valerse de pruebas imagenológicas para evaluar la severidad de la ruptura. En este caso, la prueba empleada es una ecografía, la cual es muy rápida y económica. La misma le proporciona al especialista una imagen clara de la lesión, ayudándolo a escoger la mejor terapéutica a seguir.

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Tratamientos disponibles

El tratamiento de la lesión se determinará según su gravedad.

Por fortuna, existen múltiples técnicas que el especialista puede aplicar para tratar la ruptura del tendón del bíceps. La terapéutica a seguir dependerá de la gravedad de la lesión: un tratamiento conservador será más que suficiente en las rupturas parciales, mientras que las rupturas completas ameritan cirugía en la mayoría de los casos.

Tratamiento quirúrgico

Las cirugías más empleadas para tratar patologías que afectan a la cabeza larga del bíceps son la tenotomía y la tenodesis. Diferentes investigaciones señalan que no existe una gran diferencia entre la efectividad de ambos procedimientos y los pacientes recuperan la funcionalidad total en la mayoría de los casos.

La tenotomía es una técnica quirúrgica en la cual el cirujano secciona un tendón con la finalidad de aumentar su longitud y, así, corregir un desequilibrio existente. Por su parte, la tenodesis es la adherencia de un tendón a una estructura ósea para permitir la movilidad muscular.

No obstante, el paciente debe cumplir con ciertas condiciones para ser candidato a una cirugía, entre las cuales destacan las siguientes:

  • Atleta joven.
  • Tener otras lesiones en el hombro, como la ruptura del manguito rotador. 
  • La ocupación requiere el movimiento repetitivo del brazo.
  • El tratamiento conservador no alivia el dolor.

Tratamiento no quirúrgico

Los tendones tienen la capacidad de regenerarse por sí solos con el transcurrir del tiempo, por lo que muchas veces un tratamiento conservador puede aliviar la sintomatología presentada. En este sentido, es importante acudir al médico antes de iniciar cualquier tratamiento, ya que este será el único capaz de indicar una terapéutica adecuada.

Entre las técnicas que se pueden realizar para mejorar el signo de Popeye sin ninguna intervención quirúrgica destacan las siguientes:

  • Aplicación de hielo durante 20 minutos al día.
  • Consumo de antiinflamatorios no esteroideos (AINES), como paracetamol o naproxeno.
  • Guardar reposo y no levantar más de 5 kilos con el brazo afectado.
  • Realizar terapia física 2 o 3 veces por semana.

Prevención del signo de Popeye

La ruptura de los tendones del bíceps es una lesión que se puede prevenir, tan solo será necesario estar atento a las señales que emite el cuerpo.  Además, se debe tener especial cuidado a la hora de realizar ejercicios físicos, sobre todo la persona se inicia en el mundo del deporte o si realiza un nuevo método de entrenamiento.

Es importante evitar el uso excesivo del músculo, ya que un movimiento constante puede inflamar los tendones y debilitarlos si no son tratados de forma adecuada. En este sentido, es importante no ejercitar en exceso los músculos y solicitar ayuda para levantar algún peso en caso de ser necesario.

Por último, es importante detener todo tipo de actividad física si se presenta un dolor durante la realización de la misma. Se debe tener en cuenta que el dolor en una señal clara de que algo no está funcionando de forma adecuada en el organismo.

Una patología incómoda con un tratamiento eficaz

El signo de Popeye es una señal clara de la ruptura del tendón del bíceps, aunque el mismo puede no ser tan evidente en todos los casos. Las personas que presenten esta lesión refieren dolor muscular, cuya intensidad puede variar dependiendo de la gravedad de la situación.

Esta es una lesión muy frecuente en deportistas de alto rendimiento y en personas mayores de 50 años; la misma puede afectar la movilidad del brazo a largo plazo. Por fortuna, existen múltiples técnicas que pueden solventar la situación de forma oportuna y que tienen un índice de éxito bastante elevado.


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