Cuánto puede hacer el ejercicio físico por nuestra felicidad
Escrito y verificado por el médico Leonardo Biolatto
En tiempos en los que la preocupación por el bienestar mental ha ganado relevancia, el papel del ejercicio físico como fuente de felicidad se hace más evidente. Son múltiples las personas que buscan alternativas para moverse, estar activos, prevenir enfermedades y liberar estrés.
Ahora bien, ¿es real que la actividad física tiene beneficios para la salud mental? En vistas a develar esta incógnita, hablamos con Ana Isabel Sanz, psiquiatra y psicoterapeuta.
¿Por qué el ejercicio físico podría hacernos más felices?
De acuerdo con las investigaciones, tan solo un día de actividad física a la semana es suficiente para mejorar el nivel de felicidad general. Es decir, que el entrenamiento no solo cambia al cuerpo, sino que también tiene efectos directos en el bienestar emocional.
La doctora Sanz, directora del Instituto Psiquiátrico Ipsias, explica que «el ejercicio aumenta el flujo de sangre que llega al cerebro y mejora así su rendimiento global y de zonas específicamente vinculadas al estado anímico». A su vez, de acuerdo a lo que nos comenta la experta, también sabemos que la actividad física estimula la producción de neurotransmisores beneficiosos para la salud mental.
Entre estos neurotransmisores, vale una mención especial para las endorfinas. Se trata de pequeñas proteínas que regulan el estado de ánimo y bloquean el dolor, es decir, son analgésicas.
Mientras más nos ejercitamos, mayor es la circulación sanguínea de endorfinas. El aumento de su concentración en la sangre reduce la ansiedad y los síntomas depresivos.
Pero los efectos no se limitan a los neurotransmisores que ya mencionamos. Como aclara Ana Isabel Sanz, «el aumento de la actividad cardíaca produce también aumento de la noradrenalina, lo que influye positivamente sobre la energía y el estado de ánimo».
A todo esto, según la especialista, debemos sumar el hecho de que el entrenamiento puede reducir la inflamación del tejido nervioso. Por ende, a menor neuroinflamación habría menor riesgo de desarrollar patologías de salud mental, como la depresión.
¿Hay ejercicios mejores que otros para nuestra salud mental?
No existe una respuesta unánime sobre cuál es el deporte ideal para alcanzar la felicidad. De hecho, la percepción de bienestar es muy subjetiva y varía entre persona y persona.
Sin embargo, la doctora Sanz, directora del Departamento de Psiquiatría del Centro de Rehabilitación Dionisia Plaza de Madrid, nos comenta qué actividades físicas podrían ser recomendables, de acuerdo a nuestro contexto o nuestra personalidad:
- Los deportes de equipo aportan un elemento de sociabilidad muy útil para disminuir el aislamiento y cultivar las habilidades sociales.
- Si llevamos una vida sedentaria y queremos iniciar con el movimiento para sentirnos mejor, lo más adecuado será recurrir al bajo impacto. Caminar, pilates, yoga y natación son opciones idóneas en estos casos.
- El boxeo modificado o boxeo de entrenamiento, por ejemplo, tiene capacidad para descargar enfado, ira y tensiones musculares. No es una disciplina apta para cualquiera, pero puede comenzarse luego de un tiempo de preparación física.
- Las actividades al aire libre, en contacto con la naturaleza, compensan el exceso de experiencias digitales. En especial, para las generaciones jóvenes o nativas digitales. Volver a lo que se huele, se toca y se respira, aporta al equilibrio emocional y social.
¿Qué problemas de salud mental se benefician más de la actividad física?
Como explica Ana Isabel Sanz, «el ejercicio es uno de los elementos básicos que suele incluirse en los programas psicoterapéuticos». Para la European Psychiatric Association, por ejemplo, la actividad física debería formar parte del tratamiento de las condiciones severas de salud mental, como la esquizofrenia o el desorden bipolar.
Sin embargo, los problemas más estudiados al respecto son la depresión y la ansiedad. Aunque, como refiere la experta, también el déficit de atención y diferentes tipos de psicosis podrían beneficiarse.
El ejercicio estimula la plasticidad de las neuronas, reduce la inflamación del sistema nervioso y bloquea la oxidación de las células por estrés. Todos estos efectos contribuirían a disminuir los síntomas depresivos.
En cuanto a la ansiedad, practicar un deporte no solo es una forma de tratar los síntomas. También podría funcionar a modo preventivo.
¿Existen riesgos?
El ejercicio físico nos da felicidad y nos hace sentir mejor, pero la obsesión por su práctica o la búsqueda de una figura corporal específica podrían jugarnos en contra. «Desgraciadamente —nos hace saber la doctora Sanz—, la época actual es proclive a que determinados conflictos personales se focalicen en el aspecto del cuerpo».
Según la experta consultada, «hay situaciones en que existen problemas emocionales y nunca se logra un estado suficientemente satisfactorio. Incluso, se puede emprender una carrera autodestructiva sin final, basada en alcanzar una marca en la báscula». En ese contexto, la búsqueda de la felicidad a partir del ejercicio no solo es superficial, sino insana. Corremos el riesgo de aislarnos y angustiarnos, en lugar de tener más bienestar.
Por otro lado, en los deportes competitivos, también hay amenazas para la salud mental si no sabemos digerir las frustraciones. Para la psiquiatra, en realidad, las competiciones deberían ser oportunidades en las que desarrollemos la capacidad de afrontar las derrotas.
La clave está en entender la actividad física como un aspecto más del autocuidado. Debe ser una fuente de satisfacción, tanto como el ocio o las relaciones sociales.
Actividad física para ser felices y para una vida más plena
El confinamiento por la pandemia de covid-19 trajo aparejada una disminución notoria en la cantidad de actividad física. A la par, sentimientos de angustia, ansiedad y estrés se incrementaron. Esa combinación fue deletérea para la salud mental.
El ejercicio emergió, luego de la finalización de las restricciones, como un factor protector y como un camino para recuperar la felicidad y el bienestar. Pero sus efectos beneficiosos no se limitan a la superación del aislamiento obligatorio y sus consecuencias.
«Para muchas personas —analiza Ana Isabel Sanz—, el deporte está siendo una vía para canalizar las tensiones de la jornada laboral, las preocupaciones, el enojo y la desconexión del ritmo frenético diario». Ejercitarse es una opción válida de potenciación del físico, de prevención de enfermedades y de resguardo de la salud mental.
Según la experta, más que buscar la felicidad, la actividad física «es una forma de equilibrar una existencia demasiado centrada en el rendimiento, con exceso de incertidumbres y alto desgaste». Es por eso que no puede tomarse como un hábito extra para poner en práctica, sino como un elemento constitutivo del estilo de vida.
El ejercicio nos hace más felices, pero también nos da herramientas. Con la práctica regular aprendemos «a levantarnos cuando caemos, a no rendirnos ante las dificultades, a disminuir nuestra vulnerabilidad e incrementar la resiliencia», concluye la doctora Sanz.
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