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Familiares tóxicos: ¿Cómo podemos defendernos?

6 minutos
No podemos cortar así porque sí una relación con un familiar. Son de nuestra sangre y es complicado. Si no quieres que te manipulen, defiéndete y pon límites. Informar de quién eres, cómo eres y lo que quieres no es ser egoísta, es ser sincera.
Familiares tóxicos: ¿Cómo podemos defendernos?
Bernardo Peña

Escrito y verificado por el psicólogo Bernardo Peña

Escrito por Valeria Sabater
Última actualización: 06 julio, 2023

Todos tenemos en nuestro entorno familiares tóxicos. Son personas que solo piensan en sí mismas y que nos manipulan, que juegan con nuestras emociones.

Esto es un hecho complicado puesto que de manera habitual compartimos lazos estrechos con ellos. En esta situación, ¿qué podemos hacer?

Las personas tóxicas

Para empezar, tener familiares tóxicos en nuestro círculo personal puede afectar a nuestra calidad de vida. Si por ejemplo tenemos un amigo manipulador y con tendencias egoístas e interesadas, siempre podemos romper esta amistad para encontrarnos mejor. Para disponer de nuestro necesario equilibrio e integridad.

Pero ¿qué pasa cuando la persona manipuladora es por ejemplo nuestra madre, nuestro hermano o incluso nuestro esposo? No es lo mismo y podemos entenderlo. No podemos cortar así porque sí una relación con un hermano, una madre o una suegra.

Familiares tóxicos, cuando la familia ahoga

Es algo complejo y duro porque conjuga muchas emociones y sentimientos. Son parte de nuestra sangre y es complicado romper un vínculo así como así.

No obstante, hay mucha gente que acaba haciéndolo por su propia salud. Hay ocasiones en que las relaciones se recrudecen. Entonces estos familiares tóxicos pueden llegar a atentar contra nuestro propio equilibrio emocional.

Un ejemplo de ello serían esos padres que no nos permiten elegir con libertad a nuestra pareja. Que nos recriminan nuestras amistades y nuestras relaciones. Todos tenemos derecho a equivocarnos, pero nunca pueden prohibirnos o sancionarnos.

Esta codependencia puede ser muy dolorosa, según afirma este estudio realizado por el Centro de Prevención del Alcoholismo y Tabaquismo de Madrid, y suele ser necesaria la práctica de la psicoterapia.

Pensemos por ejemplo en algunos hermanos, hermanas o primas que siempre están exigiéndonos cosas o echándonos en cara aspectos que nos dañan, que nos hieren. ¿Qué podemos hacer? ¿Cómo actuamos? Te damos las claves.

1. Pon límites. Sabes lo que quieres y lo que no puedes permitir

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Veamos primero un ejemplo. Vas a casa de los padres de tu pareja y te ponen para comer un plato muy picante. A ti no te gusta el picante y no te sienta bien. Sin embargo, por no llamar la atención y no ofender a nadie, prefieres guardar silencio y comerte el plato.

A partir de entonces, cada vez que vas a casa de tus suegros siguen poniéndote el mismo condimento. Hasta que de pronto, no tienes más remedio que decir en voz alta “que el picante no te sienta bien”. Lo más probable es que te respondan, ¿por qué no lo habías dicho antes?

Bien, es solo un simple ejemplo. Un modo de entender que debemos informar en todo momento lo que podemos y no podemos aceptar.

Si no puedes acompañar cada tarde a tu madre o tu hermana a comprar, hazlo saber. Si no te gusta que te digan cómo tienes que educar a tus hijos, dilo. Y si no quieres que te manipulen, defiéndete y pon límites.

Levanta la voz para informar sin sancionar. Para defenderte sin atacar. Habla siempre con respeto y el máximo cariño. No desees romper ningún vínculo, solo dar a conocer quién eres, cómo eres y lo que quieres. No es ser egoísta, es ser sincero.

La comunicación es fundamental para que no sucedan malentendidos. Este estudio elaborado por la Universidad de Camagüey (Cuba), hace hincapié en el valor de la forma y el contenido para establecer una comunicación empática y abierta con la familia (ya sean hijos, padres o familiares políticos).

