A veces, todo lo que necesitamos es un abrazo que nos arrope el alma
Escrito y verificado por el psicólogo Bernardo Peña
Un abrazo es una expresión de afecto, de reconocimiento, de cariño y de aprobación. Es un “todo va bien” y un “estoy contigo” que cada uno de nosotros necesitamos sentir a menudo.
En esta ocasión, queremos ahondar en el valor de practicar con regularidad estas muestras de cariño. Estas van más allá de un simple contacto de nuestros cuerpos, de poner un corazón frente a otro corazón. Es ofrecer reciprocidad y arropar el alma.
¿Eres de los que da un abrazo diario a sus seres queridos? Reflexionemos.
Los abrazos que reparan y alivian miedos
Empezaremos hablando de esos abrazos que tienen la facultad de resolver problemas casi sin la necesidad de palabras. Seguro que también tú tendrás más de una experiencia en la cual, después de una discusión con tus hijos o tu pareja, ya no sabes qué hacer.
A menudo, surgen muchas diferencias en nuestro día a día con los nuestros donde las palabras se cargan de tensión. Llegamos a un punto en que la mente ya no puede pensar. Sin embargo, quedan las sensaciones, la emoción de que queremos a esa persona y que nos “duele” no llegar a una solución.
Algo tan sencillo como dar un abrazo puede aplacar de inmediato toda tensión, toda sensación de estrés y desesperación. De pronto, todo encaja: nuestros cuerpos, nuestras emociones y afectos.
Otro dato a tener en cuenta es que en las relaciones de pareja es muy común pasar por esas épocas en que tenemos dudas, miedos, preocupaciones…
Momentos en que de verdad necesitamos un abrazo
- Hay momentos en los que la relación de pareja cae en la rutina. Todos los días son iguales y, de algún modo, perdemos esa magia de antaño. Y ese es el momento en el que aparecen las dudas.
- Empezamos a tener miedos, nos preguntamos si nuestras parejas nos seguirán queriendo, si nos seguirán deseando y si la relación seguirá manteniendo la fuerza de siempre.
- Es entonces cuando aflora la necesidad de demostrar autenticidad. Hay días en que no nos basta ese “claro que todo va bien”, “claro que te sigo queriendo, qué pensamientos tienes”. No queremos palabras, necesitamos hechos. Y nada mejor que un largo y silencioso abrazo.
Ten en cuenta que hay abrazos y abrazos. Cuando nos lo ofrezcan debemos percibir que es auténtico, sentido y real. Es entonces cuando los miedos se evaporan, cuando el universo entero se organiza y todo adquiere gran trascendencia.
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Lo que nos une con lo que más amamos es un abrazo
El mejor abrazo es el que llega cuando se necesita. Cuando encontramos esa expresión que define quien forma parte de nuestra vida y de nuestro corazón.
- A menudo, suelen hacerse experimentos callejeros donde una persona anónima “regala abrazos”. Es algo positivo que ofrece cercanía. No obstante, los auténticos abrazos, los abrazos más terapéuticos, son los que vienen de las personas que amamos.
- Si un abrazo nos une al mundo es porque viene de alguien que nos es significativo. Pensemos, por ejemplo, qué sería de los niños si no tuvieran ese contacto físico constante, esas caricias, esos abrazos de buenos días y buenas noches.
- Un abrazo es la forma en que reconocemos a la persona, al niño o al anciano para darle raíces. Eres parte de mí y te reconozco, te quiero y te envuelvo en mis brazos porque eres parte de mi alma.
- Nada puede ofrecer tanto alivio como un abrazo que llega en su momento y que se ofrece con sinceridad. El corazón se enciende, se fortalece la autoestima y podemos llegar a tener una sensación placentera.
Abracemos, no esperemos siempre al otro
En ocasiones, las personas nos quejamos de que los niños o nuestras parejas son algo “secas”. Parecen no necesitar de esas muestras de cariño, e incluso nos rehuyen.
Tranquilo, es parte de su personalidad. Por el contrario, el que no los ofrezcan no significa que no los necesiten o no los aprecien. Hay personalidades a las que no les resulta fácil esta expresividad emocional y no se atreven, no se ven con ánimos.
- Por su parte, los niños, al llegar a una edad, relacionan los abrazos con esas muestras que les devuelven a sus días de infancia, cuando ahora luchan por su independencia.
- No te preocupes, no te enfades con ellos ni pienses que no te quieren. Lo creas o no, un abrazo repentino, furtivo e intenso siempre les arrancará una sonrisa y un sonrojo en las mejillas.
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Todos necesitamos un abrazo diario, o un abrazo esporádico para reforzar vínculos. Con ello recordamos un “estoy aquí, contigo y nunca dejaré de quererte, eres lo mejor de mi vida”.
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