El secreto de Wim Hof para fortalecer el sistema inmune en los meses más fríos

Se suele creer que el invierno trae consigo numerosos resfriados e infecciones respiratorias, pero puede ser todo lo contrario. Si te animas a meterte bajo el agua fría cuando la temperatura ambiental es de apenas unos pocos grados, puedes fortalecer tus defensas. Aunque parezca contradictorio, este método de Wim Hof tiene sus beneficios.
El atleta extremo propone esta práctica como un modo de entrenamiento del cuerpo para mejorar el sistema inmunológico. Más allá de ser un mito o tendencia, hay datos que respaldan sus efectos.
Un ensayo clínico mostró que quienes practicaban duchas frías tenían un 29% menos de ausencias laborales por enfermedad. Aunque en dicho estudio la exposición al frío no redujo el número de días con síntomas de malestar, sí reveló que puede ayudar a tolerarlos mejor y acelerar la recuperación.
Qué hace el frío en el cuerpo
El frío activa en el organismo mecanismos importantes de adaptación. Ante el choque térmico, se produce vasoconstricción periférica, es decir, se reduce el flujo de sangre en los vasos de la piel y de las extremidades. La sangre es llevada al centro del cuerpo para preservar el calor en los órganos internos. Con la práctica, esta respuesta se vuelve más eficiente.
Además, el frío puede modular la actividad de ciertos glóbulos blancos y aumentar la producción de noradrenalina, un neurotransmisor vinculado a la regulación del sistema inmune. Por ello, se cree que el estrés controlado entrena al cuerpo para que responda mejor ante posibles infecciones.
El componente metabólico también entra en acción. El cambio de temperatura estimula la activación de grasa parda, un tejido que genera calor y mejora la sensibilidad a la insulina. Aunque todos estos efectos son graduales, forman parte de una adaptación integral del organismo.
Cómo iniciar tu entrenamiento con frío sin sufrir
Debes ir poco a poco. No se trata de soportar mucho tiempo bajo un chorro de agua fría, sino de permitir que tu cuerpo vaya adquiriendo resistencia gradualmente. Empieza tu ducha con agua templada y, solo al final, cierra el agua caliente durante 15-30 segundos.
Durante esos segundos fríos, mantén una respiración natural. Evita hiperventilar o contener el aire, eso solo aumentará la tensión. Respira con normalidad, aunque sientas el impulso de jadear.
Repite esto 3-4 días por semana. Cuando esos 30 segundos se vuelvan manejables, aumenta a 45 segundos, luego a un minuto. El límite útil parece estar entre 1-2 minutos. Más tiempo que eso no aporta beneficios adicionales.
Las precauciones que debes considerar
Como el choque térmico eleva la presión arterial, puede que debas evitar el método de Wim Hof, si tienes problemas cardiovasculares o hipertensión mal controlada. También si padeces el fenómeno de Raynaud o cualquier condición que afecte la circulación.
Tampoco son recomendables si te estás recuperando de una infección aguda o si tienes fiebre. Durante el embarazo, la evidencia es insuficiente. Ante la duda, consulta con tu médico.
Asimismo, ten en cuenta que la exposición controlada al frío puede ser útil como parte de una rutina de bienestar, pero no sustituye hábitos saludables como dormir bien, comer de forma saludable y realizar actividad física. Si decides probar, hazlo con prudencia. Empieza despacio y escucha a tu cuerpo.
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- Buijze, G. A., Sierevelt, I. N., van der Heijden, B. C., Dijkgraaf, M. G., & Frings-Dresen, M. H. (2016). The effect of cold showering on health and work: a randomized controlled trial. PLoS One, 11(9). https://journals.plos.org/plosone/article?id=10.1371/journal.pone.0161749
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