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Olor vaginal: ¿por qué mi flujo huele mal?

7 minutos
La sudoración, los malos hábitos de higiene íntima y algunas infecciones son las causas principales del mal olor del flujo vaginal. A continuación, podrás repasar otros motivos.
Olor vaginal: ¿por qué mi flujo huele mal?
Diego Pereira

Revisado y aprobado por el médico Diego Pereira

Última actualización: 15 septiembre, 2024

El olor vaginal está influenciado por una amplia variedad de factores, como el equilibrio de bacterias que componen la flora vaginal, las fluctuaciones hormonales, el sudor y los hábitos de higiene íntima. A menudo, el flujo en esta zona huele mal cuando algo impacta de forma negativa su pH.

Su estado natural, ligeramente ácido —con un rango típico que varía de 3,8 a 4,5—, evita el crecimiento excesivo de microorganismos patógenos. No obstante, el uso excesivo de productos irritantes, las duchas vaginales, la actividad sexual y la proliferación de hongos y bacterias da lugar a olores desagradables, descritos a menudo como levadura, cerveza, pescado o descomposición.

Por supuesto, este síntoma genera preocupación, no solo porque alerta una causa subyacente de mayor cuidado, sino porque afecta la intimidad y genera vergüenza y problemas de confianza en entornos sociales y laborales. Te ayudamos a descubrir su causa para elegir un tratamiento adecuado.

1. Vaginosis bacteriana

La causa principal del mal olor del flujo vaginal es la vaginosis bacteriana. Ocurre cuando las bacterias dañinas crecen de forma desmedida, superando la cantidad de bacterias beneficiosas que mantienen el ambiente vaginal ácido y saludable.

El olor suele describirse como fuerte, similar al del pescado. Además, el flujo tiende a presentar un color que varía de blanquecino a grisáceo. Aunque como tal está causado por bacterias como la Gardnerella vaginalis y bacteroides, el desequilibrio está asociado a factores como el contacto con productos de higiene íntima perfumados, las prácticas sexuales y ciertos cambios hormonales.

Su tratamiento suele incluir antibióticos orales, como el metronidazol o la clindamicina. También abarca la aplicación de cremas antibacterianas tópicas, y ajustes en el estilo de vida para minimizar la exposición al detonante.

2. Candidiasis vaginal

Otra razón que explica que tu flujo vaginal huela mal es la candidiasis vaginal. Se trata de un crecimiento excesivo del hongo Candida albicans que, en condiciones normales, está presente en pequeñas cantidades en la vagina. Su descontrol tiende a ocurrir tras el consumo de antibióticos, una diabetes no controlada, alteraciones del equilibrio hormonal o un sistema inmunitario debilitado.

Además del olor fuerte, descrito como a levadura, provoca un flujo abundante, espeso, blanco y grumoso. Su tratamiento abarca antifúngicos orales y tópicos, como el fluconazol y el clotrimazol, que ayudan a restaurar el equilibrio natural de la flora vaginal.

3. Infecciones de transmisión sexual (ITS)

Las infecciones de transmisión sexual (ITS) provocan flujo vaginal con mal olor debido a la presencia de microorganismos patógenos, como bacterias, virus o parásitos. Estos alteran el pH natural de la vagina y el equilibrio de su microbioma (bacterias saludables).

La clamidia, que suele derivar secreciones abundantes de color amarillo y dolor al orinar, tiende a causar un olor que va de leve a fuerte (descrito como maloliente). La gonorrea, entre tanto, provoca un flujo verdoso, fétido o semejante al del pescado. Otros síntomas son el dolor al orinar y sangrados entre periodos.

Ahora bien, la tricomoniasis, causada por parásitos, se manifiesta con un flujo espumoso y maloliente, que puede ser metálico o similar al del pescado. La picazón vaginal y las micciones dolorosas también alertan de esta infección.

En general, el tratamiento varía en función del tipo de ITS; se emplean antibióticos orales para las infecciones bacterianas, como azitromicina o doxiciclina; y antiparasitarios, como metronidazol o tinidazol, para la tricomoniasis.

