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Apego ambivalente: qué es y cuáles son sus consecuencias

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En el apego ambivalente se produce una sensación de inseguridad y miedo al abandono. Los niños pueden mostrarse alterados si sus cuidadores no están cerca, pero no se consuelan cuando estos regresan.
Apego ambivalente: qué es y cuáles son sus consecuencias
Maria Fatima Seppi Vinuales

Escrito y verificado por la psicóloga Maria Fatima Seppi Vinuales

Última actualización: 25 mayo, 2023

¿Has escuchado hablar sobre el apego ambivalente? En primer lugar, cabe recordar que el apego es el vínculo afectivo y emocional que se establece entre un bebé y su cuidador, o bien, entre una persona y otra. Está caracterizado por la búsqueda de proximidad, apoyo e interacción íntima. Además, tienden a desarrollarse desde edades tempranas.

A partir de distintas investigaciones (Bowlby, Ainsworth, Main, como referentes principales), se estableció que el apego impacta en la idea que la persona tiene sobre sí misma, sobre la figura de apego y sobre la relación en sí. Estos son los llamados «modelos internos activos», que luego tienden a trasladarse a otras relaciones.

Cuando la relación de apego está bien establecida, se desarrollan sentimientos de confianza y seguridad, y se aprende sobre empatía, comunicación y autoestima. Sin embargo, esto no siempre va en dicho sentido y puede tener bases débiles. Por tanto, las relaciones se vuelven inestables o conflictivas. Veamos entonces qué es el apego ambivalente.

Teoría del apego ambivalente

A partir de la investigación realizada en la «situación extraña», llevada a cabo por Ainsworth, se detectaron distintos tipos de apego. Entre ellos, el seguro, el inseguro evitativo y el inseguro ambivalente. Además, posteriores investigaciones de Main y Solomon identificaron un cuarto tipo, que es el apego desorganizado.

Respecto al apego seguro, se presenta en aquellas situaciones en donde los niños buscan el contacto con su figura cuidadora, son capaces de expresar su malestar y angustia, al mismo tiempo que pueden retomar su actividad de exploración.

Respecto al apego ambivalente, se refiere a los casos en que la conducta es ambigua, es decir, hay interés por retomar el contacto, al mismo tiempo que se evita cuando aparece. Hay una tensión entre proximidad y resistencia. En el caso del patrón de apego evitativo, el niño parece no sentir angustia y rechaza a su figura de cuidado cuando aparece.

Ejemplos de apego ambivalente

Algunas conductas en las que podemos detectar el apego ambivalente son las situaciones en donde el niño o la niña siente inseguridad ante la ausencia de su cuidador, pero cuando este regresa, se acerca tanto como lo rechaza.

En los casos adultos se refleja en las relaciones en las que hay «idas y vueltas» o se muestra interés pero también rechazo. De igual manera, hay una demanda de contacto, atención y proximidad, que cuando uno de los miembros no la tiene, busca que el otro se sienta culpable.

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El apego ambivalente tiende a manifestarse desde la infancia.

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Causas del apego ambivalente

Para entender las causas de esta forma de apego es necesario pensar más allá del nivel individual y relacional, ya que también contribuyen los elementos contextuales. Por ejemplo, se dice que la base de un apego ambivalente tiene que ver con la inconsistencia o la no disponibilidad en la respuesta de la figura del cuidador ante las demandas del niño o la niña.

Cuando la explicación solo enfoca este aspecto, pareciera ser responsabilizante y culpabilizante. Sin embargo, también es preciso analizar cuáles son las condiciones y los impedimentos para establecer vínculos saludables. No hay que perder de vista la influencia de los diferentes sistemas y del contexto.

¿Cuáles son las características del apego ambivalente?

En el apego ambivalente el comportamiento típico es que los niños y las niñas se muestran angustiados e inseguros ante la presencia de extraños, incluso llegando al llanto. Sin embargo, cuando los padres regresan, no  encuentran consuelo, continúa la angustia y tienen un comportamiento oscilante entre la aproximación, el alejamiento y el rechazo.

El niño interpreta el vínculo como intermitente y eso le genera inseguridad, ya que entiende que a veces recibe atención y a veces no, y el problema es esa incerteza de no saber cuándo. Inconsistencia podría ser la palabra que sintetiza este tipo de apego.

¿Cuáles son sus consecuencias?

La teoría del apego tiene como principal punto de partida que este define la base de lo que serán las relaciones futuras, al mismo tiempo que tiene un impacto a nivel personal, en temas como la autoestima y la seguridad.

Distintos autores hacen énfasis en que existe un paralelismo entre las experiencias relacionales de los adultos y la teoría del apego. Por eso, desde esta idea, se considera que quienes tienen un estilo ambivalente son los adultos inseguros, desconfiados, con temor a ser abandonados y a quienes les cuesta comprometerse en relaciones.

Incluso, en algunos estudios se habla de la presencia de conductas de hipervigilancia. También se registra la presencia de ansiedad, fuerte necesidad de cercanía y temor al rechazo y a la separación. Por su parte, Garrido (2006) menciona que las personas con apego ambivalente reportan niveles altos de afecto negativo, con malestar y enojo.

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¿Existe algún tratamiento para el apego ambivalente?

Dado que el apego se relaciona con la capacidad de lectura de los progenitores y cuidadores respecto a las necesidades de los niños y las niñas, las investigaciones sugieren realizar actuaciones vinculadas a la sensibilidad, sobre todo durante primera infancia.

Por otro lado, es necesario trabajar con los adultos que tengan dificultades en el apego (ambivalente, desorganizado o evitativo), en especial en casos de problemas de salud mental. Esto se recomienda para una segunda etapa.

Primero se trata de intervenir en temas específicos, que son más sensibles al cambio, y luego en problemáticas más profundas y de largo alcance, que requieren de mayor tiempo de abordaje.

Asimismo, cuando se trata de una situación ya instaurada, se recomienda la terapia psicológica. En estos casos, se trabaja mucho en aspectos individuales, como la autoestima, la seguridad, la confianza, la dependencia emocional y también sobre los patrones relacionales.

En función de la magnitud de la situación, se puede abordar desde la teoría del trauma, sobre todo ante la presencia de situaciones de violencia.

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La terapia psicológica puede ser necesaria para superar el apego ambivalente y sus consecuencias.

El apego seguro siempre es un factor de protección

Es importante tener en cuenta que la calidad del vínculo es lo que influye en el desarrollo de los niños y las niñas. Como todo vínculo, es la construcción, el tiempo, las sucesivas aproximaciones y los contactos los que favorecen el conocimiento y la comprensión sobre lo que necesita el otro.

El apego seguro siempre será un factor de protección para diferentes circunstancias de la vida. Sin embargo, también es necesario considerar que esto no es algo aislado, sin contacto con el contexto.

En ese sentido, siempre hay que preguntarse cuáles son las condiciones que están influyendo en el desarrollo o el sostenimiento de determinado tipo de vínculo. En las respuestas no será extraño encontrar que, muchas veces, las condiciones económicas y sociales tienen mayor influencia de la que se desearía.

Entonces, resulta oportuno recordar a Bowlby:

«Así como los niños dependen de sus padres para su mantención, hay padres, especialmente madres, que dependen del grueso de la sociedad para obtener recursos económicos. Si una comunidad valora a sus niños, debe valorar a sus padres».

Por lo tanto, pensar en el apego implica también acompañar a las personas que cuidan, a través de recursos como programas de educación parental, políticas de conciliación, apoyo a la familia, empleo, entre otras medidas.


Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.


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