Berrinches en público: ¡les decimos adiós!
Revisado y aprobado por el psicólogo Bernardo Peña
Con los 2 años de edad de la criatura, llegan los temidos berrinches en público. En cualquier momento y a causa del motivo más inesperado, puede sobrevenir una explosión de emociones encontradas que alteran al niño. El estallido es tal que no deja indiferente a nadie, especialmente, a los padres.
Pese a la vergüenza que provoca en los adultos, es normal que ocurran. Las rabietas forman parte del proceso de separación del bebé de la madre. Suceden cuando el niño comienza a darse cuenta de que es una persona autónoma, que puede querer algo distinto de lo que quieren sus padres.
¿Por qué ocurren los berrinches en público?
Las rabietas, pataletas o berrinches en público son un estado propio de los niños pequeños, que no saben cómo expresar su impaciencia, su frustración o su enojo. Suelen originarse por cualquier motivo y durar poco, generalmente.
Para saber cómo actuar ante estas conductas, es importante identificar la causa que las origina:
- El pequeño quiere mostrar su autonomía de forma desafiante y exigente: en general, a los más pequeños les cuesta esperar.
- Tiene necesidades fisiológicas insatisfechas: el niño tiene hambre, sueño, cansancio o malestar físico.
- Hay ausencia o confusión con las normas y los límites del hogar: los padres son muy permisivos o muy autoritarios.
- En los casos más severos, las pataletas pueden indicar depresión, irritabilidad, problemas o trastornos de conducta.
¿Cómo controlar una rabieta?
Marcelo tiene 2 años y medio. Como todos los domingos, lo llevaron al parque. La diferencia esta vez es que fue solo con mamá, pues el padre no los podía acompañar. Marcelo jugó con otros niños pero extrañó a papá. Cuando llegó la hora de regresar, Marcelo pidió a su madre que le comprara un juguete que vendían en el lugar. Ella se negó.
Marcelo empezó a llorar y a pedir insistentemente el juguete. Su madre, sin perder la calma, le dijo que no podía comprarlo y que debían marchar. Marcelo siguió llorando y negándose a salir del lugar. La frustración de Marcelo fue en aumento. El berrinche había comenzado. La madre se apartó de la vista de todos. Agachada a la altura de Marcelo, lo miró a los ojos, lo abrazó y lo sentó en sus piernas. Entonces, le habló con un tono muy bajo y calmado.
Le dijo que entendía su enojo porque papá no había podido ir. Le explicó una vez más la razón de por qué no podía comprarle el juguete y que debían irse para la casa. Marcelo lloró abrazado de su madre y descargó su frustración. Al cabo de unos minutos, la tormenta había pasado.
¿Cómo manejar los berrinches en público?
Los berrinches en público comienzan cuando el niño pequeño es embargado por sentimientos con los que no sabe lidiar, por cambios en su entorno o porque no ocurre lo que espera o desea. El pequeño dirige su rabia o su frustración hacia sus padres, pues siente que los padres debieron haber previsto o evitado lo sucedido.
He aquí, pues, nuestras recomendaciones para gestionar y controlar los berrinches en público.
1. Mantén la calma
Aunque parezca imposible, es importante que los padres mantengan el control total de sus emociones en el momento de la pataleta. De lo contrario, estarán haciéndole llegar al niño un mensaje contraproducente, pues también ellos se estarían dejando llevar por sus impulsos.
Más formativa es la conducta para ellos que las propias palabras. El ejemplo de los padres es clave para enseñar a los hijos a autorregular su conducta. Asimismo, si los progenitores son dominados por las emociones, es posible caer en el maltrato infantil.
2. Anticípate al berrinche
Los padres deben aprender a identificar los detonantes del berrinche en público. Por ejemplo, si llevas al niño a hacer una diligencia al banco o al supermercado, es normal que se sienta cansado o que se aburra con facilidad, pues son espacios que no son de su interés.
Si ya has determinado que el cansancio lo agobia, no será suficiente decirle “pórtate bien“. Tendrás que explicarle que vais a un sitio en el que tendrá que esperar un rato, donde no podrá correr ni hacer ruido.
Una explicación le da seguridad y tranquilidad al niño. Sabe lo que se espera de él y puede actuar en consecuencia. Ante estas salidas “aburridas”, es bueno que te asegures de llevar en el bolso un juguete o algo con lo que el niño pueda distraerse, más una merienda y agua por si las necesita.
3. Sé firme con tu decisión para manejar los berrinches en público
Tienes que mantener con firmeza la decisión que has tomado. No obstante, es posible ser firme con palabras amorosas y sin gritar. Es importante que ambos padres estéis de acuerdo en esto. Un padre no debe menospreciar y saltarse la decisión que haya tomado el otro.
