Complejo de superioridad: características y cómo superarlo
Escrito y verificado por la psicóloga Elena Sanz
Todos hemos conocido en algún momento a una de esas personas que se muestran arrogantes y vanidosas, que miran a los demás por encima del hombro y solo hablan de sí mismas. Por general, suelen generarnos rechazo. Pero además, es frecuente que logremos descifrar que esa seguridad que aparentan es solo una fachada. Esta es la esencia del complejo de superioridad.
Para comprender lo que sucede con esta condición hemos de recordar que la persona que posee una sana autoestima no necesita menospreciar a otro o ensalzarse a sí misma. Este tipo de actitudes son las que permiten diferenciar a alguien seguro de sí mismo de otro con un complejo de superioridad.
Causas del complejo de superioridad
El origen del complejo de superioridad puede resultar paradójico. Es que este es un mecanismo de defensa inconsciente que trata de esconder o superar el sentimiento de inferioridad que carga la persona.
Es decir, podría definirse como una máscara tras la que se oculta el verdadero ser o un muro que se levanta a fin de no mostrar la vulnerabilidad e inseguridad internas.
Las personas con un complejo de superioridad suelen haber sido juzgadas, criticadas o humilladas durante la infancia. Han sufrido burlas o acoso por parte de los adultos significativos de su vida o del grupo de iguales, lo que afecta la formación de una saludable autoestima.
Sin embargo, en lugar de inclinarse hacia la sumisión y la pasividad, estas personas terminan sobrecompensando la pobre imagen que tienen de sí mismos a través de esta falsa actitud altiva y prepotente.
También es posible que el complejo de superioridad se transmita de padre a hijos mediante el aprendizaje social. Es decir, crecer observando esas actitudes lleva al menor a adquirirlas también para sí mismo y ponerlas en práctica.
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Síntomas y características del complejo de superioridad
¿Te resulta familiar todo lo mencionado? ¿Sientes que hay en tu entorno alguien que puede encajar en estas definiciones? Para ayudarte a identificar a una persona con un complejo de superioridad puedes fijarte en las características que te presentamos a continuación.
Actitud prepotente y arrogante
Estas personas suelen mostrarse altivas, prepotentes y arrogantes, como si estuvieran en posesión de la verdad y fuesen infalibles. Incluso, en ocasiones, llegan a la agresividad.
Desprecio hacia los demás
Este es uno de los signos más característicos. Perciben a los demás como inferiores, piensan acerca de ellos con desprecio, los juzgan y critican y suelen emplear la burla y la ironía al relacionarse con otros. En realidad, están proyectando la imagen que tienen de sí mismos y que tratan de esconder.
Exaltación de sí mismos
Es común que las personas con complejo de superioridad dediquen una gran parte del tiempo a hablar de sí mismos, de sus logros, virtudes y cualidades. Pueden exagerar sus cualidades positivas y sus posesiones, haciendo alarde constante de su estatus. Necesitan sentirse admirados y reconocidos de forma recurrente.
Falta de humildad
Consideran que ellos siempre tienen razón y poseen la verdad absoluta. No piden perdón porque no reconocen que hayan cometido ningún fallo; por el contrario, tratan de imponer sus opiniones y puntos de vista y desplazan la responsabilidad hacia fuera en cada situación.
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¿Cómo se trata el complejo de superioridad?
Por sus propias características, es poco probable que una persona con complejo de superioridad busque tratamiento o ayuda profesional. Sin embargo, su actitud puede llevarles a tener problemas interpersonales, en el trabajo o en sus relaciones sociales.
Es en este caso cuando el malestar o los conflictos sugieren una orientación. Del mismo modo, es posible que en cierto punto, sostener la máscara de la seguridad se vuelva agotador y la persona se decida a pedir ayuda al respecto.
En este caso, el tratamiento va dirigido a abordar diversos frentes:
- Identificar el origen del complejo de superioridad y tomar conciencia del mismo como mecanismo defensivo.
- Modificar los pensamientos y creencias que sustentan las actitudes mencionadas.
- Adquirir nuevos comportamientos, estrategias y formas de relacionarse más funcionales.
- Trabajar la autoestima. Ayudar a la persona a comprender que es valioso en sí mismo y no requiere de la prepotencia, el desprecio o el alarde para demostrar valor.
La superioridad es una máscara que nos daña
Si alguien de tu entorno cercano tiene un complejo de superioridad puede resultarte complicado lidiar con esa persona. Recordar que se trata de un mecanismo defensivo puede ayudarte a ejercitar la compasión, la comprensión y la empatía.
Sin embargo, es importante que establezcas límites. No permitas que la otra persona te humille o te desprecie y marca una distancia si sus comportamientos te generan algún daño emocional.
Por otro lado, si eres tú quien se ve reflejado en alguna de las anteriores características, plantéate si esas actitudes te están reportando más perjuicios o beneficios. La felicidad parte de una autoestima sana y sólida, no de una máscara irreal y dañina.
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