8 tips para mejorar la convivencia familiar
Revisado y aprobado por el psicólogo Bernardo Peña
La convivencia familiar nunca es fácil. Sin embargo, se puede trabajar para que fluya de la mejor manera posible. La idea no es pretender vivir sin conflictos, sino aprender a sobrellevarlos de tal manera que se superen las situaciones difíciles y no se genere mayor malestar.
En el día a día es habitual que se generen situaciones complicadas y que estas se repitan con cierta frecuencia. Se trata de algo normal. Ahora bien, no por el hecho de que sean algo habitual y normal, en cierta medida, quiere decir que debamos dejarlas pasar. Al contrario, hay que prestarles la debida atención y gestionarlas para así mantener sanos los vínculos familiares.
En este artículo explicamos 8 claves fundamentales para una convivencia familiar saludable. Te ayudarán a superar las inevitables crisis y a disfrutar todos juntos de los éxitos de cada uno.
Ante todo, hablar
La base de todo entendimiento está en la comunicación. Si los problemas no se hablan, sino que se dejan ahí, sin resolver, suelen acumularse y causar conflictos mayores más adelante.
Si un miembro de la familia tiene un problema, hay que animarle a compartirlo, sobre todo si es un problema estrictamente familiar. Así, podemos buscar la solución todos juntos.
Pero cuidado, eso tampoco quiere decir que no debamos respetar las emociones de cada uno. Es importante respetar el espacio que el otro necesita, sobre todo si se trata de un problema privado.
Establecer momentos para la convivencia familiar
A veces, los horarios laborales son complicados y dificultan que existan momentos en común. No obstante, debemos procurar encontrarlos, no solo para la comida, sino también para disfrutar de actividades juntos como ver una película, escuchar música, bailar, hacer ejercicio, etc.
Respetar la intimidad
Tan importante como buscar momentos de convivencia familiar es saber respetar la intimidad de cada miembro de la familia. Una de las cuestiones que más conflictos causa es la de no dejar que cada persona tenga su espacio privado y su propia manera de hacer las cosas. Una vez se establecen unas pautas generales, cada cual debe tener la libertad de implementarlas a su manera.
También hay que respetar que, algunos días o momentos, algún miembro de la familia puede sentir la necesidad de estar solo consigo mismo.
La convivencia en casa siempre se puede mejorar. La cuestión está en querer hacerlo, informarse bien cómo lograrlo y solicitar ayuda de un psicólogo o terapeuta familiar en caso de ser necesario.
Repartir las tareas
Llevar una familia implica numerosas tareas que, desde bien pequeños, los niños pueden aprender. El reparto dependerá de la edad y la disponibilidad, pero todos deberían colaborar en las tareas domésticas sin necesidad de tener que recibir premio o recompensa por ello.
En relación a los más pequeños, lo que podemos hacer es conseguir que las tareas se conviertan en algo divertido. De esta forma, no lo verán como una carga.
Saber pedir disculpas
¡Cuánto cuesta pedir disculpas! No es fácil, en absoluto, pero es imprescindible para una convivencia familiar sana. Dice el refrán que “equivocarse es humano, y rectificar es de sabios”. Hay que vencer el orgullo, reconocer el error. La recompensa es alivio, comprensión y hasta alegría para las personas implicadas.
El que pide disculpas se “quita un peso de encima”. Por otro lado, el que disculpa tiene la posibilidad de hacerlo y se reafirma en muchos sentidos, desarrollando así su empatía y compasión.
Celebrar juntos los éxitos
Cada éxito de un miembro de la familia, es una alegría para todos. No deberíamos dejar pasar la oportunidad de celebrar cada pequeño logro. No es necesario preparar una fiesta, pero se puede preparar una comida especial, sorprender con un detalle o, simplemente, compartir la alegría todos juntos. La felicidad de los buenos momentos dará la fuerza y unión para sobrellevar mejor lo malos.
No perder nunca el respeto
El respeto es fundamental en todas las familias, sobre todo a las personas mayores y a los padres. No obstante, debe existir respeto de todos hacia todos.
El respeto se enseña con el ejemplo. Así, por ejemplo, no se puede pedir respeto a los hijos si entre el padre y la madre se está faltando continuamente. Aunque haya enfados o discusiones, la falta de respeto no debe permitirse nunca.
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Evitar las discusiones
Aunque siempre surgen problemas, una cosa es hablar para intentar resolverlos y otra muy distinta es discutir, algo muy dañino para la convivencia familiar. Las discusiones afectan a todos los miembros de la familia, incluso a los más pequeños, aunque a veces pensemos que ellos no comprenden lo que pasa.
Si en algún momento sentimos que estamos nerviosos, debemos tomarnos un tiempo hasta que notemos que nos relajamos. Solo entonces volveremos a encarar el problema, con calma y sensatez. Las cosas nunca se verán tan terribles al día siguiente.
Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.