6 tipos de memoria que tenemos los humanos
Escrito y verificado por la psicóloga Maria Fatima Seppi Vinuales
Recordar los paseos en la plaza con nuestra abuela, poder montar una bicicleta después de no hacerlo durante años, subirse al coche todas las mañanas y conducirlo como en automático, sin necesidad de repasar cada movimiento una y otra vez. Quien se encuentra detrás de todas y cada una de estas acciones es la memoria, pero debemos saber que hay varios tipos.
¿Qué es la memoria?
Cuando nos referimos a la memoria, no hablamos de un órgano concreto, sino de diversas estructuras cerebrales que intervienen en complejos procesos que nos permiten registrar, almacenar y acceder a distintos tipos de información.
Si bien intervienen complejos circuitos neuronales, en términos generales, la memoria se desenvuelve de la siguiente manera:
- Una primera fase de codificación. Aquí se hace una primera lectura de la información que luego será almacenada. La concentración, la atención y la motivación de la persona son aspectos claves en la selección de lo que se almacenará.
- El almacenamiento es la segunda fase y se refiere a la retención de la información.
- Una tercera fase es la de recuperación, que se refiere a la posibilidad de disponer de dicha información cuando la precisamos.
Tipos de memoria y sus características
Existen distintos criterios para clasificar la memoria. Entre los más habituales se distingue la temporalidad, el formato de la información que aloja y el tipo de información que se almacena.
Respecto a la temporalidad, hablamos de dos tipos de memoria: a corto y a largo plazo. Pero dentro de esta última, también podríamos valernos de otro criterio que la subdivida en más partes, como veremos a continuación.
1. Memoria de corto plazo
Esta memoria tiene una capacidad limitada. En general, puede retener como máximo 7 ítems de manera simultánea.
También el tiempo de retención de la información es breve, con un máximo de 20 segundos. Aquí la atención y la concentración son claves, ya que si estamos distraídos, la capacidad de la memoria de corto plazo se ve reducida.
Además, suele mencionarse la memoria de trabajo aquí. Implica el manejo y la organización de la información para el logro de un objetivo concreto.
2. Memoria de largo plazo
La memoria de largo plazo es más estable y duradera. Dentro de ella, como ya adelantamos, se ha propuesto una subclasificación, donde encontramos la de tipo declarativa y la procedimental.
3. Memoria declarativa
Como parte de la memoria de largo plazo, se refiere al contenido de lo que se almacena. La memoria episódica nos permite recordar hechos concretos referidos a nuestra propia biografía y que están vinculados a un tiempo y un lugar determinado. En ella se alojan sucesos que identificamos como personales.
Por otro lado, la memoria semántica nos permite recordar en términos más generales y está vinculada a nuestra comprensión del mundo. También se aloja aquí el significado de conceptos y el vocabulario.
4. Memoria procedimental
Esta otra parte de la memoria a largo plazo se refiere al cómo (el paso a paso de una receta, por ejemplo). Permite recuperar información sobre habilidades motoras.
En este caso, cuando la información se consolida, aparece en automático, como por inercia. No es necesario repasar el procedimiento una y otra vez.
5. Memoria sensorial
Respecto al formato de la información, la memoria sensorial es aquella que registra o almacena la información considerando los sentidos. Nos acordamos del olor de la torta de la abuela o del tacto suave de nuestra mascota, por ejemplo.
6. Memoria verbal
La memoria verbal se refiere a la información almacenada en formato de palabras, ya sean escritas o verbales.
Consejos para mejorar la memoria
A la memoria hay que cuidarla y mantenerla activa. En este sentido, es importante tener en cuenta que tanto en su mantenimiento como en el aprendizaje, las personas tienen un rol activo.
A continuación, dejamos una serie de recomendaciones para ejercitar los distintos tipos de memoria:
- Buen descanso: durante el sueño se llevan a cabo diferentes procesos que implican la consolidación de los recuerdos y el aprendizaje, así como la selección de la información que debe descartarse.
- Estado emocional: es una influencia respecto de aquellas cosas a las que les prestamos atención, lo que recordamos y lo que olvidamos. Por ejemplo, si estamos con mucha ansiedad, será difícil que podamos prestar atención a una conversación o que podamos conectarnos con un suceso en particular.
- Disminuir la cantidad de fuentes de estimulación: si queremos retener cierta información, lo mejor es que tratemos de capturarla en detalle, focalizándonos en ella. En ese caso, es mejor evitar estar pendiente del televisor, del celular, de la conversación de la persona que está al lado.
- Jugar: existen distintas propuestas lúdicas que permiten fortalecer la memoria, al combinar distintas acciones como completar palabras, preguntas y respuestas para recordar eventos o datos.
- Cuidar la alimentación: el buen funcionamiento de la memoria también tiene su correlato en la dieta que llevamos: Por eso, el tipo de alimentación es una variable a considerar. Se recomienda incluir pescado, huevos, vegetales de hojas verdes, alimentos con omega 3.
Conocer nuestros tipos de memoria
Más allá de las diversas clasificaciones existentes sobre la memoria, hay dos datos prácticos que nos pueden ayudar a potenciarla. Uno de ellos tiene que ver con el tipo de memoria o el método que nos funciona para el recuerdo de la información. Así, hay quienes detectan que recuerdan mejor a través de la memoria visual, mientras que otros recuerdan mejor los sonidos.
Por otro lado, es conveniente identificar dónde se originan los fallos de memoria que tenemos con mayor frecuencia. En general, las causas tienen que ver con la falta de atención, la motivación, el estado emocional, las lesiones cerebrales, la interferencia y la superposición de recuerdos.
Conociéndonos, podremos reforzar nuestros tipos de memoria con ejercicios específicos.
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