Síncope vasovagal: síntomas, causas y tratamiento

En la mayoría de los casos, el síncope vasovagal es un malestar pasajero que no conlleva ninguna consecuencia. Solo en contadas ocasiones está asociado con trastornos más graves. Casi siempre la recuperación es espontánea, rápida y no requiere tratamiento posterior.
Síncope vasovagal: síntomas, causas y tratamiento
Leonardo Biolatto

Revisado y aprobado por el médico Leonardo Biolatto.

Escrito por Edith Sánchez

Última actualización: 24 mayo, 2023

El síncope vasovagal es un malestar que se manifiesta como pérdida del conocimiento por un breve lapso. La mayoría de los adultos han experimentado alguna vez un episodio de estos, o, al menos, los síntomas previos al mismo, llamados presíncope.

La mayoría de los casos de síncope vasovagal son benignos. Solo una pequeña proporción de estos corresponden a manifestaciones de algún trastorno grave. Se estima que únicamente el 3 % de este tipo de síncopes derivan a consulta médica y tan solo el 1 % llevan a una hospitalización.

Lo más frecuente es que, tras un síncope vasovagal, no haya ninguna consecuencia, excepto los efectos de la caída. Sin embargo, algunas personas sufren este tipo de episodios reiterativamente, sin que haya una enfermedad que los explique. En esos casos, se afecta considerablemente la calidad de vida.

Qué es el síncope vasovagal

El síncope vasovagal es lo que conocemos comúnmente como un desmayo. Se define como una pérdida del estado de conciencia breve, súbita y brusca. Esto implica incapacidad para ponerse en pie y pérdida del tono postural. La recuperación se da de forma espontánea.

El mecanismo del síncope vasovagal se activa cuando el nervio vago es estimulado por algún factor desencadenante. Esto lleva a que se reduzca la frecuencia cardiaca y a que se dilaten los vasos sanguíneos, por acción del sistema parasimpático. En estas condiciones, llega una menor cantidad de sangre al cerebro y se produce el síncope, o desmayo.

Los síncopes se han clasificado según su duración. Desde ese punto de vista, existen tres tipos:

  • Ligero o presíncope, cuando no hay pérdida de la conciencia en estricto sentido, pues lo que se experimenta es un fuerte mareo.
  • Moderado, que es un desmayo por algunos segundos.
  • Severo, el cual dura entre 10 y 15 segundos y puede conducir a una crisis convulsiva.

Síntomas

El síncope vasovagal corresponde al 75 % del total de los casos de síncope. La mayoría de las veces tienen lugar en pacientes sanos. Casi todos ellos tienen una presión arterial normal, aunque un pequeño grupo presenta una condición llamada hipotensión ortostática .
Los síntomas que suelen preceder a este tipo de síncopes son, entre otros:

  • Bostezos.
  • Debilidad.
  • Calor.
  • Ansiedad e hiperventilación.
  • Mareo.
  • Vértigo.
  • Náuseas.
  • Palidez.
  • Palpitaciones.
  • Disminución del campo visual.
  • Zumbido o sensación de taponamiento en los oídos.
  • Dificultad para respirar y sensación inminente de desmayo.

No siempre se presentan estos síntomas previos, sino que en ocasiones la pérdida de conciencia es súbita. Durante el desmayo, es habitual que haya palidez, piel fría, gran sudoración y pupilas dilatadas. Tras un momento de confusión mental y desorientación, la conciencia se recupera paulatinamente. En algunos casos, hay incontinencia fecal o urinaria durante el desmayo.

Causas

La ciencia no ha descifrado completamente las causas del síncope vasovagal. Se sabe que, durante el episodio, la sangre se concentra en las piernas, lo cual lleva a que la presión arterial disminuya y se produzca el desmayo, por falta de flujo sanguíneo hacia el cerebro.

Los factores que influyen para que esto ocurra son, entre otros:

  • Permanecer mucho tiempo de pie.
  • Exponerse a una fuente de calor por un largo tiempo.
  • Someterse a una extracción de sangre o ver sangre.
  • Realizar un gran esfuerzo.
  • Hambre.
  • Falta de aire.
  • Cambio de altitud.
  • Olores fuertes.

También es muy frecuente que el síncope obedezca a cambios bruscos de posición o estrés emocional. De la misma manera, en algunos casos el factor desencadenante es el consumo de alcohol, la falta de sal en la dieta o la alergia a algunos medicamentos.

Tratamientos disponibles

Cuando el síncope vasovagal se presenta de forma aislada, generalmente no recibe más tratamiento que la recuperación inmediata tras el desmayo. Lo más adecuado es acostar a la persona y levantarle las piernas, para que la circulación vuelva a fluir normalmente.

En los casos de síncopes recurrentes, lo mejor es consultar al médico, quien probablemente realizará una prueba de esfuerzo y/o una prueba de inclinación. A partir de esto, recomendará un tratamiento farmacológico o sugerirá cambios en el estilo de vida para evitar nuevos episodios.

En algunos casos, por ejemplo, se hace necesario utilizar medias de compresión para disminuir la acumulación de sangre en las piernas.


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