14 alternativas al ibuprofeno: opciones naturales y médicas

Personas con úlceras gástricas, gastritis o insuficiencia renal pueden requerir alternativas para no consumir ibuprofeno. También es posible preferir opciones naturales por decisión personal.
14 alternativas al ibuprofeno: opciones naturales y médicas
Leonardo Biolatto

Revisado y aprobado por el médico Leonardo Biolatto.

Escrito por Leonardo Biolatto

Última actualización: 09 febrero, 2025

El ibuprofeno es un antiinflamatorio no esteroideo (AINE) que se utiliza para aliviar el dolor, reducir la fiebre y disminuir la inflamación. Es uno de los fármacos más comercializados en el mundo y está disponible en venta libre en casi todos los países.

A pesar de su eficacia, puede causar efectos secundarios. Es responsable de dolor abdominal, gastritis y úlceras. Menos frecuentes son las reacciones neurológicas y las alérgicas. En uso prolongado o excesivo podría afectar la función renal y aumentar el riesgo cardiovascular.

En la práctica, existen situaciones en las que puede ser preferible reemplazar el ibuprofeno por otras alternativas, ya sea por contraindicaciones, intolerancia o decisión particular. Algunas de estas alternativas son las siguientes:

1. Paracetamol

El paracetamol o acetaminofén es un analgésico y antipirético. No tiene propiedades antiinflamatorias significativas, lo que lo diferencia del ibuprofeno. Así que lo puede reemplazar solo para aliviar el dolor y reducir la fiebre, pero no en otros contextos.

Se consigue en comprimidos, cápsulas, soluciones orales y supositorios. La dosis recomendada para adultos es de 500 a 1000 mg cada 6 horas, sin exceder los 4 gramos al día. En niños se debe ajustar la cantidad según el peso y la edad.

El uso excesivo puede ocasionar insuficiencia hepática. Su empleo durante el embarazo y lactancia se considera seguro.

2. AINEs tópicos

Los antiinflamatorios no esteroideos tópicos son una alternativa en el tratamiento del dolor musculoesquelético. Estos medicamentos se aplican directamente sobre la piel de la zona afectada, sin tener que tomar pastillas.

Son eficaces para aliviar el dolor agudo y crónico de esguinces, distensiones y osteoartritis. La ventaja es que se evitan los efectos adversos gastrointestinales.

El diclofenaco es el principio activo más usado en forma tópica dentro de este grupo de fármacos. Se lo consigue en geles, crema y parches. Los efectos adversos que pueden ocurrir son leves, como irritación o dermatitis en el sitio de aplicación.



3. Ortiga

La ortiga (Urtica dioica) contiene compuestos bioactivos, como flavonoides y polifenoles, que actúan como antioxidantes y antiinflamatorios. Estos compuestos ayudan a neutralizar los radicales libres, reduciendo la inflamación y el dolor.

Se puede consumir té de ortiga. Lo preparas con 1 cucharada de hojas secas de la planta y 1 taza de agua hirviendo.

También se comercializan cápsulas en herbolarios o tiendas naturistas. La dosis común es de 400 mg, de 2 a 3 veces al día. Además, las hojas frescas pueden aplicarse directamente sobre la piel para aliviar dolores musculares o articulares, aunque con suma precaución, debido al riesgo de irritación.

Se deben considerar los efectos alérgicos de la ortiga al contacto con la piel. Por otro lado, puede interactuar con medicamentos para la presión arterial o para la diabetes.

4. Cúrcuma

El principal compuesto activo de la cúrcuma, la curcumina, es conocido por sus propiedades antiinflamatorias y antioxidantes. Inhibe varias enzimas y moléculas que promueven la inflamación, como las citoquinas y las prostaglandinas.

En la cocina se usa como especia. Por su parte, el té se prepara con 1 cucharadita de cúrcuma en polvo y 1 taza de agua caliente.

En las tiendas se consiguen suplementos en cápsulas o tabletas, con dosis recomendadas que varían entre 400 mg y 2000 mg al día. Por último, se pueden hacer pastas con cúrcuma en polvo y agua para aplicar sobre áreas inflamadas o doloridas.

En algunas personas puede causar malestar estomacal o diarrea. Además, interfiere con medicamentos anticoagulantes y antidiabéticos.

