15 ejercicios para ayudar a los niños con problemas de lenguaje

Cada niño tiene su ritmo para el aprendizaje verbal. Sin embargo, para fomentar su lenguaje, puedes incluir ejercicios lúdicos, como juegos de palabras o pronunciaciones frente al espejo. ¡Descubre más!
15 ejercicios para ayudar a los niños con problemas de lenguaje
Macarena Liliana Nuñez

Revisado y aprobado por la psicóloga Macarena Liliana Nuñez.

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 23 diciembre, 2024

El desarrollo del lenguaje es fundamental para el crecimiento de los niños, ya que les permite comprender el mundo que les rodea y comunicarse con los demás. Cuando un niño presenta dificultades para comprender y expresarse, puede repercutir en su desarrollo social, emocional y académico. Las causas de un retraso del lenguaje son variadas, desde problemas neurológicos y auditivos hasta factores del entorno.

En cualquier caso, los primeros tres años de vida son cruciales para moldear el futuro desarrollo intelectual y social. Por eso, es importante intervenir temprano. Si un niño tiene dificultades para articular los sonidos, entender mensajes o seguir instrucciones, las actividades terapéuticas para el lenguaje se vuelven esenciales.

Estos ejercicios para el lenguaje incluyen ejercitar la lengua, la respiración o cantar. Pueden realizarse en casa o en el aula y están diseñados para su estimulación lingüística y desarrollo de sus capacidades. Ahora bien, siempre deben estar acompañadas de la supervisión de un especialista para obtener mejores resultados y asegurar el progreso continuo del niño.

1. Juegos con tarjetas

Actividades para terapia del lenguaje.
Puedes comenzar con las vocales y luego complejizar la actividad al incluir sílabas y palabras completas.

Las tarjetas o fichas didácticas que muestran dibujos y cómo se escribe el objeto, las vocales o las sílabas que conforman la palabra son de mucha ayuda para que los niños aprendan a pronunciar de forma correcta a partir de los 3 años.

Los libros con imágenes también pueden utilizarse para señalar y reconocer los elementos que aparecen en ellos. Lo mejor es convertir este ejercicio en un juego y recompensar al niño cuando pronuncie cada sonido de manera correcta.



2. Ejercicios con un espejo

El ejercicio con espejo es muy útil para los niños de más de 2 años que tienen dificultades al pronunciar palabras y sonidos. El espejo sirve para enseñarles cómo realizar de forma correcta el movimiento de la boca y el sonido que acompaña a cada palabra.

Entonces, el pequeño se para frente al espejo y debe pronunciar las vocales, esforzándose para que suenen claras sin elevar el volumen de la voz. Puede seguir este patrón: AA-AE-AI-AO-AU, EA-EE-EI-EO-EU, IA-IE-II-IO-IU, OA-OE-OI-OO-OU, UA-UE-UI-UO-UU.

«Los ejercicios en el espejo pueden ayudar a monitorizar visualmente el cierre labial, el tamaño, la forma de la abertura labial y la posición de la lengua dentro y fuera de la boca».

– Patóloga del lenguaje R. Fürgang C. –

3. Ejercicios respiratorios

Estos están dirigidos para los pequeños de 3 años o más, así toman conciencia del tipo de respiración que interviene en el acto de hablar. También estimulan el ciclo respiratorio en fonación nasal-bucal, bucal-bucal. Se pueden practicar todos los días durante 2 o 3 minutos, pero al primer signo de cansancio, hay que parar.

  • Inspirar y espirar por la boca.
  • Inspirar y respirar por la nariz.
  • Inspirar en un solo tiempo y espirar en tres tiempos.
  • Inspirar profundamente con retención y espiración por la nariz.
  • Inspirar por la nariz, dirigir el aire al abdomen y espirar por la boca.
  • Inspirar por la nariz en tres tiempos y espirar de una sola vez por la boca.
  • Inspirar por la nariz en dirección a la región costal alta y espirar por la boca.

Estos ejercicios incluyen soplar inflando las mejillas y expulsando el aire, soplarse las manos, soplar dirigiendo el aire hacia la nariz, luego hacia el pecho, inflar globos, soplar papel o motas de algodón sobre una mesa, o soplar para hacer sonar instrumentos de aire.

