Cuidados de la lavanda: cultivo, luz, fertilización y mucho más

Esta planta mediterránea prospera con luz solar directa, riego moderado y un suelo con buen drenaje. Consulta esta guía de cuidado para garantizar su crecimiento y floración.
Cuidados de la lavanda: cultivo, luz, fertilización y mucho más

Última actualización: 17 febrero, 2025

La lavanda (Lavandula spp.) es un arbusto fácil de cultivar, valorado por la aromaterapia y la cosmética, debido a su agradable fragancia y vibrantes colores. Esta planta mediterránea prospera en suelos con un pH neutro o un poco alcalino, para que así pueda absorber los nutrientes necesarios. Asimismo, no le favorece el exceso de agua, porque puede causar la pudrición de las raíces.

Por lo general, crece entre 50 y 60 centímetros de alto, aunque cuando no está en su etapa de floración suele alcanzar unos 30 centímetros de alto. Sin embargo, su altura dependerá de la variedad, ya que la lavanda inglesa puede extenderse hasta los 30 centímetros de altura. A continuación, te presentamos los cuidados claves para tener una lavanda saludable.

1. Elige qué variedad de lavanda cultivar

Existen más de 60 variedades de lavanda. Muchas de ellas son resistentes, aunque no todas florecen al mismo tiempo. En vista de esto, puedes cultivarlas de forma escalonada para que puedas disfrutar de su aroma, desde principios de primavera hasta finales del verano. A continuación, te presentamos las cuatro variedades más cultivadas, para que elijas la ideal para tu jardín u hogar:

Lavanda inglesa (Lavandula angustifolia)

Cuidados de la lavanda: cultivo, luz, fertilización y mucho más.

Se caracteriza por su fragancia dulce, que emana de sus flores púrpura o azul púrpura, y sus hojas verdes plateadas. Suele utilizarse para la cocina (jarabes e infusiones) y la preparación de aceites esenciales. Suele alcanzar entre 60 y 90 centímetros de altura.

Su tiempo de floración es temprano, a mediados de verano. Es adecuada para climas fríos y puedes dejarla en el exterior durante el invierno, siempre que cuente con un suelo con buen drenaje.

Lavanda francesa (Lavandula dentata)

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Esta variedad de planta cosmética, de hojas dentadas y aroma fuerte, es menos resistente que la lavanda inglesa, por lo que es más conveniente cultivarla en macetas o recipientes. Prospera en climas más cálidos y requiere protección durante el invierno. Su crecimiento oscila entre 60 y 90 centímetros de altura.

Podrás disfrutar de sus flores a finales de la primavera al otoño, en contenedores o bordes decorativos para tu jardín.

Lavanda española (Lavandula Stoechas)

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La lavanda española puede crecer entre 30 y 60 centímetros de altura. Destaca por su fragancia fuerte y su adecuación a climas cálidos y secos. Esta variedad florece a mediados de la primavera hasta el verano, con diversos colores: azules, rosas y púrpuras son los más comunes. Es muy utilizada para bordes, contenedores o revestir el suelo.

No pierdas de vista que no tolera las heladas.

Lavadin (Lavandula x intermedia)

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Otra variedad muy popular es un híbrido de lavanda inglesa y portuguesa, que se distingue en la jardinería ornamental por su extenso crecimiento, entre 60 y 120 centímetros de altura, y picos de flores, que van desde el púrpura claro al oscuro. Se cultiva para la producción de aceite de lavanda y su floración tiene lugar entre mediados o finales del verano.



2. Escoge dónde plantarla

Este arbusto florece con rapidez y sin contratiempos, tanto en macetas y contenedores como al aire libre, siempre y cuando se le brinden los cuidados adecuados. La mejor estación para cultivarla es la primavera; es decir, en abril o mayo, por la calidez del suelo. Descarta la idea de plantarla en invierno, porque es propensa a que se pudran las raíces.

Por lo general, se venden en contenedores o como plantas de enchufe, que son aquellas cultivadas en módulos de pequeño tamaño, pero estas necesitan cuidados hasta que crezcan lo suficiente para trasplantarse.

