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Cómo enseñar a los niños a ser coherentes

5 minutos
Los hijos también educan a los padres, ya que su sola existencia implica una revisión de lo que se les puede ofrecer. Para enseñar a los niños a ser coherentes hay que cultivar primero la coherencia en uno mismo.
Cómo enseñar a los niños a ser coherentes
Elena Sanz

Revisado y aprobado por la psicóloga Elena Sanz

Escrito por Edith Sánchez
Última actualización: 23 mayo, 2023

La mejor manera de enseñar a los niños a ser coherentes es con el ejemplo. Esa es la base de la coherencia: que los hechos coincidan con las palabras y con los valores que se inculcan en la familia.

Es cierto que ninguna persona, incluyendo a los padres, logra mantener una coherencia absoluta en cada momento de la vida. Sin embargo, para enseñar a los niños a ser coherentes es importante que no haya un contraste significativo entre pensamientos, palabras y acciones.

Para los pequeños es muy importante comprobar que sus padres mantienen la congruencia. Esto les da seguridad y les ayuda a ser más honestos y sanos desde el punto de vista psicológico.

La importancia de la coherencia

Enseñar a los niños a ser coherentes los ayuda a tener un desarrollo psicosocial más saludable y les aporta unas bases sólidas en la construcción de su personalidad. Un niño educado en la coherencia es más íntegro en todos los aspectos.

Ahora bien, la coherencia no es un discurso, sino una práctica. Los niños suelen estar muy atentos a esa congruencia entre lo que los padres dicen y hacen. Si hay una contradicción, se desvalorizan los mensajes educativos que se pretenden enviar.

Si el padre explota de ira con frecuencia, no tiene sentido que le exija autocontrol a su hijo. Del mismo modo, si incumple sus promesas, no tiene por qué pedirle al niño que él sí las respete. Ser coherentes facilita la labor educativa y otorga un auténtico valor a los principios.

Claves para enseñar a los niños a ser coherentes

Para enseñar a los niños a ser coherentes es importante que los padres sean conscientes de aquellos principios en los que creen de manera auténtica. La congruencia comienza por allí.

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La cercanía en la crianza es un primer paso para que el ejemplo del padre sea evidente para el niño.

La sinceridad, ante todo

La sinceridad es uno de los pilares para enseñar a los niños a ser coherentes. Es relevante hablarles siempre con la verdad. De este modo, ellos aprenderán a darle valor a las palabras de sus padres y a las suyas.

A las preguntas que hacen los niños hay que contestar con la verdad, sin importar el tema del que se trate. También hay que tener sinceridad para decir “no sé” o “en este momento no tengo la respuesta, pero la buscaré y te la diré”.

Cultivar el sentido de trascendencia

Cuando se habla de enseñar a los niños a ser coherentes, se debe tomar como punto de partida una serie de principios. Estos, a su vez, están basados en valores.

Es importante mostrarle al niño cuál es el efecto de las acciones. Se logra a través de cuentos, historias personales, películas, etc.

Inculcar el sentido de justicia y de responsabilidad

El sentido de justicia y el de responsabilidad son fuente de muchos otros valores. Por eso, hay que inculcarlos desde muy temprana edad.

Es aconsejable que se aprovechen las mismas experiencias familiares cotidianas para reflexionar en torno a ambos valores. También analizar situaciones del contexto desde esta perspectiva.

Razonar sobre las normas

Enseñar a los niños a ser coherentes pasa por una reflexión en torno a las normas que hay en la familia. Estas no pueden ser absolutas ni se debe exigir su cumplimiento de forma mecánica.

Es bueno hablar con los pequeños acerca del sentido que tienen. O sea, por qué existen y qué beneficios traen.

Enfocarse y avanzar de forma paulatina

La mejor manera de enseñar a los niños a ser coherentes es comenzando por uno o dos principios y valores, hasta afianzarlos de forma suficiente. Afianzarlos significa lograr que se interioricen y se practiquen, tanto por los padres como por los pequeños. Después se puede pasar a otra norma y así avanzar de una forma gradual.

Evaluar las rutinas

Es muy recomendable hacer un análisis de las rutinas para detectar aquellas situaciones frente a las cuales hay alguna ambigüedad o contradicción. Después, enfocar el trabajo hacia esos episodios, de modo que se asocien con el valor o principio que se quiere construir.

Ser constantes

El proceso de enseñar a los niños a ser coherentes no es fácil, pero si se quiere lograr, es necesario mantener la constancia. Esa continuidad sostenida es también una forma de coherencia. Por lo tanto, no se trata solo de iniciar el trabajo, sino de mantenerlo en el tiempo, hasta que ya no sea necesario enfocarse en ello.

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Los relatos en cuentos o películas sirven como herramienta para educar en valores.

Consejos para los padres

El padre y la madre deben estar de acuerdo en los principios y valores que quieren inculcarles a sus hijos. Es imposible enseñar a los niños a ser coherentes si no se logra una congruencia básica entre las personas que tienen su educación a cargo.

Las rutinas estables también facilitan la coherencia. Por supuesto, se debe buscar que tales rutinas sean razonables.

Muchas veces, los niños no logran ajustar su conducta porque están sobreestimulados o fatigados. En esas condiciones son poco permeables a los mensajes.

Los límites se fijan de una manera clara y razonable, pero con afecto. Ejercer la autoridad no significa ser autoritario o tirano. La coherencia no tiene que ver con la intransigencia, sino con la congruencia.

Para los niños, no hay mejor lección que el ejemplo de los padres.

Los pequeños tenderán a imitar las conductas que ven en los adultos. Por eso, para enseñar a los niños a ser coherentes, hay que trabajar en la propia coherencia.

Una buena técnica es la de evaluar cada día si se ha tenido suficiente coherencia en la relación con los chicos. El objetivo no es autoculparse, sino incrementar la autoconciencia.


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