4. Ejercicios con los labios

Para facilitar una correcta articulación, es necesario que a partir de los 3 años se ejerciten los órganos que intervienen en ella, como lo son los labios. En los casos cuando no existe un problema físico, la imperfección en la articulación puede deberse a la falta de habilidad motriz. A continuación, una lista de acciones a realizar con los labios:

  • Vibrar los labios.
  • Lanzar besos al aire.
  • Sostener un lápiz con los labios.
  • Separar y juntar los labios con rapidez.
  • Abrir y cerrar la boca en forma de bostezo.
  • Apretar y soltar los labios sin abrir la boca.
  • Fruncir los labios y llevarlos de un lado al otro.
  • Zumbar los labios imitando el sonido de una abeja.
  • Mover los labios hacia ambos lados, derecha e izquierda.
  • Sonreír con la boca abierta y sonreír con la boca cerrada.
  • Morder el labio superior con los dientes inferiores, y viceversa.
  • Colocar un lápiz entre el labio superior y la nariz y evitar que se caiga.
  • Llenar de aire la boca para que se inflen las mejillas y apretarlas con las palmas de las manos, para hacer una explosión con los labios.

5. Prácticas de movimientos articulatorios con la lengua

La lengua es fundamental en el desarrollo del lenguaje, para poder articular los fonemas. Entonces, su agilidad, control y flexibilidad es importante para una perfecta articulación del lenguaje. Con estos ejercicios, el niño de más de 3 años toma conciencia de que puede moverla y llevarla a donde necesita:

  • Abrir la boca y sacar la lengua hacia adelante y, después, volverla atrás a distintos ritmos.
  • Sacar la lengua lo menos posible sin abrir la boca, de forma que solo se vea su punta entre los labios.
  • Hacer movimientos circulares hacia un lado y hacia el otro, siguiendo toda la superficie de los labios.
  • Sujetar la lengua doblada hacia arriba dentro de la boca y, desde esa posición, empujarla hacia afuera.
  • Sacar la lengua y apuntar a la nariz, acercándose lo más que se pueda. Hacer lo mismo apuntando a la barbilla.
  • Subir y bajar la lengua con un movimiento vertical, tocando el labio superior y luego el inferior. Primero, se hace a ritmo lento, y luego rápido.
  • Llevar la lengua al paladar y que la punta toque los dientes superiores. Este ejercicio se complementa haciendo que la lengua recorra la cavidad bucal tocando todos los dientes y muelas.

6. Ejercicios con la mandíbula

Al igual que ocurre con los labios y la lengua, la mandíbula también forma una parte esencial de la producción del lenguaje. Es la responsable de los movimientos de apertura y cierre de la boca y trabaja de manera coordinada con los demás órganos durante la pronunciación. Estos son algunos movimientos útiles cuando sea mayor de 3 años:

  • Bostezar.
  • Apretar y aflojar los dientes.
  • Imitar el movimiento al mascar algo.
  • Abrir y cerrar la boca con distintas velocidades.
  • Mover la mandíbula inferior de un lado hacia el otro.

Estos ejercicios orofaciales te servirán para complementar las recomendaciones del punto 4 y 5

7. Repeticiones

Repetir las palabras una y otra vez está entre los ejercicios más efectivos para ayudar a niños con problemas de lenguaje de más de 4 años. Cada repetición debe realizarse de forma lenta. De esta manera, las podrán escuchar y repetir en su totalidad con la práctica.

Para que no se torne aburrido, lo ideal es incorporar esta actividad jugando. Una idea es buscar un juego que contenga elementos con el sonido que le cuesta pronunciar y repetir esas palabras mientras se divierten. Por ejemplo, si su dificultad está en los sonidos oclusivos velares, como en «cocina», pueden entretenerse preparando una comida y repitiendo cada elemento que usan: «cuchillo», «cuchara», «colador», etc.

8. Conversaciones

Los padres y demás miembros de la familia deben comunicarse de manera frecuente con los niños desde antes que hablen. De esta manera, los pequeños tienen la oportunidad de escuchar nuevas palabras, aprenderlas y ser capaces de comunicarlas correctamente con el tiempo.