5. Árnica

La árnica (Arnica montana) es una planta medicinal, conocida por sus propiedades antiinflamatorias y analgésicas. Se utiliza para tratar lesiones y dolores musculares.

Contiene compuestos activos, como helenalina, lactonas sesquiterpénicas, flavonoides y ácidos fenólicos. Estos compuestos reducen la inflamación y el dolor en los tejidos afectados, favoreciendo la circulación sanguínea y acelerando la cicatrización de heridas menores.

Se consigue en cremas o geles que se aplican sobre la piel de la zona afectada, de 2 a 3 veces al día. Las infusiones que existen son solo para uso externo y no para tomar.

La árnica no debe ser ingerida, pues ocasiona dolor abdominal, diarrea y vómitos. Tampoco se debe aplicar sobre heridas abiertas o piel dañada. Y es preferible evitarla en el embarazo y la lactancia.

6. Capsaicina

La capsaicina es un compuesto activo que se encuentra en los chiles y pimientos picantes. Actúa sobre los receptores de dolor de las neuronas sensoriales. Inicialmente, provoca ardor o picor, pero con aplicaciones continuas desensibiliza los receptores, lo que lleva a una disminución de la percepción del dolor.

Se consiguen cremas o geles en concentraciones del 0,025 % al 0,25 %. Han de aplicarse varias veces al día. Los parches contienen una concentración más alta (hasta el 8 %).

Puede causar ardor, picazón o escozor en el sitio de aplicación, especialmente al inicio del tratamiento. Los síntomas suelen disminuir con el uso continuo.

7. Eucalipto

El eucalipto (Eucalyptus globulus) es una planta con propiedades antiinflamatorias, analgésicas y antimicrobianas. Contiene aceites esenciales, siendo el eucaliptol (1,8-cineol) su componente más activo.

Las infusiones para tomar se preparan con hojas secas y se recomienda beber hasta 3 tazas al día. También se pueden inhalar los vapores de las hojas en agua caliente para descongestionar las vías respiratorias. En forma tópica, el aceite esencial sirve para masajear las áreas doloridas.

Entre sus reacciones adversas, hay que considerar la irritación en la piel o las mucosas. También provoca náuseas, vómitos o diarrea.

Puede disminuir la eficacia de ciertos medicamentos, como los sedantes o los antiepilépticos. No se recomienda su uso durante el embarazo y la lactancia ni en niños menores de dos años.

8. Aceite de pescado

El aceite de pescado es un suplemento dietético rico en ácidos grasos omega-3, especialmente ácido eicosapentaenoico (EPA) y ácido docosahexaenoico (DHA). Actúa modulando la producción de citoquinas y eicosanoides, que son moléculas involucradas en la inflamación.

Hoy es posible comprar aceite de pescado en las siguientes formas:

  • Aceite líquido: para ser consumido directamente o añadido a alimentos.
  • Cápsulas o tabletas: como suplementación, con dosis que varían entre 500 mg y 3000 mg al día.

Puede causar malestar estomacal, náuseas o diarrea en grandes cantidades. Aumenta el riesgo de sangrado si se toma junto con medicamentos anticoagulantes o antiplaquetarios. Las personas alérgicas al pescado no deberían consumirlo.

Algunos aceites pueden contener contaminantes, como mercurio. Así que es importante elegir productos de alta calidad.

9. Glucosamina

La glucosamina es un componente natural del cartílago. Tiene algunas propiedades antiinflamatorias y analgésicas cuando se consume como suplemento, lo que puede aliviar el dolor asociado con la artrosis y mejorar la movilidad en las articulaciones afectadas .

Los resultados de su consumo pueden variar entre distintos pacientes. Y su efecto puede tardar varias semanas en manifestarse.

Se consigue en cápsulas o tabletas para tomar 1500 mg al día . También se comercializa un p olvo, que puede disolverse en agua y tomarse una vez al día, con las comidas.

Como la glucosamina se deriva frecuentemente de crustáceos, las personas con alergia a estos alimentos deben evitar su uso . Tampoco hay suficiente seguridad de que sea inocua para pacientes con i nsuficiencia renal o hepática, embarazadas o lactantes.

