La razón del dolor de cabeza después de hacer ejercicio
Revisado y aprobado por el médico Leonardo Biolatto
Experimentar un dolor de cabeza después de hacer ejercicio puede ser alarmante. Sin embargo, la mayoría de los casos tienen una causa subyacente benigna y desaparecen sin necesidad de tratamientos específicos. A menudo, el síntoma se presenta tras correr, remar, jugar tenis o levantar pesas. ¿Cuándo preocuparse? ¿Qué hacer para tratarlo?
La Clasificación Internacional de Cefaleas de 2018 reconoció la existencia de dolores de cabeza por ejercicio físico. Han sido descritos como dolores bilaterales y pulsátiles, aunque también pueden manifestarse a un solo lado del cráneo. En el siguiente espacio te contamos cuáles son sus causas, qué hacer para prevenirlos y cuándo buscar atención médica de urgencia.
Dolor de cabeza después de hacer ejercicio: ¿por qué ocurre?
El dolor de cabeza por ejercicio físico también se conoce como «cefalea por esfuerzo». No solo ocurre durante las actividades deportivas, sino en cualquier circunstancia de esfuerzo físico excesivo. El dolor se clasifica como primario o secundario, según sus causas de fondo.
Dolor de cabeza primario por esfuerzo físico
Se habla de cefalea primaria por ejercicio físico cuando el dolor es pulsátil, en uno o ambos lados de la cabeza. Más allá de esta manifestación, no suele acompañarse de otros síntomas. Por ahora, se desconoce con exactitud cuál es la causa de este tipo de dolor.
Sin embargo, una teoría expone que la actividad física extenuante provoca la dilatación de los vasos sanguíneos que están en el cráneo, lo que conlleva dolor. De todos modos, se considera benigno y tiende a mejorar en poco tiempo con los analgésicos convencionales.
Dolor de cabeza secundario por esfuerzo físico
Si el dolor de cabeza se extiende por más de 48 horas tras culminar el ejercicio físico, es fundamental buscar atención médica. Posiblemente, estará acompañado de otros signos como los vómitos, la visión doble, la rigidez en el cuello y hasta la pérdida de conocimiento.
Todo esto corresponde a dolores de cabeza secundarios por esfuerzo, cuya causa puede ser un problema médico no diagnosticado, como alguno de los mencionados a continuación:
- Infección de los senos paranasales (sinusitis).
- Anomalías estructurales en la cabeza, en el cuello o en la columna vertebral.
- Presencia de tumores benignos o cancerosos.
- Lesiones intracerebrales.
- Alteraciones del ritmo cardíaco.
- Picos hipertensivos.
- Aneurisma cerebral.
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Factores de riesgo
Como lo explica una publicación de la corporación estadounidense WebMd, las personas tienen más susceptibilidad de padecer este tipo de dolor cuando tienen antecedentes familiares de migraña (factor hereditario).
Asimismo, los riesgos incrementan en las siguientes condiciones:
- Deshidratación: la sudoración durante el ejercicio hace perder líquidos. Si no se reponen, la deshidratación puede provocar dolor de cabeza acompañado con sed excesiva, mareos, fatiga, sequedad en la piel y estreñimiento.
- Exposición excesiva al sol: la práctica deportiva bajo el sol o en ambientes calurosos puede derivar en esta dolencia.
- Ejercicio a mayor altitud: los cambios bruscos de altitud provocan dolor de cabeza durante y después del ejercicio. Cuando la altitud es mayor a lo habitual, el suministro de oxígeno es menor y se produce la cefalea.
- Mal estado físico: hacer sobreesfuerzos físicos sin estar en forma es otro factor de riesgo. Es importante ganar resistencia y fuerza antes de realizar entrenamientos intensos.
- Bajos niveles de azúcar en la sangre: la hipoglucemia también se asocia al dolor de cabeza después de hacer ejercicio. La glucosa es la principal fuente de energía del cuerpo. Por ello, cuando disminuye en exceso conlleva mareos, visión borrosa, desorientación, fatiga, cefalea y hambre excesiva.
¿Cómo prevenir el dolor de cabeza después de hacer ejercicio?
En función de la causa subyacente de la cefalea, es posible adoptar algunas medidas para evitar su aparición después de hacer ejercicio. Dado que el síntoma es más frecuente en entornos cálidos, húmedos o de gran altitud, lo idóneo es evitar dichas condiciones ambientales durante la práctica de actividad física.
Por otro lado, es fundamental asegurar una óptima hidratación antes, durante y después del ejercicio. La sudoración hace perder líquidos y sales minerales que son esenciales para las funciones corporales. Si no se reponen pronto, el malestar no tardará en aparecer.
Algunas actividades deportivas incrementan el riesgo de tener este síntoma. Por ejemplo, el levantamiento de pesas y las maratones. Si no hay suficiente preparación física es mejor evitar su práctica. Asimismo, es primordial hacer un precalentamiento antes de cualquier ejercicio extenuante.
Por último, y no menos importante, hay que complementar el entrenamiento con una buena alimentación. La nutrición adecuada evita el descenso brusco de los niveles de glucosa en la sangre, para que los músculos trabajen sin dificultades.
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¿Cuándo consultar al médico?
A menudo, basta con tomar analgésicos convencionales o antiinflamatorios no esteroideos (AINEs) para calmar el dolor de cabeza asociado al ejercicio físico. Esto, sumado a la rehidratación y el descanso puede ser suficiente para controlar el síntoma en cuestión de horas.
Sin embargo, hay casos que requieren intervención profesional. Consulta si presentas algo de lo siguiente:
- Llevas tiempo haciendo la misma rutina de ejercicios y el dolor de cabeza comienza de repente.
- El dolor es severo y se prolonga por más de 48 horas.
- La cefalea viene acompañada con visión borrosa, vómitos, alteraciones del ritmo cardíaco, entre otros síntomas de alerta.
- El dolor de cabeza no mejora con los tratamientos convencionales.
¿Qué debes recordar?
Experimentar dolor de cabeza durante o después de hacer ejercicio físico no suele alertar respecto a un problema de salud grave. La mayor parte de las veces corresponde a cefaleas primarias que tienden a mejorar en poco tiempo con reposo y analgésicos. Aún así, hay que estar alertas a la presencia de otros síntomas.
Cuando esta dolencia es recurrente, es posible que haya una afección subyacente sin diagnosticar. En estos casos, es fundamental consultar al médico para obtener un diagnóstico oportuno y un tratamiento adecuado.
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