Friedrich Nietzsche, filósofo, "Quien tiene un porqué, puede aguantar casi cualquier cómo"

En medio del ajetreo diario, es muy fácil que tus horas se conviertan en una sucesión de tareas urgentes y obligaciones. Te pasas el día gestionándolas de forma tan intensa que a menudo llegas al final agotado, con la sensación de haber estado muy ocupado, pero sin saber muy bien para qué.
Es aquí donde el pensamiento del filósofo Friedrich Nietzsche resuena con claridad. Su frase “quien tiene un porqué, puede aguantar casi cualquier cómo” recuerda que la motivación nace de tener una dirección clara. Y, así, ningún obstáculo o adversidad es tan grande si se tiene un objetivo.
Esta idea funciona como una herramienta de enfoque que puedes utilizar cada mañana cuando te despiertas. Aunque encontrar tu “porqué” puede sonar abrumador, es posible que aplicar esta sabiduría te ayude a establecer una brújula interna antes de que la vorágine de tareas te arrastre.
1. Define tu “porqué” del día
Antes de revisar el correo o las redes sociales, tómate un momento para responder: “¿cuál es mi principal intención para hoy?”. Más que pensar en el propósito de tu vida, piensa en una única prioridad que sea significativa para las próximas horas.
Tu “porqué” diario podría ser:
- Cuidar tu bienestar físico.
- Estar presente con tu familia.
- Cumplir una promesa que hiciste.
- Avanzar en ese proyecto personal que llevas posponiendo.
2. Elige un “cómo” que lo haga real
Una vez que tienes tu intención, tradúcela en una acción concreta y realista. La pregunta es: “¿qué acción específica honrará mi ‘porqué’ de hoy?”.
- Si tu “porqué” es conectar con tu familia, tu “cómo” podría ser cenar todos juntos sin celulares en la mesa.
- Si tu “porqué” es cuidar tu bienestar, tu “cómo” podría ser hacer una caminata de 30 minutos a la hora del almuerzo.
- Si tu “porqué” es avanzar en tu proyecto, tu “cómo” podría ser dedicar 25 minutos sin distracciones a escribir un borrador.
3. Crea un plan para asegurar la ejecución
Aquí es donde la filosofía de Nietzsche se encuentra con la psicología. Un plan le da a tu cerebro un horizonte claro, reduciendo la necesidad de fuerza de voluntad. El formato es simple: “si (ocurre X), entonces (haré Y)”; por ejemplo:
- “Si el reloj marca las 13:00, entonces me pondré las zapatillas y saldré a caminar”.
- “Si son las 20:00, entonces pediré a todos que dejen sus teléfonos al momento de cenar”.
- “Si llego a casa del trabajo, entonces pondré el celular en modo avión y me sentaré a escribir 25 minutos”.
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Los límites del “porqué”
Es crucial entender esta idea en su contexto. La frase de Nietzsche no te anima a soportar condiciones de trabajo insostenibles o un nivel de estrés perjudicial. Es decir que el “porqué” no es un cheque en blanco para el sufrimiento.
Por el contrario, es una herramienta de claridad. Cuando tienes tu “porqué” definido, se vuelve mucho más fácil identificar qué cosas de tu día a día no contribuyen a él. Así, te da una perspectiva para simplificar o eliminar aquellas tareas que solo te agotan y te desvían de lo que en realidad te importa.
Entonces, en lugar de añadir más presión a tu mañana, el objetivo es el opuesto; es decir, darte una referencia que te guíe a través del caos. Ten presente que una sucesión de días vividos con intención es, en esencia, la construcción de una vida con sentido. Por lo tanto, antes de comenzar tu día, pregúntate: “¿cuál es mi ‘porqué’ de hoy?”. Elige una cosa y conviértela en tu prioridad.
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