La firmeza le hará llegar un mensaje claro a tu hijo: los berrinches en público no son formas para obtener lo que desea. Esto es fundamental para evitar que las rabietas se conviertan en un comportamiento habitual.
Asimismo, es importante que los padres acuerden cuáles son las normas y con qué flexibilidad se van a manejar. Sí, es válido ser flexibles y ceder en algún momento, pero se ha de ser consciente de lo se está haciendo. Dar órdenes no es lo mismo que poner límites y normas.
4. Fomenta el respeto mutuo
Así como los padres deben evitar sobrepasarse con los niños, también deben hacerles entender a los pequeños la importancia de respetar a los padres. Como padre, has de insistir y explicarle a tu hijo que lo escucharás mejor si se calma. No solo porque debe ser respetuoso, sino también porque si grita y llora es mucho más difícil entender qué es lo que le pasa.
Nunca lo dejes solo o ignores a tu hijo durante la pataleta. Eso da un mensaje muy negativo al niño: “no me interesa lo que te está pasando”. ¡Por supuesto que es verdad que el niño quiere llamar tu atención! De hecho, la necesita. Por el amor y el respeto que le tienes, dásela.
5. Establece contacto visual
Ante los berrinches en público, debes hablarle a su hijo mirándole a los ojos. Para ello, has de ponerte a su altura física: bien, agachándote a su lado o bien cargándolo. También podrías sentarte y ponerlo en tu regazo. Mientras le hables, no dejes de mirarle a los ojos hasta que él corresponda a la mirada. Es ese el mejor momento para dialogar y razonar con el pequeño.
También es recomendable que hagas contención física de su cuerpo, sobre todo si en la explosión de la pataleta hay algún peligro para sí mismo o para otras personas.Asimismo, aléjate de las miradas de terceros y busca un ambiente más privado, donde el niño encuentre la tranquilidad que necesita para calmarse.
6. Dale valor a los sentimientos de tu hijo
Nada mejor que el afecto y la empatía para potenciar en tu hijo la capacidad de autocontrolarse. Por ejemplo, le puedes decir: “Puedo ver que estás muy molesto” o “Me doy cuenta de que estás muy enojado”.
Reconocer la existencia de un sentimiento es el primer paso para regularlo. No se trata de que el niño reprima sus emociones, ya que estas podrían derivar hacia problemas emocionales de mucha más difícil gestión. Antes hay que proporcoarle la oportunidad para que pueda reconocer lo que siente y aprenda a dejarlo pasar. Abrázalo mientras llora para que desahogue la energía que lo desborda.
7. Sanciona la mala conducta, no al niño
Evita los castigos físicos, los gritos y las amenazas que vulneren la integridad de tu hijo. No se trata solo de las implicaciones legales que puedan acarrear conductas como estas, sino que, además, este tipo de reprimendas enseñan a tener miedo hacia las figuras de autoridad. Lejos de lo que pueda parecer, este tipo de sanciones no cultiva el respeto por ellas.
Ten siempre presente que el maltrato emocional y físico no hace más que menoscabar la relación con tu hijo. El daño emocional genera más frustración, culpa y rabia que las que inicialmente se buscaba contener. De ahí que sea tan importante manejar correctamente los berrinches en público en esas etapas tempranas del desarrollo.
Respecto a los berrinches en público…
Identificar las situaciones que pueden detonar una pataleta no es tarea fácil, pero tampoco imposible. Conocer al niño te permitirá precisar qué le gusta y qué podría ser motivo de incordio para él. Nadie nace sabiendo cómo manejarse en estas situaciones, sino que vamos aprendiendo a ser padres a la par que nos ejercitamos como tales. Vista desde esta perspectiva, la educación es un proceso de conocimiento y aprendizaje mutuos.
Si alguna vez pierdes la calma ante un berrinche de tu hijo, es importante que hagas el necesario autoanálisis para que puedas controlarte mejor la próxima vez. Deberás comenzar por perdonarte a ti mismo. En adelante, encontraréis juntos el camino para aprender a gestionar vuestras emociones.
Y, finalmente, olvídate de los que estén presenciando la pataleta de tu hijo. Si son padres, habrán pasado por lo mismo que tú ahora y te comprenderán. E ignora a los que no son capaces de comprender la situación. A esos sí puedes ignorarlos, pero nunca a tu niño.
Para calmarse, tu hijo necesita conectar contigo. Precisa sentirse amado, contenido. Olvídate del mundo en ese momento y céntrate en él. Si sigues estos consejos, la tormenta habrá pasado en cuestión de minutos. Más temprano que tarde, los berrinches se habrán ido para no volver.
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