10. Bromelina

La bromelina es una enzima extraída del tallo y la fruta de la piña. Tiene propiedades antiinflamatorias y analgésicas. Se utiliza como complemento en el tratamiento de diversas condiciones, incluyendo artritis, lesiones deportivas y dolor posoperatorio. Su efecto antiinflamatorio puede ser comparable al de algunos AINEs.

La forma más natural de consumir bromelina es a través de la piña fresca. Sin embargo, no se alcanzarán dosis suficientes para tener un efecto analgésico. Por eso vienen suplementos, que se usan en una dosis diaria de entre 500 mg y 800 mg. También está disponible en cremas y pomadas que se pueden aplicar directamente sobre la piel para esguinces, mialgias y quemaduras.

Está contraindicada en personas con alergia a la piña o a los mariscos. No se recomienda su uso durante el embarazo o lactancia, debido a la falta de estudios suficientes sobre su seguridad. Por otro lado, puede aumentar el riesgo de sangrado, por lo que las personas con trastornos hemorrágicos o que estén tomando anticoagulantes deben consultar a un médico antes de emplearla.

11. Acupuntura

La acupuntura es una práctica terapéutica de la medicina tradicional china que implica la inserción de agujas muy finas en puntos específicos del cuerpo. Se utiliza para tratar diversas afecciones, incluido el dolor.

Esta práctica estimularía la liberación de endorfinas y encefalinas, neurotransmisores que ayudan a reducir el dolor . También activaría fibras nerviosas específicas que envían señales al sistema nervioso central.

Siempre debe realizarse con un especialista y, aunque es segura para la mayoría, se contraindica en pacientes con trastornos hemorrágicos o los que toman anticoagulantes. Algunas personas pueden experimentar hematomas en los sitios de inserción.

12. Yoga

El yoga puede ser eficaz para reducir el dolor, especialmente el lumbar. La práctica regular puede mejorar la funcionalidad y la postura.

La disciplina también incorpora técnicas de respiración y meditación que ayudan a reducir el estrés. Dicha disminución puede alterar positivamente la percepción del dolor, haciéndolo más manejable.

Es recomendable comenzar con clases dirigidas por un instructor calificado. Se sugieren 2-3 veces por semana para obtener beneficios.

13. Fisioterapia

La fisioterapia se presenta como una alternativa al uso del ibuprofeno en el manejo del dolor crónico y la mejora de las molestias asociadas a problemas de movilidad y postura. Los fisioterapeutas utilizan una variedad de técnicas, que incluyen ejercicios de fortalecimiento, estiramientos, manipulación y movilización de tejidos blandos, para alcanzar el objetivo .

A diferencia del medicamento, que puede causar efectos secundarios gastrointestinales , con la fisioterapia no hay riesgos directos asociados. Solo es necesario acudir a un profesional certificado y tener la prescripción de la práctica sin que haya contraindicaciones.

14. Terapia cognitivo-conductual o TCC

La TCC ayuda a los pacientes a desarrollar estrategias de afrontamiento personalizadas. Se trabaja en la reestructuración de los pensamientos negativos relacionados con el dolor para disminuir su percepción y mejorar la calidad de vida. El proceso es guiado por un profesional de la salud mental.

Con la TCC se promueven cambios duraderos en el comportamiento y la forma de pensar. Ello podría disminuir el riesgo de padecer recaídas.

Ayuda a los pacientes con dolores crónicos, como complemento a otras terapias. También permite abordar los dolores que se derivan de estados emocionales potentes. Y es  considerada una terapia de primera elección, junto con el ejercicio físico, para la fibromialgia.



Las alternativas al ibuprofeno son eso: alternativas

La búsqueda de alternativas al ibuprofeno, tanto naturales como médicas, se presenta como opción para quienes desean manejar el dolor y la inflamación de otra manera, ya sea por preferencia o por contraindicaciones. Sin embargo, cada persona es diferente y la respuesta a estos tratamientos puede variar.

Es recomendable consultar con un profesional de la salud antes de iniciar cualquier nuevo abordaje del dolor o la inflamación. El ibuprofeno sigue siendo seguro cuando se consume de manera adecuada y solo por el tiempo óptimo. Para lograrlo, el asesoramiento médico es fundamental.


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