¿Cómo cultivar en maceta?

En caso de que vivas en una zona húmeda, plantarla en un recipiente es más conveniente para proporcionarle un mejor drenaje y la circulación de aire que necesita para evitar el riesgo de pudrición. Además, así podrás protegerla en invierno, si la variedad elegida lo requiere. Para cultivarla, sigue estas indicaciones:

  1. Elige una maceta grande (entre 30 y 40 centímetros de diámetro) de barro, terracota o madera, ya que son materiales capaces de absorber el exceso de agua, donde sea posible el crecimiento de las raíces y que tenga muchos orificios en el fondo para el drenaje.
  2. Llena el recipiente con un tercio de mezcla para macetas o sustrato multiusos, que puedes combinar con arena gruesa o perlita.
  3. Ubícala en el centro y rellena con sustrato alrededor de las raíces: la idea es cubrirlas, sin enterrarlas en exceso. Asegúrate de que quede al mismo nivel que se encontraba en la otra maceta donde estaba.
  4. Aprieta la mezcla y después riega para asentarla.

¿Cómo cultivar en el jardín?

Si deseas atraer animales polinizadores y buscar repeler insectos, opta por plantar una variedad de lavanda resistente para estar al aire libre. Para ello, toma en cuenta el siguiente paso a paso:

  1. Identifica un lugar de tu jardín donde la lavanda pueda recibir luz solar.
  2. Elimina las malas hierbas y excava el suelo para garantizar el buen drenaje.
  3. Cava un hoyo del doble de ancho que el cepellón de la planta (masa de tierra que se adhiere a las raíces) y de igual profundidad. Coloca la lavanda, verifica que la corona de esta hierba esté al mismo nivel con la superficie del suelo. Después, rellena el hoyo con la mezcla de suelo.
  4. Riega la planta para hacer que se asiente el suelo alrededor de las raíces.
Si vas a cultivar varias plantas de lavanda, te aconsejamos dejar unos 60 o 90 centímetros entre cada una, en favor de una buena circulación de aire. En caso de que desees plantar un seto (cercado de arbustos), deja una separación de 30 o 45 centímetros entre las plantas.

3. Garantiza luz solar directa

Esta planta mediterránea necesita recibir luz directa del sol, por unas seis u ocho horas al día. Si se encuentra en climas cálidos, puede ubicarse en media sombra parcial, pero ten presente que la reducción de la exposición a la luz natural atenta contra su floración y aroma.

Cuando se ubica en interiores, es clave encontrar un lugar cerca de una ventana o el balcón, y girar la planta para que la exposición a la luz sea uniforme y minimizar la posibilidad de crecimiento desigual. Si no tienes la posibilidad de hacerlo, puedes recurrir al uso de luces LED.

4. Riega con moderación

La lavanda requiere agua con poca frecuencia, debido a que prefiere las condiciones secas. En este sentido, es importante que la pulgada superior de tierra pueda secarse entre riesgos. Si se riega en exceso, puede producirse la podredumbre de la raíz.

La técnica más idónea es regar la base en la mañana, asegurándote de no mojar las hojas ni las flores con el objetivo de prevenir la aparición de hongos. 

Dicho esto, ten presente que si es una planta joven; es decir, en su primer año, riégala una o dos veces por semana. En caso de plantas maduras, la recomendación es cada 10 o 14 días si está en el exterior, mientras que si está en maceta, lo mejor es hacerlo cuando el sustrato está seco a unos dos o tres centímetros de profundidad.

5. Asegura un suelo bien drenado y con el pH adecuado

Los suelos ligeramente alcalinos o neutros, con un pH de 6.5 a 7.4, son los preferidos de la lavanda. Además, deben contar con un buen drenaje para evitar el encharcamiento. Por esta razón, no prospera en los suelos arcillosos que son pesados.

