Edad del pavo: cómo reconocer y entender esta etapa

Si tienes un hijo entrando en la adolescencia o «edad del pavo» y quieres conocer más sobre esta etapa, quédate que este artículo es para ti.
Edad del pavo: cómo reconocer y entender esta etapa
Elena Sanz

Revisado y aprobado por la psicóloga Elena Sanz.

Escrito por Ana Núñez

Última actualización: 06 julio, 2023

Para reconocer la edad del pavo se advierten cambios físicos y fisiológicos, pero también sociales y emocionales. Estos acontecen en el marco mayor de la adolescencia, que va entre los 11 y los 13 años hasta los 18-19. En conjunto, se trata de transformaciones que definen y sientan las bases del desarrollo personal.

La etapa pone a prueba las reservas de comprensión y tolerancia que tenemos padres y madres. Y como suele ocurrir con toda crianza, el amor y la paciencia serán las mejores guías para conducir el torbellino de emociones que sacuden la llegada de la pubertad.

¿Cómo reconocer la edad del pavo?

La edad del pavo trae cambios físicos evidentes, de ahí esa forma de nombrarla que nos recuerda la colorida vistosidad del ave. Como también los constantes giros de humor, que permiten ir de la felicidad al enfado de un momento a otro.

Transformaciones fisiológicas

Hay una relación entre la actividad endocrina y el sistema óseo, que se reflejará en el rápido crecimiento. Hormonas como la tiroxina y la insulina influirán en el aumento de la talla.

La GH (hormona del crecimiento) es clave en el estiramiento longitudinal. Las hormonas tiroideas, los andrógenos adrenales y los esteroides gonadales sexuales afectan la maduración ósea. Crucial será la llegada de la primera menstruación y de la polución nocturna.

Pubertad y edad del pavo en una niña.
Los cambios en la edad del pavo incluyen diferentes modificaciones físicas y hormonales.

Cambios físicos

Para reconocer la edad del pavo, los cambios físicos son los más evidentes y los que causan mayor sorpresa entre familiares y extraños. Suceden en muy corto tiempo y le dan al cuerpo un aspecto completamente distinto al que tenía antes de iniciar la pubertad. El nuevo aspecto se convierte en motivo de atracción y seducción, y sobre esta base se desprende su interés por el sexo y las relaciones sexuales.

El desarrollo de las mamas en las mujeres y el estirón puberal en ambos sexos reflejan un crecimiento acelerado. Con igual volumen, el varón es más pesado, debido a la masa muscular. Por otro lado, la pelvis de la mujer aumenta su ancho.

Aspectos psicológicos

Se harán frecuentes los cambios de humor y la relación con los padres se tornará variable. De la dependencia a la distancia, entre el recelo y el desinterés. En la edad del pavo se acrecienta el pensamiento abstracto, las ilusiones vocacionales y se está más a merced de los impulsos.

Lo social

El círculo de amigos es fundamental para el adolescente. Es su espacio para el desenvolvimiento y realización. Si tiene inseguridad en su apariencia, con los amigos comunes estos miedos se disipan siempre y cuando logre mezclarse.

Es también el espacio para relacionarse con el sexo opuesto. O bien donde inician los encuentros amorosos para explorar. Se decanta la construcción social del género y la futura sexualidad.

7 consejos para entender a mi hijo y reconocer la edad del pavo

Sin duda, no es fácil surfear en las vertiginosas olas de la pubertad. La imagen corporal que le devuelve el espejo al adolescente lo lleva a considerar que está demasiado expuesto al qué dirán. Y por lo tanto, se le exigen comportamientos que aún no ha aprendido.

Estar cerca y servirle de apoyo a nuestros hijos en esta etapa es básico para ayudarles a romper el hielo, de manera que puedan adentrarse con paso firme en la vida.

1. Comprensión

Para ser lo que queremos ser, es preciso dejar atrás una parte de nuestras vidas. Eso exige valor y madurez para manejar con solvencia situaciones que pueden desbordar la capacidad del adolescente. La respuesta natural ante esto es cierto empecinamiento.

Seamos comprensivos, porque es importante aprender de los errores, pero no es bueno equivocarse a solas. El aprendizaje es una relación dialógica, así que estemos cerca de nuestro hijo.

Estemos ahí para servirle de apoyo. Aunque su silencio obstinado puede que no se traduzca en palabras, es muy probable que sí lo haga en un poderoso abrazo.

2. Autoestima

La autoestima guarda relación con la forma en que el adolescente capta la realidad y a sí mismo, determinando su forma de actuar. Los cambios, en especial los físicos y fisiológicos, producen inestabilidad y desconfianza.
En situaciones estresantes la autoestima del adolescente baja, lo que afecta su autoimagen y hace que todo el entorno sea «una duda para él y estimulará el miedo ante determinadas situaciones».

Toca a los padres y maestros explicar la naturalidad de estos procesos y atender por ejemplo, los casos de acné, sobrepeso, las correcciones posturales o el régimen alimenticio, para contrarrestar los efectos en la apariencia que sobrevienen con los cambios fisiológicos.

