El "síndrome del niño rico": un síndrome causado por los padres
Escrito y verificado por el psicólogo Bernardo Peña
El síndrome del niño rico, también conocido como affluenza o ricopatía, no se refiere a los hijos de gente adinerada. Se relaciona con el hecho de dar a los hijos todo lo que piden, sin que les cueste un mínimo de esfuerzo; situación que, por lo general, ocurre en familias con altos ingresos económicos.
No obstante, es un patrón que también se puede dar en familias de clase media, en las cuales los padres intentan (de manera inconsciente muchas veces) suplir sus ausencias físicas y emocionales con bienes materiales.
La cuestión es que los niños en realidad no demandan bienes materiales, sino reforzar el vínculo y sus necesidades afectivas. Por ello, hay que demostrarles que son queridos y compartir con ellos actividades y juegos.
Además, hiperregalar a un niño y acceder a todas sus peticiones no es una de las mejores formas de educar. ¿Qué sucederá cuando tengan que desenvolverse en la sociedad por sí mismos?
¿Cuál es el origen del término síndrome del niño rico?
Aunque este síndrome no está reconocido como diagnóstico clínico por las asociaciones de psiquiatras y psicólogos, su uso se extiende desde la década de los 90. La affluenza fue el primer término que se utilizó para referirse a él, a partir del libro The Golden Ghetto: The Psychology of Affluence.
Jessie H. O’Neill explica cómo los hijos mimados de las familias pudientes presentan una conducta irresponsable y con carencia de empatía. Se trata de la consecuencia directa de la sobreprotección y el hecho de suplir la falta de tiempo con regalos y dinero.
El polémico caso de affluenza protagonizado por ‘Ethan Couch’
El término ha sido escasamente documentado y no aparece, según un artículo de 2015, en ninguna versión del Diagnostic and Statistical Manu al of Mental Disorders. Menos que una patología, se le considera una “epidemia social de consumismo y materialismo exacerbado”.
Trascendió el término porque en 2013 un joven norteamericano de 16 años, Ethan Couch, que conducía ebrio a exceso de velocidad provocó un accidente en el que murieron cuatro personas y nueve quedaron heridas. La Fiscalía solicitó 20 años de prisión, pero la pena fue rebajada a diez años de libertad condicional y a un año de tratamiento psicológico en un hospital privado. Alegato de la defensa: el joven sufría “affluenza”.
Pese al beneficio, violó en 2020 los términos de la libertad condicional, en un intento de fuga a México, acción por la que su madre fue encarcelada por encubrir y facilitar.
En la actualidad Couch se encuentra bajo régimen de toque de queda a las 9 pm., y debe usar un parche que controla el consumo de alcohol y drogas. En 2024 se termina esta condición y la opinión general es que “se salió con la suya”.
¿Cómo saber si estás fomentado el síndrome del niño rico en tus hijos?
No se necesita tener mucho dinero para sufrir este síndrome. De hecho, cada vez son más frecuentes los casos de “ricopatía” en niños y adolescentes de clase media.
Según un estudio publicado en la revista American Journal of Sociology, en la actualidad los padres, por sus responsabilidades o por el esfuerzo de posicionarse a nivel económico, no dedican tiempo suficiente a la crianza de sus hijos.
Esto hace que muchas veces terminen ofreciéndoles regalos materiales para llenar ese vacío, lo que tiene sus consecuencias.
Primeras señales
Una de las primeras señales del síndrome del niño rico, de acuerdo con diversas investigaciones, se pone de manifiesto cuando el niño expresa aburrimiento con relativa frecuencia. Esto sucede a pesar de tener la habitación llena de juguetes y todo tipo de aparatos tecnológicos de moda.
Así, cuando se pretende que el niño se calme o se quieren evitar rabietas se le da algo material, fomentando esta conducta. También si se le premia todo el tiempo por cualquier favor que le hagan o por portarse bien.
Otra forma de fomentarlo es comprándole costosos regalos, aunque no sea una ocasión especial o posponiendo gastos familiares para cumplir alguno de sus caprichos. Estas actitudes por parte de los padres dan pie al síndrome del niño rico, poniendo en peligro su salud emocional y física.
Consecuencias para la salud física y emocional
Además de las señales anteriormente mencionados, las mismas investigaciones también hablan de otra serie de “síntomas” o características que suelen presentar los jóvenes con síndrome de niño rico:
- Baja autoestima y pérdida de la motivación.
- Son incapaces de tolerar las frustraciones, pues creen que se merecen todo.
- No afrontan sus propios problemas. Piensan que siempre vendrán papá y mamá a solucionarlos.
- Su inconsciencia les lleva a ser irresponsables y a carecer de disciplina.
- Manifiestan altos niveles de estrés y ansiedad ante la falta de rendimiento escolar.
- Presentan dificultades para mantener en armonía las relaciones con sus compañeros.
- Se vuelven intranquilos e irritables por asuntos sin importancia y terminan siendo muy desdichados.
- Con frecuencia terminan incurriendo en conductas dañinas como el consumo de alcohol o de drogas.
¿Es posible evitarlo?
Es de vital importancia explicar al niño el esfuerzo que realizan sus padres para mantener un estilo de vida más cómodo. También que para obtener las cosas hay que trabajar y, en ocasiones, muy duro. Igualmente, se le debe enseñar que para poder darse un gusto, hay que ahorrar.
En el libro Su hijo, una persona competente: hacia los nuevos valores básicos de la familia, el terapeuta de familia Jesper Juul afirma que los niños tienen que entender que hay responsabilidades dentro de la casa que deben cumplir, sin que tengan que ser premiados por ello.
Hay que enseñarles que tienen que poner la mesa, sacar la basura y ayudar a ordenar y limpiar su cuarto. Estas actividades reforzarán sus valores.
Hay que involucrar al niño con la vida real. Tienen que aprender a valorar lo que tienen y a cultivar el respeto por los demás. Como padres, no se debe sobreproteger; al contrario, es necesario ofrecerles las herramientas que les ayuden a afrontar sus problemas.
Ser estricto con los hijos también es un acto de amor, ya que se favorece un desarrollo ético y emocional. También se ama a un hijo cuando se le ponen límites. Ellos necesitan esforzarse para obtener lo que anhelan.
Por último, es necesario tener presente que las frustraciones también son parte del aprendizaje y saber enfrentarlas es fundamental. Con ello, se fomenta el desarrollo de las capacidades emocionales y psicológicas que convertirán a los niños en adultos más felices.
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