Sentir culpa expresa un temor interior al castigo
Revisado y aprobado por el psicólogo Bernardo Peña
Sentir culpa es una sensación muy desagradable. Cada paso que damos lo hacemos inseguros y esperando esa culpabilidad que, de manera irremediable, siempre nos llega. Sin embargo, ¿de dónde nació esa culpabilidad?
Es importante que echemos la vista atrás, hacia nuestra infancia, etapa donde se gestan la gran mayoría de nuestros traumas y miedos. ¿Cómo nos trataban nuestros padres? ¿Qué tipo de refuerzo nos dieron? ¿Nos dieron una educación basada en el miedo?
Aunque no le demos importancia a la educación que nos dan nuestros padres, su manera de relacionarse con nosotros puede hacer que sentir culpa se convierta en una parte esencial de nuestra vida adulta. Veamos cómo se produce todo esto.
El temor interior al castigo
Cuando hablamos de castigo, no solo estamos refiriéndonos a los castigos que ya conocemos, como “no salgas de tu habitación” u “hoy no cenas”. Hay tipos de castigo que duelen más y dejan profundas heridas emocionales que luego se abren en la edad adulta.
Un tipo de castigo sería retirarle la palabra a los hijos. De repente, los niños no son capaces de interactuar con sus padres. Ellos les hablan, pero nadie les contesta. Se sienten solos, abandonados, con mucho miedo. Pero, sobre todo, se sienten culpables.
Otro tipo de castigo puede venir dado por una reacción desproporcionada por parte de los padres en los que lancen frases del estilo “¿por qué me has hecho esto?” o “no te lo mereces”. Todo esto genera un sentimiento de culpa que el niño absorbe.
Cada palabra que decimos como padres, cada actitud que tenemos con los más pequeños, puede provocar sentimientos como la culpa que, después, ocasionarán muchos problemas cuando los niños se hacen mayores.
No obstante, este tipo de sentimientos, una vez hemos detectado su origen, podemos combatirlos y dejar de sentirlos. No es fácil, pero es posible.
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¿De qué nos sentimos culpables?
Para dejar de sentir culpa, una vez detectado su origen, es importante que nos preguntemos de qué solemos sentirnos culpables. Algunos ejemplos pueden ser los siguientes:
- Me siento culpable de que un amigo se enfade conmigo si no hago lo que quiere u opino de una manera diferente.
- Siento culpa si, de repente, un ser querido no me contesta a un mensaje al instante. Creo que he podido decir algo que lo haya ofendido o que está enfadado conmigo (sin que haya motivos para ello).
- Me siento culpable por sentir culpa. Creo que no soy válido, que no me merezco nada y que soy una persona inferior a los demás.
Como podemos observar, sentir culpa y tener baja autoestima son dos conceptos que van casi de la mano. Así, en muchos de estos ejemplos se nota la inseguridad, una baja tolerancia a la frustración, el miedo al abandono…
Es curioso el último ejemplo, el de “me siento culpable por sentir culpa”. Sin embargo, es más habitual de lo que parece. Las personas que se sienten culpables por todo pueden llegar a extremos como este.
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Dejar de sentir culpa
Para dejar de sentir culpa es importante iniciar, primero, un trabajo para fortalecer la autoestima. Así eliminaremos inseguridades y miedos que pueden estar favoreciendo que vivamos diariamente con este sentimiento.Después, es necesario investigar en qué contextos sale más esa culpa. ¿Es el miedo a que se enfaden con nosotros? ¿Cuando alguien no respeta nuestras opiniones? Esto puede darnos una idea de cómo esas situaciones se parecen a episodios de nuestra infancia que en su momento fueron origen de esa culpa.
Lo último que tenemos que hacer es ser conscientes de esto, no culpar a nuestros padres (si ha sido el caso). Debemos hacernos responsables de esa culpa y trabajar para gestionar nuestras emociones.
Cada vez que salte la culpa, pregunta por qué está ahí. En la mayoría de las ocasiones nos daremos cuenta de que no hay motivos para sentirnos culpables y que, a veces, nosotros mismos nos anticipamos a algo que no ha sucedido para evitar ese sentimiento. ¿Te animas a dejar de sentir culpa?
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