Si la planta está al aire libre, puedes mejorar los suelos arcillosos al agregar arena gruesa, perlita o grava. En cambio, cuando está en maceta, opta por una mezcla con 60 % de tierra, 30 % de arena y 10 % de perlita; además, tienes la posibilidad de incorporar una capa de piedras en el fondo para ayudar al drenaje. Para contribuir a este objetivo, elige macetas de barro o cerámica que tengan agujeros de drenaje.

6. Aplica abono orgánico ligero

Cuando se trata de nutrientes, la lavanda no es una planta que los requiera en abundancia, ya que prefiere los suelos secos o con fertilidad moderada. A raíz de esto, lo más idóneo es aplicar un fertilizante de liberación lenta en primavera, es decir, una vez al año. Si se trata de un suelo muy pobre, puedes agregar compost o estiércol descompuesto.

Recuerda que si la mezcla para las macetas es fértil en exceso, esta hierba podría desarrollar sus hojas y tallos, en detrimento del florecimiento. Esta es la razón por la que se desaconseja el uso de abonos ricos en nitrógeno. 

7. Trata las plagas y enfermedades

En general, la lavanda es una planta resistente, cuando se cultiva en condiciones adecuadas. Pero cuando está en un suelo húmedo o pesado, pueden iniciar los problemas. Las amenazas más frecuentes son las siguientes:

  • Pudrición de las raíces: se origina por el exceso de riego. Para evitar que ocurra, reduce la frecuencia de riego y trasplanta la lavanda a un suelo con buen drenaje.
  • Mildiu polvoriento u oídio: esta enfermedad fúngica surge en ambientes húmedos. Puedes tratarlo con fungicidas caseros, como una mezcla de bicarbonato de sodio con leche.
  • Cochinillas: el tratamiento más eficaz es el uso del aceite de neem o el jabón potásico.
  • Escarabajo del romero: este insecto se alimenta de la lavanda, por lo que puede causar daños a sus hojas y brotes. Para hacerle frente a esta plaga, retira los escarabajos de la planta o aplica insecticidas para coleópteros.
  • Cigarra de Liguria: cuando las cigarras se alimentan de la savia de la lavanda, las debilitan y las hacen vulnerables a enfermedades. El uso de insecticidas te ayudará a controlar su proliferación.
  • Xylella fastidiosa: esta bacteria hace que las hojas y ramas se marchiten, debido a que bloquea el flujo de savia. El tratamiento preventivo para su propagación consiste en eliminar las plantas infectadas y el control de insectos, como las chicharras espumadoras, para lo que puedes usar repelentes de insectos.

8. Protégela en invierno

Como mencionamos en líneas anteriores, la tolerancia al frío es variable y las más resistentes son la lavanda inglesa y sus híbridos, como Lavadin (Lavandula x intermedia). Por eso, si deseas dejarla en el exterior durante el invierno, revisa las etiquetas de la planta, antes de comprarla, para asegurarte que pueda sobrevivir a estas condiciones.

Ten presente que la lavanda plantada en macetas son más vulnerables al frío. Esto se debe a que sus raíces están menos aisladas que cuando están en el suelo. Si quieres protegerla durante las heladas, mueve los recipientes a un lugar protegido, como un invernadero.



Cuida a tu lavanda de forma adecuada para disfrutar de su aroma y belleza

Puedes cultivar la lavanda tanto en macetas y contenedores como en tu jardín. En vista de que prefiere la luz solar directa, si eliges tenerla en interiores, recuerda ubicarla cerca de la ventana o recurrir a luces LED para una adecuada iluminación. En caso de que decidas plantarla en exteriores, opta por aquellas que son resistentes, como la lavanda inglesa y sus híbridos, en especial, si vives en zonas con heladas fuertes.

Para evitar que se vuelva leñosa y estimular su floración, debes garantizar una poda adecuada, a comienzos de primavera, después de las heladas o a finales de verano, cuando ha finalizado la floración.

Además, riégala con moderación y garantiza un suelo con buen drenaje, ya que no es amiga del encharcamiento y el exceso de humedad puede provocar la pudrición de las raíces y el mildiu polvoriento.


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