2. Aprender a ser asertivos y evitar ser condescendientes

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A veces no queremos hacer daño a nuestros familiares y nos guardamos muchas palabras. Padres o abuelos que se quejan de estar solos, cuando en realidad los atendemos siempre que podemos. O hermanos que nos pueden decir que no los apoyamos tal y como debiéramos.

Hemos de ser asertivos y, con respeto y cariño, les diremos siempre la verdad:

  • “Vengo siempre que puedo y sabes que siempre que necesites algo puedes llamarme”.
  • “Sabes que yo siempre te apoyaré en todo, pero no me pidas cosas que no puedo hacer. Ahora mismo yo también paso por una situación difícil y tienes que entenderme”.

Muestra siempre sinceridad y cercanía, pero di en voz alta la verdad de lo que sientes y necesitas. Comunica con firmeza y claridad lo que puedes hacer y lo que no. Evidencia que tú también tienes necesidades que deben ser respetadas.

3. Apoyo incondicional a la familia pero cuidando siempre nuestra integridad

La familia es siempre lo primero. Lo sabemos. Pero al igual que es lo más importante de nuestra vida, en ocasiones, si nos hacen daño también puede ser lo más destructivo de nuestras existencia.

Hay personas que han sufrido abusos o maltratos en su infancia. Mantener una relación de familia cordial con esos miembros nunca será posible, y eso queda claro.

Lo esencial, es que siempre cuides de tu autoestima, que seas una persona madura, equilibrada y con la necesidad de ser feliz día a día. Si alguien de tu familia te causa daño, lo mejor es establecer distancia y alejar ese vínculo para recuperar tu integridad y tranquilidad.

La autoestima es, según este estudio de la Universidad de Costa Rica, un factor relevante para nuestra vida y nuestra propia felicidad. Es algo que no debemos olvidar nunca.

Se necesita valor para identificar, reconocer los errores y sanar las heridas

Las familias deben fomentar la diferenciación y evitar los controles excesivos. La crítica, la queja, las posiciones inflexibles tornan irritables y tensas las situaciones y una atmósfera de insatisfacción se tiende sobre el núcleo familiar.

Las personas cariñosas y amables suelen ser menos demandantes y disfrutan compartiendo. Las tóxicas controlan, manipulan y transmiten negatividad y pesimismo. Son absorbentes e intolerantes. Envidian el bienestar de los demás, guardan rencor y no esperan ocasión para echar en cara defectos y errores en los demás.

Una persona tóxica acaso haya vivido experiencias nocivas, pero no todas las personas que han sufrido experiencias dolorosas terminan siendo tóxicas. De todos modos, siempre es posible aprender a conquistar la serenidad, contar con la comprensión de amigos y familiares sin dejar de considerar en casos graves el tratamiento psicológico.

No todos contamos con las herramientas emocionales propias para hacerle frente a los dramas internos, pero siempre será posible con buenas dosis de confianza y entusiasmo buscar la felicidad.

Como dice Laura Rojas, en su libro La familia: de relaciones tóxicas a relaciones sanas, Afrontar la idea de que podamos ser personas tóxicas exige coraje. Para dejar de serlo y desarrollar la confianza en uno mismo primero se debe identificar el problema y aprender a tomar conciencia de los propios sentimientos y aceptar la propia historia

Finalmente

Todos sabemos que las relaciones familiares nunca son fáciles, pero hemos de tratar de convivir en armonía. Si hay excesivas manipulaciones y un alto egoísmo por parte de sus miembros, debemos procurar que se establezca un trato justo, uno que permita disponer de espacio personal, para ser felices y evitar problemas.

Por último, sabemos que la familia es parte esencial de nuestro ser, de nuestra identidad y raíces. Pero si esas raíces alimentan tallos y ramas con demasiadas espinas y solo nos originan dolor, tendremos que alejarnos un poco. Defiéndete de los familiares tóxicos, cuídate, manifiesta a viva voz lo que eres capaz de aceptar y lo que no puedes admitir. Ama a los tuyos pero ante todo, ámate a ti mismo. 


Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.


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