Autoestima y confianza van de la mano. En ese sentido, la familia ha de fomentar el desarrollo de su identidad basada en talentos, restar importancia a la apariencia física y demostrar que un cuerpo bello es un cuerpo saludable y fuerte.

«La edad del pavo la llamamos, la de deslumbrado descubrimiento de sus propios cuerpos justo en la peor hora: la del desgarbo, el acné…»

– Antonio Gala –

3. Manejo del tiempo libre

El adolescente necesita y ama el tiempo libre. En este lapso se va conociendo y puede desplegar su personalidad. Pero esta energía necesita un cauce y formas de expresión.

Grupos de acción comunitaria, equipos deportivos, organizaciones musicales como coros u orquestas, son perfectos para que el talento, la disciplina, la responsabilidad y los proyectos personales y colectivos se crucen.

Vista así, la edad del pavo es la del nacimiento a la sociedad, aunque esta debe ofrecer alternativas de crecimiento personal y no de mero consumo, tal como lo expone Franco Soldi: «Estamos alimentando -dice- la edad del pavo. No estamos dando las opciones, pero sí el consumo. No se utilizan las tecnologías para su crecimiento como personas, sino para su entretenimiento».

4. Los padres pasamos por ahí

Nunca olvidemos que fuimos adolescentes. Por lo tanto, no juzguemos con la vara de los años y la experiencia. Lo que hoy sabemos lo aprendimos allí, en la incertidumbre, en la duda entre lo debido y lo indebido.

Recordemos lo que nos hizo falta. Hagamos memoria de esos momentos y tengámoslos presentes y a la mano. A nuestro hijo le puede servir. Por otro lado, ten pendiente no agobiarlo, tornándole la atmósfera un tanto irrespirable debido a tus temores y aprensiones. Tu hijo está probando a ser independiente. Entiende que buena parte de lo que aprendiste emergió de los errores.

5. Comunicación

La comunicación con el hijo o la hija en la edad del pavo es el reto mayor. Como siente que se está enfrentando a un mar de dificultades, asume que hablar de su proyecto con los padres le resta energía y determinación.

En ese momento en el que se está venciendo a sí mismo, hablar con él o con ella puede resultar infructuoso. Lo sentirán como una intromisión.
Las palabras deben aparecer a la hora de la inflexión que antecede al balance. Estudios revelan que el varón recurrirá más a la madre que a los amigos, a diferencia de las chicas, que tienden a desahogarse más con las amigas.

Ellas pasarán mucho más tiempo conectadas en largas conversaciones tumbadas en su cama y a la hora de expresar su yo lo harán con mayor determinación, con muchas más exigencias.

Crea espacios para tratar temas como el alcohol, el tabaco o las drogas, y las complicaciones que derivan de la dependencia. Con todo, el tema no sera nada fácil de tratar porque se han empleado símbolos de independencia y rebeldía a partir de su consumo y el desenfreno que provocan. No pierdas oportunidad de introducir temas como la moderación y el autocontrol.

6. Compartir

Más temprano que tarde los hijos se irán de casa y harán familia. De modo que, mientras estén con nosotros, aprovechemos para pasar con ellos los mejores momentos. Comidas especiales, películas favoritas, paseos que se vuelvan entrañables.

Planifiquemos encuentros con los amigos de la familia y los primos. Reuniones con los abuelos también propician el encanto de los cuentos que los ayudaron a crecer.

7. Respetar

Nuestro hijo adolescente se encuentra hipersensibilizado al cuestionamiento. Cree siempre estar haciéndolo todo bien y se enfrasca en sus razones.

Es prudente dejarlo correr, para que aprenda a conocer sus límites. Sabremos que ha llegado el momento de intervenir cuando lo veamos más ensimismado que de costumbre.

Si logra exteriorizar lo que le preocupa, alejemos el « te lo dije» y antepongamos el «inténtalo de nuevo»En estos aspectos vale la pena citar a la desaparecida psicoanalista argentina Arminda Aberastury (Buenos Aires, 1910-1972):

«Hasta hoy el estudio de la adolescencia se centró solamente sobre el adolescente. Este enfoque será siempre incompleto si no se toma en cuenta la otra cara del problema: la ambivalencia y la resistencia de los padres a aceptar el proceso de crecimiento.»

Padre e hijo adolescente.
La posibilidad de una comunicación paternal fluida es difícil en la edad del pavo, pero imprescindible.

De reconocer la edad del pavo a la consciencia del cambio

Sobre la adolescencia hay muchos mitos alimentados por la necesidad de captar el ansia de consumo modelado por los medios y las redes sociales. Es decir, se ha construido la imagen de un joven o una joven que logra su afirmación solo a través de estilos y modas.

El cine, la televisión y la cultura pop sobreexplotan de manera interesada la imagen de los adolescentes rebeldes sin causa. Resulta imperativo conversar al respecto con los hijos para que dicha etapa sea asumida con madurez, sin conflictos creados o artificiales.

Por otro lado, cada cabeza es un mundo y los hijos no tienen que cumplir necesariamente el papel que la sociedad parece atribuirles. Es cierto que los cambios están ocurriendo, pero si hay comunicación y comprensión, es muy probable que sean incorporados a procesos naturales y hasta anecdóticos.


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