Abulia: síntomas y tratamientos
Escrito y verificado por la psicóloga Maria Fatima Seppi Vinuales
“No tengo fuerzas para nada”, “no me interesa”, “intento, pero no puedo”. Esas son las frases más frecuentes que dicen los pacientes en las sesiones de consulta. Al mismo tiempo, es lo que de conoce como abulia.
La abulia cobra la forma de la apatía en extremo y se manifiesta en la falta de interés, voluntad y energía para realizar cualquier actividad. Se trate de algo sencillo o de algo más complejo, dependiendo del caso particular.
Síntomas asociados a la abulia
Algunos de los síntomas que permiten dar cuenta de la presencia de abulia son los siguientes:
- Falta de motivación y de interés para realizar cualquier tipo de actividades, tanto aquellas que daban placer como las que resultan más rutinarias, como las laborales o académicas.
- Pérdida de la capacidad para el placer.
- Reconocimiento de que se deben realizar ciertas actividades o que se deben empezar ciertas cosas, pero que nunca se logran concretar. La abulia desemboca en la procrastinación.
- La pérdida de interés también se manifiesta en el plano de las relaciones. Por lo que hay dificultades a nivel comunicativo (no se interactúa, se contesta con monosílabos, no se inicia ni continúa un diálogo). Del mismo modo, disminuye o se pierde el interés sexual.
- También puede haber un descuido o abandono de la higiene personal.
- Embotamiento emocional: por lo que puede haber indiferencia o dificultades para dar una respuesta adecuada a las situaciones que se viven.
- Hay enlentecimiento en los movimientos o inhibición motriz.
Respecto a la gravedad del síntoma, su presencia no es un problema en sí, ya que muchas veces en nuestra vida podemos experimentar dificultad para iniciar una acción o para sentirnos motivados. El problema radica en su persistencia en el tiempo.
Por otro lado, es importante saber que la abulia es parte de los trastornos del estado de ánimo, como el distímico o el depresivo.
¿Qué la causa?
Respecto a las causas, como casi todas las situaciones o problemas en psicología, no existe un único origen. Por el contrario, depende también de qué trastorno estemos refiriendo.
En determinados casos se habla de alteraciones neuroendocrinas (por una mayor producción de cortisol). O bien, a nivel neurológico, hay hallazgos que se refieren a afectaciones estructurales o funcionales de diferentes áreas del cerebro, como lesiones en los ganglios basales.
En los trastornos del estado de ánimo, como la depresión, se sabe que se producen alteraciones en los neurotransmisores serotonina, noradrenalina y dopamina. Por eso, una opción es trabajar el síntoma a nivel farmacológico con antidepresivos.
Pero también podría aparecer junto a factores psicológicos o psicosociales, cuando la presencia prolongada e intensa de situaciones de estrés o experiencias de trauma suelen ser habituales.
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¿Cómo se diagnostica la abulia?
A partir de reconocer la complejidad del fenómeno y su posible multicausalidad, el diagnóstico debe ser integral, indagando a nivel neurobiológico y psicológico.
Es importante reparar en los aspectos individuales, reconstruyendo la historia de vida del paciente y posibles eventos adversos que puedan estar incidiendo. También reconocer si existen o no factores sociales que puedan haber desencadenado la abulia o puedan estar reforzándola.
Para la elaboración del diagnóstico, las entrevistas con el paciente son de suma importancia, pero también puede resultar esclarecedor el testimonio de familiares. Siempre que se pueda contar con la mayor información posible se podrá orientar mejor el plan terapéutico.
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Tratamientos disponibles
El tratamiento depende mucho del diagnóstico al que se haya llegado. Como se mencionó, la abulia es parte de diferentes trastornos. En general, puede hacerse una combinación entre psicoterapia y farmacología, si se considera necesario.
En cuanto al tipo de terapia, si bien existen múltiples abordajes, la cognitiva es una de las más empleadas, ya que trabaja sobre la reestructuración de las creencias y pensamientos que el paciente puede tener acerca de sí mismo y de su estado actual. Asimismo, la activación conductual también forma de las intervenciones empleadas.
Por otro lado, la psicoeducación también es muy importante, tanto para facilitar la comprensión del problema como para convertir al paciente en protagonista de su cambio. Esto le permite tomar medidas de autocuidado y mejorar progresivamente su calidad de vida.
Consejos para que la abulia no controle tu vida
Una de las mayores dificultades de la abulia tiene que ver con el círculo vicioso que se establece. Por ejemplo, como la persona pierde interés en sus relaciones, esto le provoca desánimo, lo que refuerza aún más la abulia. Es importante llevar a cabo pequeñas acciones para interrumpir ese espiral.
El hecho de pedir ayuda ya representa un reto para las personas que presentan abulia. En general, la apatía misma en la que se encuentran, una baja autoestima y la inhibición emocional funcionan como obstáculos.
1. Celebrar los pequeños logros
Para las personas con abulia, cualquier cosa, por mínima que parezca, resulta una misión difícil. Por eso se debe procurar involucrarlos en actividades pequeñas y realistas, de manera gradual.
Por ejemplo, pedirle que salga a caminar 30 minutos en el día. Si lo consigue, se debe valorar y celebrar ese logro, motivando y apoyando para que continúe en la misma dirección.
2. Introducir nuevos hábitos
También es muy importante enfocarse en buenos hábitos, como una alimentación equilibrada, algo de actividad física y una higiene del sueño. En psicoterapia suele trabajarse a través de la programación de actividades diarias, como una de las técnicas de intervención posibles, permitiendo que el paciente reciba algunos refuerzos cada vez que consigue cumplirlas.
3. Alentar (y acompañar) la realización de actividades
Las personas con abulia no querrán participar de ninguna actividad, ya que han perdido la motivación. Sin embargo, quienes los rodean deben alentarlos a que acepten propuestas, aunque estén desganados. De ese modo es más fácil regularizar la situación y recuperar el interés.
La familia y los afectos pueden acompañar, brindando apoyo emocional, incentivando la socialización, alentando a hablar y expresando sus emociones y sentimientos.
Como parte de la recuperación, los planes trazados suelen incluir no solo al terapeuta y al paciente, sino al sistema familiar.
La abulia no se soluciona de la noche a la mañana
Trabajar con la abulia requiere que tengamos paciencia. Los pasos son pequeños, pero conseguir darlos y ponerse en movimiento es un logro enorme.
Es clave ser realistas en las metas y en el tratamiento propuesto, de tal modo que no se genere frustración. Pero es igualmente importante contar con un entorno de apoyo que pueda acompañar a la persona en el camino a sentirse mejor, ya que el aislamiento empeora el cuadro.
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