Según Leer, Escribir y Descubrir, se les debe mirar siempre a la cara y hablarles de forma pausada y simple, con voz tranquila. Se pueden incluir explicaciones durante las rutinas y conversaciones acerca de todo lo que ocurre alrededor, a pesar de que todavía no puedan hablar.

Cuando comiencen a expresarse, también es importante brindar un espacio de escucha, de manera que sientan que lo que cuentan es relevante, aunque no se entienda a la perfección.



9. Juegos de señalar y nombrar

Para estimular el habla en los niños cuando ya han empezado a decir palabras, es ideal darles lo que piden solo si usan la palabra adecuada, y no hacerlo si solo recurren a gestos con las manos. Esto los motiva a buscar formas para poder usar el lenguaje y conseguir lo que quieren. Lo mismo ocurre en la dirección opuesta: junto con el lenguaje afectivo y gestual, los padres deben usar las palabras.

En este sentido, en un ambiente relajado, ten a mano álbumes de fotografías familiares o libros de estampas con imágenes del cuerpo humano, piezas de vestir u objetos cotidianos. La idea consiste en incentivarlos a señalar y nombrar lo que ven.

10. Ejercicios de escucha

Llévalo a una habitación en silencio y, de manera disimulada, produce sonidos con distintos materiales para que adivine con qué son producidos. Para este ejercicio, prepara diversos objetos sonoros, no necesariamente musicales, aunque por supuesto que funcionan flautas o instrumentos de percusión y de cuerdas.

Sirven objetos metálicos, de madera, piedras, enseres de la cocina, cosas de plástico que puedas hacer sonar. La imaginación te permitirá explorar en los recursos para convertir la habitación en una divertida caja sonora.

11. Juegos de palabras

Los trabalenguas, los refranes, las retahílas o los cancioneros son instrumentos extraordinarios para trabajar la memoria, la articulación, la pronunciación y los problemas de lenguaje. Al repetir las palabras, los niños pueden identificarlas y comprenderlas mejor. Algunos ejemplos para usar a partir de los 3 o 4 años son:

  • «Quien lo ve primero, se lo lleva a su granero».
  • «Zorro, zorro modorro, pide socorro con un gorro».
  • «Al botón de la botonera, el que sale o el que queda. Pin, pon, fuera».
  • «A Cuesta le cuesta subir la cuesta, y en medio de la cuesta, va y se acuesta».
  • «¿Por qué a la bota se le llama bota y a la pelota se le llama pelota, si rebota más la pelota que la bota?».
  • «Que llueva, que llueva, la vieja está en la cueva, los pajaritos cantan y la vieja se levanta. Que sí, que no, que caiga un chaparrón con agua y con jabón arriba del colchón».

12. Lectura

Leer es un recurso imprescindible en la terapia del lenguaje, ya que a través de esto trabajan un nuevo vocabulario. Cuando se les lee desde bebés, aprenden a estructurar mejor las frases y a pronunciar palabras que le resulten más complicadas. También, los cuentos cortos y simples les ayudan a estimular la creatividad y la imaginación.

Cuando el niño es más grande y leen en conjunto, puedes pedirle que module las palabras usando sus labios y la lengua, pero sin necesariamente emitir sonidos. Lo ideal es que comiencen con cuentos cortos que contengan imágenes y situaciones familiares que puedan reconocer.

13. Actividades con canto y música

La música es un medio terapéutico y, junto con el canto, puede incrementar el potencial motriz y sensitivo de las personas, ayudándolas a mejorar habilidades lingüísticas. Una investigación de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE), ha estudiado su utilidad en los casos de trastornos del lenguaje, como la dislalia infantil. Se pueden realizar los siguientes ejercicios a partir de los 3 o 4 años:

  • Ritmo y lenguaje: reproducir con palmadas el ritmo de las palabras a la vez que se pronuncian.
  • Vocalización: el niño puede intentar seguir un patrón melódico a capela para trabajar la articulación.
  • Canto: se puede inventar una canción que mencione las partes del cuerpo. Entonces, el pequeño puede cantar y tocar las zonas que se indican.
  • Baile al ritmo de la música: la idea es moverse lento o rápido según el ritmo de la música. También, se puede bailar cuando suena la canción y detenerse cuando no se escucha más.

