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Tolerancia a la frustración: importancia, beneficios y ejercicios

6 minutos
La baja tolerancia a la frustración puede provocar dificultades a nivel interpersonal, tanto en relaciones laborales como familiares o de amistad. Veamos cómo afrontarla.
Tolerancia a la frustración: importancia, beneficios y ejercicios
Maria Fatima Seppi Vinuales

Escrito y verificado por la psicóloga Maria Fatima Seppi Vinuales

Última actualización: 06 julio, 2023

¿Cuánto creemos que la tolerancia a la frustración impacta en nuestras vidas? Aunque parezca que se vincula con un resultado, tiene influencia desde el comienzo, en la actitud con la que nos predisponemos.

¿Acaso es lo mismo empezar un proyecto y desanimarse ante cualquier dificultad porque no sale como queremos que empezarlo y aceptar que hay dificultades y aprender de ellas? Sin dudas que no, pero pocas veces tomamos conciencia de ello. La tolerancia a la frustración es parte de un aprendizaje.

¿Qué es la tolerancia a la frustración?

La tolerancia a la frustración se relaciona con la capacidad de saber gestionar nuestras emociones ante un acontecimiento que no resulta como imaginamos. Es decir, frente al incumplimiento de nuestras expectativas, puede aparecer la frustración.

Las personas que tienen baja tolerancia a la frustración son muy exigentes, sobre todo consigo mismas. Pero también con el resto. A su vez, tienden a ser rígidas, con escasa capacidad para adaptarse. Suelen quedarse con el sabor amargo de lo no logrado.

Por otro lado, la baja tolerancia a la frustración puede provocar dificultades a nivel interpersonal, tanto en relaciones laborales como familiares o de amistad. Esto sucede porque la persona es incapaz de controlar el malestar que siente ante lo insatisfecho. Muchas veces culpan a otros de obstaculizar su cometido.

¿De qué formas se puede lograr tolerancia a la frustración?

Algunas estrategias recomendadas para desarrollar tolerancia a la frustración son las siguientes.

Establecer objetivos realistas

Si cada vez que nos proponemos llevar algo a cabo somos incapaces de pensar en escenarios y recursos que están a nuestro alcance, es probable que nos frustremos de antemano, pues la tarea nos resulta inabarcable. No se trata de la mediocridad o de conformarnos, sino de ser justos con nosotros mismos y ajustarnos a lo que somos capaces de lograr en un momento determinado.

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Planificar proyectos acordes a nuestras capacidades y fijar metas realistas es el primer paso para tolerar la frustración. Esto aplica para equipos de trabajo también.

Analizar la situación

Todas las situaciones tienen algo para enseñarnos. Un paso necesario para aprender a salir de la frustración tiene que ver con evaluar las fortalezas y las debilidades para prepararnos mejor.

Por otro lado, también resulta facilitador el hecho de reconocer que existen múltiples caminos para llegar al mismo resultado. A veces puede ser útil incorporar el punto de vista de otros para salir del propio bloqueo.

Aprender a gestionar las emociones

La frustración se expresa a través de emociones; a veces enojo e irritación, a veces desánimo, a veces bloqueo. Por eso, ante un acontecimiento es importante aprender a identificar lo que estamos sintiendo.

Tenemos que aceptar que es parte del proceso, pero luego no quedarnos con la emoción, sino procesarla. De este modo, no solo podremos sentirnos mejor, sino obtenemos un aprendizaje.

Beneficios de tolerar la frustración

Aprender a tolerar la frustración nos permitirá afrontar mejor las situaciones desafiantes y difíciles. Es por eso que conlleva numerosos beneficios, entre los que encontramos los siguientes.

Nos prepara para cualquier escenario

La vida no es un lecho de rosas; a veces las cosas salen bien y a veces no. Por lo tanto, podríamos decir que la frustración es un potencial resultado ante cualquier cosa que emprendamos.