4. Desequilibrio del pH vaginal

Hay otras razones no infecciosas que alteran el equilibrio ácido que caracteriza al pH de la vagina. En consecuencia, también pueden ser motivo de mal olor en el flujo. Los más comunes son el uso excesivo de productos de higiene íntima con fragancias, como jabones de ducha, polvos de talco y desodorantes.

La ropa interior de materiales sintéticos, los detergentes agresivos, las duchas vaginales y los cambios hormonales durante el ciclo menstrual, el embarazo y la menopausia también pueden explicarlo. Su tratamiento, como es de esperarse, implica modificar aquellos hábitos que influyen en el problema.

Hacer una limpieza respetuosa de la zona V, solo con agua y jabón neutro, es la primera medida. Utilizar ropa interior de algodón, evitar la exposición a irritantes (inclusive si se trata de remedios caseros) y seguir una alimentación sana y balanceada contribuye al alivio en estos casos.

5. Sudor y mala higiene

El sudor, sobre todo en combinación con ropa ajustada o no transpirante, crea un ambiente húmedo y cálido que favorece el crecimiento de bacterias. Esto resulta en un olor fuerte y desagradable, a menudo descrito como «agridulce» o a «humedad».

Las bacterias en la piel y en la ropa interior pueden descomponer el sudor y otros fluidos, intensificando el mal olor. Para evitarlo, es primordial priorizar la higiene íntima, que implica lavar la zona externa con agua tibia y jabón neutro, una vez al día, o dos, en caso de hacer ejercicio o sudar por otro motivo.

La zona interior de la vagina tiene un mecanismo propio de limpieza que no requiere de productos adicionales. Evita las duchas vaginales o cualquier método que implique aplicar sustancias en esta zona.

6. Actividad sexual

Demasiada actividad sexual puede contribuir al mal olor del flujo vaginal por factores que no tienen que ver con las infecciones de transmisión sexual. La interacción entre el semen y la flora vaginal tienden a explicar este problema.

El semen, al entrar en el canal vaginal, altera el pH y favorece el crecimiento de bacterias que generan olores desagradables. Además, el contacto con fluidos corporales y la introducción de bacterias de la pareja sexual también inciden en este síntoma.

Para prevenir esto, es clave mantener una buena higiene después del acto sexual, como orinar y lavar la zona genital con agua tibia y jabón suave. Por otro lado, es conveniente el uso de preservativo.

7. Productos de higiene menstrual

El uso prolongado de tampones o compresas de algodón durante el periodo menstrual es una causa común de mal olor. Si bien el sangrado menstrual tiene un olor natural que se describe como metálico o dulce, este suele pasar desapercibido.

Pero cuando no hay un recambio regular de los productos menstruales, el flujo retenido combinado con las bacterias en la zona pueden generar un olor fuerte desagradable. Hay que recordar que los tampones han de cambiarse mínimo cada 6 horas y las compresas cada 4 horas. Si el flujo es muy abundante, es mejor hacerlo antes.

8. Consumo de algunos alimentos

Aunque las evidencias son escasas, se plantea que la ingesta de algunos alimentos picantes o que contienen azufre puede influir en el mal olor corporal (incluyendo de la zona genital). De acuerdo a la hipótesis, los compuestos volátiles o las proteínas de alimentos como la cebolla, el ajo, las especias, los espárragos, las carnes rojas y los pescados, altera el olor característico del sudor, intensificándolo.

No hay estudios clínicos sólidos que respalden la relación entre la ingesta de alimentos concretos y el mal olor vaginal. Si crees que estos pueden estar influyendo, opta por limitar su consumo hasta mejorar este problema.

Si tu flujo huele mal, consulta al ginecólogo

En definitiva, es conveniente que tengas presente que tener un flujo vaginal con mal olor no es normal y suele ser indicativo de desbalances en el pH, enfermedades subyacentes o malas prácticas de higiene. Aunque a menudo las causas son benignas y manejables desde ajustes en el estilo de vida, otras requieren evaluación y tratamiento médico específico.

Por eso, sin importar el tipo de olor, o su intensidad, es preferible acudir al ginecólogo para obtener un diagnóstico preciso. El profesional, tras evaluar el síntoma y las molestias asociadas, puede sugerir medidas terapéuticas efectivas, de acuerdo al caso. Además, su vigilancia es fundamental para evitar otras complicaciones.


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Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.