3 maneras de hacer un lavado nasal
Revisado y aprobado por la farmacéutica Sara Viruega
Saber cómo hacer un buen lavado nasal es fundamental, sobre todo, en los bebés. Esto es debido a que no saben respirar por la boca y, cuando tienen muchos mocos, les cuesta enormemente coger aire del exterior.
Hoy en día, los niños presentan a menudo exceso de secreciones en la nariz. Las particularidades del aire actual, la socialización temprana de los pequeños o el aumento de las alergias pueden ser causas del incremento de los problemas respiratorios.
La importancia de hacer un lavado nasal adecuado
Lo normal es que respiremos por la nariz. La nariz tiene la función de humedecer, filtrar y calentar el aire que entra en el cuerpo. Al inspirar, se depositan en la nariz partículas alergénicas que podrían desencadenar una crisis asmática, entre otras afectaciones.
En este punto es muy importante hacer un lavado nasal de forma correcta, sobre todo en bebés, porque como hemos dicho, no saben respirar por la boca.
El lavado nasal es una técnica que consiste en hacer pasar agua salada a través de las dos fosas nasales con el fin de evacuar secreciones, suciedad y alérgenos gracias a la capacidad de arrastre del líquido.
Por lo tanto, el objetivo del lavado nasal será expulsar la máxima cantidad posible de partículas alergénicas del contacto con la mucosa. De esta manera, la respuesta alérgica será menos intensa de lo esperado si el contacto persistiera.
No obstante, hacer un lavado nasal no solo está indicado para estas situaciones, también está recomendado en otras circunstancias, como por ejemplo:
- Cuando se padece rinosinusitis crónica o aguda.
- Goteo posnasal con tos crónica debido al goteo.
- Pretratamiento con corticoides nasales.
- Cuidados de la postcirugía endonasal.
“Los lavados nasales, en especial aquellos con soluciones salinas, son considerados con frecuencia como un complemento alternativo del tratamiento médico de las enfermedades nasosinusales” se explica en un artículo publicado en la Revista de otorrinolaringología y cirugía de cabeza y cuello.,
Recomendaciones para hacer un lavado nasal a un niño
El suero fisiológico es el “pañuelo” de los niños pequeños que aún no saben cómo sonarse los mocos. Si se tiene en cuenta esta idea, es fácil comprender que se deben hacer tantos lavados nasales como sea necesario para que el niño esté más cómodo y respire mejor.
Los lavados nasales no suelen gustar a los niños, por lo que a veces puede resultar un poco complicado llevar a cabo esta técnica. A continuación, ofrecemos una serie de consejos que pueden ayudar a hacer un lavado nasal a un bebé:
- Hacer los lavados antes de dormir y antes de las tomas en los bebés.
- Se puede tumbar al niño, boca abajo o boca arriba, procurando girarle la cabeza hacia un lado e intentando que no se eche hacia atrás.
- Después de la maniobra, es bueno colocar al bebé sentado para favorecer la expulsión de las secreciones.
- Si la nariz está muy obstruida, se puede echar un poco de suero, masajear para reblandecer y volver a echar más suero.
- Los niños mayores son capaces de realizarse los lavados ellos mismos, inclinando la cabeza hacia un lado y posteriormente al contrario.
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3 maneras de hacer un lavado nasal
Explicaremos 3 maneras de hacer un lavado nasal., de acuerdo con lo recopilado en la base de la National Jewish Health.
1. Tumbado boca arriba con la cabeza ladeada
Es la forma más común de hacerlo. No obstante, no es la más eficaz. En esta posición, se introduce el suero con fuerza, con una jeringuilla o con monodosis.
Mediante esta técnica, limpiamos la zona más anterior de la nariz. Es una manera rápida y fácil de hacerla. Sin embargo, el suero no llega a la zona posterior de la nariz donde se acumula el moco.
No es una técnica útil cuando el moco es espeso y denso, porque el suero rebota contra el tapón de moco.
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2. Cuando el niño está sentado
Esta manera de hacer un lavado nasal se utiliza, sobre todo, para niños más mayores. En esta posición, se debe colocar la cabeza hacia delante. Después, se echa el suero como en la técnica anterior.
Después de la administración del suero, el niño va a tener que aspirar con fuerza para que el suero haga efecto. Por ello, es difícil realizar esta técnica en los bebés.
Además, al igual que en la maniobra anterior, hacer un lavado nasal en esta posición no permite la limpieza de la zona posterior de la nariz ni es útil cuando el moco es muy espeso.
3. Tumbado boca arriba o sentado con la cabeza hacia atrás
Es un lavado nasal muy eficaz. En esta posición, se echa el suero fisiológico despacio y sin presión. El suero cae hacia la parte posterior de la nariz y resbala hacia la garganta arrastrando parte del moco.
Las secreciones que están más adheridas o más viscosas se hidratarán con el contacto del suero. Después, es recomendable que el niño inspire con fuerza para que ese moco que está en la zona posterior taponando acabe de caer a la garganta para tragarlo o escupirlo.
Si el niño todavía es muy pequeño, le cerraremos la boca para aprovechar el llanto y buscar, de esta manera, una inspiración intensa por la nariz.
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