Importancia de las emociones en un ambiente laboral
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El lugar de trabajo es uno de los espacios en los que pasamos más tiempo. Tomando en cuenta este hecho, las emociones en un ambiente laboral influyen significativamente en la calidad de vida de las personas.
Cuando nos sentimos cómodos en el trabajo, las emociones que sentimos son positivas y eso se nota en otras áreas de la vida. Por el contrario, cuando el ambiente de trabajo es hostil, el mal humor se intensifica y trasladamos los disgustos a otras relaciones.
¿Qué tipo de emociones se pueden sentir en el ambiente laboral?
Las emociones en un ambiente laboral no siempre son cómodas para los empleados. Es muy probable que en algún momento todos hayamos experimentado malestar emocional a causa del empleo.
A pesar de que todas las emociones son naturales, es importante conocer cuáles pueden limitarnos. Vamos a verlo a continuación.
Miedo
Esta emoción primaria se presenta en el ambiente de trabajo cuando no estamos lo suficientemente seguros de nuestras capacidades. Esto es que la inseguridad y la baja autoestima nos generan un temor paralizante.
Vulnerabilidad
Esta emoción es considerada un síntoma de debilidad. Sin embargo, los buenos líderes son capaces de mostrarse vulnerables ante su equipo y admitir que no tienen todas las respuestas.
En este contexto debemos entender la vulnerabilidad como una emoción positiva. De todos modos, puede hacernos sentir mal cuando no la aceptamos.
Tristeza
La tristeza es una de las emociones que se experimenta de forma más frecuente en el trabajo. En principio, nos sentimos tristes cuando percibimos que nuestras expectativas laborales no se están cumpliendo como quisiéramos.
Ira
Se trata de una emoción intensa que suele nublar la mente. Esto quiere decir que, cuando nos sentimos iracundos, tenemos dificultad para pensar de manera objetiva. Contrariamente, buscamos ganar discusiones a cualquier costo, pensando que tenemos la razón absoluta.
Importancia de la inteligencia emocional en el ambiente laboral
La inteligencia emocional es la capacidad que tenemos los seres humanos de reconocer las emociones propias y ajenas. En base a dicho reconocimiento podemos mejorar la influencia que tienen nuestras acciones y emociones en un ambiente laboral.
Para tener una buena dinámica de trabajo es importante perder el miedo a relacionarse con los jefes y compañeros de labor. En definitiva, mientras mejor desarrollada tengamos la inteligencia emocional, mejores relaciones interpersonales tendremos en nuestro lugar de trabajo.
Sería un error pensar que el ambiente laboral se adaptará a todas nuestras exigencias. Lo más factible para el bienestar emocional es la adaptación propia al espacio de trabajo. En este sentido, debemos aprender a tomar en cuenta las emociones ajenas.
Resumiendo lo planteado, es importante adquirir habilidades que contribuyan con la inteligencia emocional. En lo esencial, la empatía, la comunicación asertiva y la planificación estratégica son las prioritarias.
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¿Cómo practicar la inteligencia emocional?
Ahora que sabemos la importancia de la inteligencia emocional en un ambiente de trabajo es momento de aprender a emplearla en nuestra vida diaria. A continuación revisaremos un listado con algunas recomendaciones prácticas que nos servirán para mejorar hábitos de sociabilización. Vamos a ello.
1. Hacer introspección
Cuando decimos que hemos hecho introspección nos referimos a que pudimos mirarnos objetivamente desde una perspectiva analítica. Para conseguir la objetividad personal es necesario buscar unos minutos al día y dedicarlos a realizar este ejercicio.
Hacer retrospectiva nos ayuda a revisar dónde están los aspectos a mejorar como personas. Esto no se trata de juzgarnos de forma negativa, sino de entender por qué tenemos los conflictos que tenemos.
2. Encontrar la motivación correcta
Para realizar cambios significativos en la vida hace falta encontrar la motivación adecuada. A veces fracasamos intentando cambiar de manera forzada y rápida. No existen las soluciones mágicas ni los cambios de la noche a la mañana.
Para actuar de manera empática es necesario entender cuáles son los beneficios que eso nos proporciona. De ahí viene la motivación para hacer que la conducta se naturalice en nuestra forma de actuar. Cuando la motivación es interna, los cambios de conducta perduran en el tiempo.
3. Aprender de los demás
Una buena manera de poner en práctica la inteligencia emocional es aceptar que podemos aprender de los demás. Esto implica dejar de lado la soberbia e identificar cuáles son los aspectos que me gustaría incorporar de otros que conozco.
Es probable que conozcamos a personas asertivas y empáticas. La recomendación es relacionarnos más con ellas y aprender de su comportamiento. Evidentemente, la idea no es despersonalizarse y copiar, sino incorporar los buenos recursos emocionales de nuestros allegados.
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4. Evaluar el progreso
Aquello que no se mide no puede ser practicado de forma correcta. Por lo tanto, es necesario que hagamos un hábito de la evaluación intrapersonal . Una buena forma de evaluar el progreso es revisar hasta qué punto los conflictos cotidianos disminuyen.
5. Reconocer las emociones en tiempo real
A pesar de que no podemos controlar todas nuestras emociones, sí podemos reconocerlas en el momento oportuno . De este modo seremos conscientes de cómo nos sentimos ante una situación determinada y podremos elegir mejor las alternativas.
Un ejemplo de lo anterior sería cuando el comportamiento de otros nos hace enojar. En lugar de actuar motivados por la emoción, evitamos el conflicto porque sabemos que no es oportuno.
¿Qué hacer cuando el ambiente laboral es tóxico?
No es necesario trabajar en una planta nuclear para estar rodeado de un ambiente laboral tóxico. A veces, en las oficinas de cualquier empleo podemos sentirnos incómodos por la manera en la que funcionan las cosas. Un lugar de trabajo tóxico es aquel en el que no existe armonía entre los trabajadores y los superiores son incapaces de solucionarlo.
La mejor alternativa para afrontar un ambiente disfuncional de trabajo es manifestarlo de manera clara y asertiva. La idea no es buscar culpables o juzgar a los demás, sino hallar las posibles soluciones a los problemas.
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