Cirrosis hepática

Alrededor de un millón de personas mueren cada año a causa de la cirrosis hepática en todo el mundo.
Cirrosis hepática
José Gerardo Rosciano Paganelli

Revisado y aprobado por el médico José Gerardo Rosciano Paganelli.

Escrito por Edith Sánchez

Última actualización: 23 abril, 2024

La cirrosis hepática es una enfermedad que se caracteriza por la destrucción de los tejidos y de la estructura vascular del hígado. Esta patología hace que el hígado se endurezca y se encoja, por lo que se altera significativamente su estructura original.

Al pasar el tiempo, el hígado se va llenando de tejido conjuntivo, esto se conoce como cicatrización. Esta condición altera las funciones hepáticas y, al agravarse, pone entonces en mayor riesgo la vida del paciente.

La cirrosis hepática causa hasta 800.000 muertes anuales en todo el planeta. Por otra parte, cabe destacar que esta enfermedad tiene mayor prevalencia en los hombres que en las mujeres. De cada tres personas con cirrosis hepática, solo una es mujer. También se presenta con mayor frecuencia en personas mayores de 50 años de edad.

Causas de la cirrosis hepática

beber-alcohol

La cirrosis hepática es la fase final de una enfermedad crónica del hígado. No se produce de un momento a otro, sino que es el resultado de un proceso largo, en el cual, incide especialmente el consumo excesivo de alcohol. De hecho, más de la mitad de los casos tienen su origen en el alcoholismo . La mayoría de los casos restantes son resultado de la hepatitis B, C y D.

Solo un pequeño porcentaje se debe a otras causas, entre las cuales se encuentran:

  • El hígado graso no alcohólico, o esteatohepatitis no alcohólica, una enfermedad que está asociada a la diabetes y la obesidad.
  • Enfermedades hereditarias como la hemocromatosis y la enfermedad de Wilson.
  • Deficiencia de algunas proteínas o enzimas en la metabolización.
  • Obstrucción del conducto biliar, por un tiempo prolongado.
  • Drogas o medicamentos que ocasionan una reacción severa.
  • Prolongada exposición a un medio ambiente tóxico.
  • Algunas enfermedades del corazón.
  • Así como enfermedades autoinmunes.

Cabe destacar también que no todas las personas que beben alcohol desarrollan cirrosis hepática. Esta enfermedad se desarrolla en quienes consumen altas cantidades de alcohol a diario, durante un periodo de tiempo prolongado (más de 15 años). De este grupo, solo una tercera parte desarrolla cirrosis hepática.

Síntomas de la enfermedad

Enfermedades del hígado

Hasta un total del 25% de quienes padecen cirrosis hepática no presentan ningún síntoma de la enfermedad. Ese estado se conoce como “cirrosis hepática latente”. En los demás casos, los síntomas son variables, dependiendo así de la gravedad de cada caso. En las fases iniciales de la enfermedad hay algunos síntomas comunes:
  • Astenia.
  • Pérdida de peso.
  • Pérdida de apetito.
  • Malestar generalizado.
  • Sensación de presión encima del ombligo.
  • Nauseas (que pueden derivar en vómito o no).

Otros síntomas característicos de la presencia de cirrosis hepática son: telangiectasias o “arañas vasculares”, labios y lengua de color rojo brillante, enrojecimiento del meñique y del pulgar, uñas completamente blancas, prurito y adelgazamiento de la piel, que la hace ver arrugada y transparente.

A veces, el paciente también presenta dolor en el hígado, hematomas frecuentes y retención de líquidos. En el caso de los hombres, estos presentan impotencia y, en el caso de las mujeres, trastornos menstruales. Si la función hepática empeora, se presentan una serie de alteraciones:

  • En los ojos y la piel se presenta una coloración amarillenta.
  • Confusión o problemas de concentración.
  • Venas inflamadas en el tracto digestivo.
  • Heces de color arcilla.

Diagnóstico, complicaciones y pronóstico

Diagnóstico, complicaciones y pronóstico

La cirrosis hepática ocasionada por excesivo consumo de alcohol, sustancias tóxicas o medicamentos, casi siempre se diagnostica preliminarmente después de una entrevista con el paciente. Esto se complementa con una exploración física en busca de las manifestaciones características de la enfermedad.

Lo usual es que también se lleven a cabo algunos exámenes para confirmar la presencia de la cirrosis hepática. Los más frecuentes son:

  • Resonancia magnética de abdomen.
  • Nivel de albúmina en la sangre.
  • Pruebas de función hepática.
  • Conteo sanguíneo completo.
  • Tiempo de protrombina.
  • Tomografía de abdomen.
  • Ecografía de abdomen.
  • Biopsia de hígado.
  • Endoscopia.

Si la cirrosis hepática avanza hasta causar daños significativos, las posibilidades de recuperación son prácticamente nulas. Si la enfermedad se descubre y se trata a tiempo, las expectativas son más alentadoras.

Así, en estadios avanzados, la enfermedad puede dar origen a varias complicaciones. Las principales son: ascitis o acumulación de líquidos en el abdomen, peritonitis bacteriana, hipertensión portal, várices en el esófago, insuficiencia renal, coma hepático y cáncer hepático.

Como el hígado es un órgano fundamental, su mal funcionamiento también podría afectar la respuesta del organismo frente a las infecciones y limitar los tratamientos médicos para otras enfermedades.


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