Esta ronda infantil es muy atractiva para los pequeños y es de gran ayuda para la estimulación lingüística.

14. Juegos de imitación

Otra idea es realizar juegos que incluyan imitación de sonidos y de movimientos. Son actividades para un año de edad en adelante. S e les puede pedir que copien onomatopeyas, frases con ritmo o sonidos ambientales, además de repetir los movimientos que realiza el adulto. Algunos ejemplos son los siguientes:

  • Imitar el ruido de una sirena, de un pájaro o de un animal que conozca.
  • Cerrar uno de los ojos, sacar la lengua o fruncir la nariz y que realice lo mismo.
  • Decir «estamos cansados y vamos a dormir» y acostarse, para que el niño haga lo mismo.
  • Mover las manos de cierta forma, como abrirlas, cerrarlas, esconder un dedo, etc., para que copie los movimientos.

15. Narración de actividades

Cuando el pequeño tiene entre 3 y 5 años, es más que útil que incorporen la descripción de lo que están haciendo. Ya sea jugando con bloques, con un rompecabezas o coloreando un dibujo, puedes incentivarlo a contarte qué está haciendo y por qué. Estas tareas sirven para estimular la coordinación motora, por ejemplo en los casos de dispraxia, y la organización verbal a la vez.

Aprovecha también el momento del baño o el cambio de ropa para reforzar el habla y el lenguaje. Estas son situaciones idóneas para nombrar objetos, prendas de vestir y demás partes del cuerpo.

¿Cómo detectar un trastorno de lenguaje?

Uno de los mayores retos a los que se enfrentan los padres es identificar si sus hijos tienen dificultades con el lenguaje y si necesitan apoyo de un especialista. Cada niño presenta variaciones propias en el desarrollo del habla, pero algunas de las situaciones que pueden ayudar a identificar a los niños con problemas de lenguaje son:

  • Entre el nacimiento y los 12 meses: el llanto es débil; no sonríe ante voces familiares; no imita sonidos ni balbucea; no utiliza gestos de «adiós» ni da palmadas.
  • Entre los 12 y los 24 meses: apenas balbucea o lo hace con poca variación de sonidos; no señala para mostrar o pedir algo; no responde a su nombre; no usa expresiones de dos palabras.
  • Entre los 2 y los 3 años: no dice palabras simples; no interactúa con los demás; no entiende órdenes sencillas de máximo tres palabras; tiene falta de control en el babeo y problemas de masticación; repite lo que escucha (como en los casos de ecolalia).
  • Entre los 3 y los 4 años: no utiliza pronombres ni imita sílabas; no realiza preguntas; no puede expresar lo que está haciendo; no le interesa jugar con otros niños; no pronuncia la sílaba final de las palabras.
  • Entre los 4 y los 5 años: no pronuncia bien la mayoría de las palabras; usa frases de menos de tres palabras; su vocabulario es reducido; tiene dificultad para narrar y comprender.
  • Entre los 5 y los 6 años: tiene errores en la estructura de las frases y problemas para articularlas; no comprende bien las oraciones o no responde a preguntas simples; tartamudea; tiene dificultad para las actividades de atención sostenida.
Si notas cualquiera de estas señales de alerta, es un signo más que suficiente para consultar con un especialista de lenguaje.

Crea un ambiente de apoyo para el desarrollo del lenguaje infantil

La estimulación lingüística debe ser parte integral de la vida cotidiana del niño, ya sea en el hogar o en la escuela, creando un ambiente natural y libre de presiones. Los adultos deben evitar exigirles que hablen bien antes de tiempo, porque les transmite ansiedad o les avergüenza en público.

Además, es fundamental no reírse de los errores cometidos ni compararlos con otros niños o sus hermanos. La burla puede tener un impacto emocional negativo en niños que transitan una terapia del lenguaje. En vez de eso, se puede promover un apoyo positivo, con frases como «muy bien, y vamos a hacerlo aún mejor», «te felicito» o «sigue así», para reforzar los avances por pequeños que sean.

Todo progreso es importante, ya que cada pequeño aprende a su propio ritmo. Con 15 minutos de actividades diarias, se pueden observar progresos significativos. Lo crucial es que el pequeño se sienta respaldado en todo momento, para que el desarrollo del lenguaje sea una experiencia agradable.


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