9 consejos para dejar de sentirte como una víctima
Escrito y verificado por la psicóloga Maria Fatima Seppi Vinuales
«El universo está en mi contra, siempre me pasan cosas malas», «Tengo que hacer todas las cosas porque sino nadie se ocupa», «solo a mi me pasan estas cosas», «nadie me comprende», «esperaba recibir ayuda y no fue así»… una cosa tienen en común estas frases; además de estar sustentadas sobre una queja, también se caracterizan por cierto matiz victimista. ¿Cómo dejar de sentirte como una víctima?
Aunque en ciertos casos es una actitud que pasa desapercibida, lo cierto es que es poco deseable y puede causar frustración tanto propia como en los demás. Por eso, es importante reconocerla e implementar estrategias para cambiarla.
¿Cómo es sentirte como una víctima?
En ocasiones, el hecho de sentirte como una víctima está motivado por la imposibilidad de verte en un rol proactivo, con poder. Por el contrario, te encuentras en un rol pasivo, con pocas posibilidades de intervenir o de cambiar una situación.
También se trata de una forma de no responsabilizarse, como si las cosas solo sucedieran y fueras un simple espectador. Ciertas veces, proviene del hecho de haber sido víctimas en algún momento, sin la posibilidad de una defensa o de implementar recursos de afrontamiento. Es decir, se deriva de una sensación de fragilidad y vulnerabilidad.
Por supuesto, no estamos hablando de casos de gravedad que requieren de un análisis de mayor complejidad, sino de situaciones cotidianas, que envuelven en la queja y en el malestar. Aún así, las consecuencias no dejan de sentirse. Poco a poco, empieza a verse impactada la autoestima con estos sentimientos de fracaso y poca valía personal.
9 consejos para dejar de sentirte como una víctima
El primer paso para dejar de sentirte como una víctima es reconocer la conducta y, por supuesto, aquellas cosas que provocan esa insatisfacción. Para ello, vale la pena implementar las siguientes estrategias.
1. Identificar cómo te hablas a ti mismo y cómo describes las situaciones
Saber cómo te hablas a ti mismo y cómo describes lo que te ocurre es determinante para identificar si te estás victimizando. ¿Estás responsabilizando a los demás? ¿Aquello de lo que hablas es tan así como lo describes? ¿Lo que te ocurre es así de negativo o estás exagerando?
2. Asumir tu responsabilidad
Para dejar de sentirte como una víctima debes preguntarte por el rol o la responsabilidad que tienes en determinados sucesos. ¿Podrías haber hecho algo diferente? Si te lo cuestionas, obtendrás la respuesta.
3. Pensar en el cambio
Pregúntate por el cambio. ¿De qué o de quién depende que la situación cambie? Muchas veces, eres víctima porque crees que la situación no puede cambiar. Entonces, haz consciente esa impotencia, de dónde proviene y qué la sostiene.
4. Cuestionar tu forma de pensar
Muchas veces no eres consciente de que estás poniéndote en un rol de víctima. Una de las formas de detectarlo tiene que ver con las creencias que sostienen ideas como «es justo, es injusto, debería, tendría, me hizo tal cosa, si yo no lo hago o no me ocupo, X no es capaz de hacerlo».
5. Analizar tus vínculos
En muchos casos, quizás te sientes una víctima porque estás en relaciones abusivas, en las que hay una parte que da más que la otra. En este sentido, es importante aprender a poner límites y decir que no. Tienes derecho a no aceptar pedidos.
6. Atender tus deseos y necesidades
Empieza por reconocer qué te gustaría y ponte en primer lugar. Reconociéndote a ti mismo puedes cuidar tu autoestima.
7. Preguntarte qué surge a partir del rol de víctima
¿Acaso victimizarse tiene algún beneficio secundario? Puede ser que al adoptar esta actitud obtienes algo que te complace o que hace el contrapeso para seguir en esa posición. Ya sea llamar la atención, sentir que puedes solucionar los problemas ajenos o tener la sensación de que eres imprescindible en la vida de otros.
8. Reconocer «el lado bueno de la vida»
Empieza a poner en práctica tus pensamientos sobre el «lado bueno de la vida». Es importante que puedas apreciar todas aquellas situaciones positivas que te rodean y no solo eso que te falta o que no sale bien.
Las personas que se quejan de todo, de manera constante, no solo viven agotadas emocionalmente, sino que también intoxican a su entorno, ya que nada está bien ni es suficiente. Hay que aprender a valorar y agradecer por lo bueno.
9. Aprender a pedir
Muchas veces, desde el victimismo, las personas esperan que los demás estén atentos a todas sus necesidades y son incapaces de pedir ayuda. ¿Es tu caso? Hay que cambiar esa mentalidad y aprender a manifestar ese deseo de recibir algo por parte del otro. Si no lo haces, te puedes quedar envuelto en el rencor y en la frustración sin que los otros siquiera se den por enterados.
La queja no nos ayuda a salir del malestar
Para dejar de sentirte como una víctima es importante aceptar que la vida está repleta de matices. En algunos momentos te pueden lastimar y puedes recibir un agravio, así como en otros momentos puede que seas quien hiera a alguien. Es decir, ser víctima y ser victimario son roles que en los que puedes encontrarte de manera alterna.
Por último, si bien es cierto que la queja puede servir como catarsis en un primer momento, con el tiempo se convierte en un arma de doble filo; te deja estancado, te encierra en aquello que consideras una injusticia y te aleja de la solución.
Incluso, quedas atrapado en el problema y en un malestar doble, no solo por no haber conseguido lo que querías, sino también por el modo en que valoras la situación. De modo que desahogarse está bien, pero también es necesario que te preguntes cómo te quieres sentir. Una vez lo hagas, seguro podrás ir en busca de ello.
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