Autolesión: la necesidad de sacar el dolor que llevamos dentro
Revisado y aprobado por el psicólogo Bernardo Peña
La autolesión no es una broma y quien diga lo contrario, seguramente, nunca ha estado ante un caso que haya afectado directamente a su familia. Muchas de las personas que se autolesionan tienen algún tipo de trastorno mental, como puede ser el trastorno bipolar, algún trastorno de personalidad, incluso trastornos alimenticios como la anorexia y la bulimia.
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En estos casos, la autolesión es considerada un síntoma pero, ¿qué ocurre cuando se convierte en una forma de expresarse o “aliviarse” emocionalmente?
Las personas que practican la autolesión en muchas ocasiones no pueden evitarlo. No son capaces de gestionar sus emociones y esto provoca que necesiten liberarse de ellas o distraerse de alguna manera.
Se ha creído durante mucho tiempo que esta práctica ha sido utilizada por personas, en su mayor parte adolescentes, para llamar la atención de los demás. Pero, ¿quién se haría daño a sí mismo con este fin?
La autolesión no es una llamada de atención
El ser humano tiene una gran capacidad de supervivencia y, por ende, automutilarse o intentar matarse no es “normal”. Cuando esto sucede, hay problemas que tienen que ser solucionados.
Tal vez se trate de algún trauma del pasado. Un problema al que no le hemos encontrado solución, miedos y temores que son totalmente infundados. La autolesión es mucho más que una llamada de atención.
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Las emociones te sobrepasan, por eso, necesitas sacarlas de alguna manera para no volverte loco. Las personas que se autolesionan sienten de forma exagerada la tristeza y el dolor. No son capaces de regular eficazmente sus emociones ni de gestionarlas.
Necesitas tener el mando cuando has perdido el control sobre lo que ocurre a tu alrededor, sobre tus propios sentimientos. La autolesión es una manera de recuperarlo. Al menos, sabes que eres tú el que maneja ese dolor.Te castigas porque te sientes mal, no te importa tu cuerpo, ni tus marcas. Te importa todo aquello que te ha hecho sentir mal porque no has asumido ni aceptado los errores que has cometido.
La mayoría de las personas que se autolesionan no quieren suicidarse. No obstante, hay quienes sí pueden tener este final en mente y por eso pueden utilizar la autolesión a modo de “prueba”.
La autolesión y la autodestrucción
A día de hoy la autolesión aún está vista con ojos prejuiciosos que, en vez de intentar entender esta práctica, la condenan. No son conscientes, ni quieren serlo, del sufrimiento por el que atraviesa la persona que se autolesiona. Creen que es tonta, que es masoquista, que intenta llamar la atención.
No se dan cuenta de que se está destruyendo.
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Pensemos en una persona que sufre anorexia se siente culpable porque sabe que su problema no es verse delgada, sino hacerse daño gracias a la inanición. Todo esto tiene su origen en la falta de autoestima y el poder que le ha dado a las opiniones de los demás.
Quizás el hecho de no comer no le sea suficiente y recurra a la autolesión. Nos equivocamos si pensamos que meterla en un centro donde la obliguen a comer es la solución. Su problema puede ser mucho más profundo.
Necesitan ayuda
En ocasiones, no nos damos cuenta de que los problemas no son tan superficiales, que los síntomas no señalan el verdadero origen. Las personas que se autolesionan utilizan diversas técnicas para evitar hacerse daño.
Quizás gritar, arrancar papeles, escribir o dibujar, solvente sus menores problemas. Sin embargo, en su cabeza, aún existe esa necesidad de autodestruirse. No necesitan que se les gire la cara, necesitan una mano amiga, que intente comprenderles y que no les juzgue.
Imagínate lo difícil y complicado que debe ser lo que ronda por su mente para que quiera hacerse daño, para que quiera autodestruirse.
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No todo el mundo es capaz de hacerlo. En ocasiones, la situación se les va de las manos y acaban terminando con su vida sin quererlo.
Para terminar, la autolesión no es una moda, no es una llamada de atención, no es una broma. La autolesión es un grito silencioso de una persona que necesita ayuda y que, contrariamente, siempre muestra su mejor sonrisa.
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