Eso no quiere decir que debamos desanimarnos, sino tener en cuenta que las dificultades son parte de todo. De este modo, evitamos el temor permanente del miedo al fracaso.

Nos orienta a buscar soluciones

Las personas que aprenden a desarrollar la tolerancia a la frustración no se quedan rumiando el sabor amargo del resultado, sino que logran convertir ese malestar en resiliencia. Tienen un rol proactivo en la búsqueda de soluciones.

Ayuda a desarrollar la paciencia

Como contracara a la impaciencia propia de quienes caen con mayor facilidad ante la frustración, quienes aprenden a convivir con ella entienden que hay ritmos y tiempos que no siempre se pueden manejar. De modo que, al reconocer que no tienen el control sobre muchos aspectos, también comprenden que hay que saber esperar.

Mejor autoestima

Quienes aprenden a tolerar la frustración no son blanco de sus propias críticas. Es decir, pueden diferenciar hasta qué punto son responsables de una situación y buscan la mejora en ello, pero no se culpabilizan por todo.

En este sentido, al separar la responsabilidad y la culpa, también cambia el tono emocional. Por supuesto que esto tiene un impacto en la autoestima, ya que una persona que se culpa por todo terminará por sentirse incapaz de llevar cualquier proyecto o tarea adelante. Las estrategias de afrontamiento marcan la diferencia para volver a intentarlo.

Actividades recomendadas para fomentar la tolerancia a la frustración

La tolerancia a la frustración se aprende y se ejercita, por lo que siempre es posible llevar a cabo diferentes actividades para desarrollarla. Entre ellas podemos encontrar las siguientes.

Gestión de emociones

Como mencionamos, en la frustración se hace presente un complejo mundo emocional cuyo conocimiento y manejo es importante para no sentirnos agobiados o desbordados. Sin embargo, con el ritmo del día a día, la mayoría de las personas no dedica suficiente tiempo a pensar cómo se siente o el modo en que determinados sucesos la afectan.

En muchos casos, para aprender a identificar las emociones y gestionarlas se recomienda usar un diario. A través de este se registran las emociones y luego se las analiza en función de la situación. ¿Fue adecuado reaccionar así? ¿Podría haberlo hecho de otro modo?

Aprender a relajarse

De la mano del punto anterior, aprender a gestionar las emociones tiene que ver con mantener o encontrar la calma en aquellos momentos que nos resultan difíciles. Por ejemplo, a través de ejercicios de respiración podemos despejar nuestra mente para dar el paso siguiente.

Analizar nuestros pensamientos y conductas

Esta suele ser una técnica que se enseña durante la terapia cognitiva. Distinguir los pensamientos que se presentan ante una situación y el modo en que ellos afectan nuestro acto siguiente es la clave.

Así, es posible evidenciar cómo la persona queda envuelta en un bucle que aumenta la frustración, el malestar y la ansiedad. El objetivo es construir pensamientos o escenarios alternativos para enfrentar las situaciones de otra manera.

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La gestión emocional nos permite tolerar los fracasos para volver a intentar proyectos.

La frustración está en todas partes

La frustración va de la mano de la motivación; por eso es muy importante aprender a manejarla. Si nuestras metas siempre son inalcanzables y las expectativas son poco realistas, es posible que nunca quedemos conformes y nos sintamos frustrados.

Además, es necesario comprender que cuando hablamos de frustración no se trata de grandes proezas, sino que se hace presente en pequeños y cotidianos asuntos. Tanto reprobar un examen como perder el metro pueden desencadenar malestar.

No hay que minimizar la importancia de aprender a convivir con la frustración, ya que más allá de los efectos en situaciones concretas, su presencia continua tiene consecuencias en la salud mental.

La sociedad del consumo y del éxito nos acostumbra a que todas las recompensas deben ser inmediatas. Sin embargo, hay limitaciones propias de la vida que no lo hacen posible. Debemos aprender a valorar el esfuerzo más allá del resultado.


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