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La dolorosa realidad de no ser indispensables

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El no ser indispensables en todas las situaciones o para cualquier persona no significa que debamos descuidarnos a nosotros mismos. De hecho, somos los primeros con los que vamos a contar.
La dolorosa realidad de no ser indispensables
Bernardo Peña

Revisado y aprobado por el psicólogo Bernardo Peña

Última actualización: 24 mayo, 2023

A pesar de que resulte difícil reconocerlo, la realidad que nos corresponde es la de no ser indispensables. Aunque podamos ser importantes en una empresa o sentirnos bastante apreciados por alguien, el curso de los acontecimientos continuará en cualquier caso.

No hay duda de que somos únicos y especiales. Sin embargo, el mundo seguirá funcionando al margen de que estemos presentes o no. Esta es una cuestión que a veces nos cuesta admitir, pero que al final se nos impone, de una manera o de otra lo acabamos reconociendo.

A continuación te invitamos a cavilar un poco más en torno a este asunto.

La dolorosa realidad de no ser indispensables

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Aceptar el hecho de no ser indispensables nos supone todo un reto en más de una ocasión. No obstante, asumir que existe la posibilidad de reemplazo, así como detectar cuándo es el momento oportuno para marcharse son pautas que nos ayudarán a abordar las diferentes situaciones.

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Veamos estas claves más despacio.

Todos somos reemplazables, no indispensables

Quizás no seamos conscientes de lo indispensables que llegamos a ser hasta que estamos en pareja. Sabemos que en la familia, cada uno elige el propio camino y que hasta los mejores amigos pueden irse o fallarnos.

Pero, ¿qué ocurre en las relaciones sentimentales? ¿Qué sucede cuando compartimos la intimidad con otra persona? En esos casos es frecuente enfrentarse a la idea de posesión. Se trata de esa creencia que nos hace pensar que el otro nos pertenece, que estará de modo eterno con nosotros o que nos necesita de forma irremediable.

No obstante, bajo tal enfoque, lo único que obtendremos es dolor en cuanto las expectativas que teníamos se desmoronen. Porque si concebimos las relaciones de esa manera, nos veremos abocados a la constante preocupación de controlar al compañero, de sentirnos imprescindibles a cada instante…

En cambio, si nos detenemos a recordar las experiencias por las que hemos pasado, tal vez identifiquemos distintos ejemplos en los que uno u otro se apartó. ¿Cómo transcurrió la historia, entonces? ¿Se acabó el mundo? ¿La vida se detuvo?

La respuesta más probable es que, pese a todo el sufrimiento que dicha separación supuso, cada cual prosiguió por un nuevo recorrido. Ambos asumieron el destino de no ser indispensables y empezaron a andar por otras sendas…

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El desafío de saber cuándo retirarse

Considerarnos tan importantes implica que no soltemos aquello de lo que acaso sería preciso alejarnos.

Así, imaginemos a esos padres que, estimándose esenciales, se olvidan de dejar volar a su hijo. ¿Están promoviendo que este se desarrolle con independencia o, por el contrario, lo que hacen es frenar su progreso?

Una situación parecida tiene también lugar con algunos de los vínculos que mantenemos. La propia necesidad de ser indispensables para alguien nos vuelve egoístas y a menudo nos impide ver que hay más alternativas.

Con todo, el escenario más complejo suele darse en las relaciones de pareja. En tales circunstancias, si nos resistimos a tolerar que somos reemplazables, la interacción puede volverse tóxica. No queda otra que reconocer que cada cual es libre para decidir al margen de lo que nosotros prefiramos…

Tal y como llegan las personas, estas tienen asimismo la posibilidad de marcharse. Tal y como viniste tú, cuentas con la opción de retirarte.

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Eres indispensable para ti

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¿Sabemos para quién resultamos de verdad indispensables? ¿Nos hemos preguntado quién necesitará de nosotros siempre? La respuesta es clara, pues solo uno mismo estará ahí para atenderse en cualquier momento. Es lo único seguro que tenemos.

Sin embargo, a veces consideramos más valioso el hecho de que los demás nos reclamen, que sean otros quienes nos requieran. Parece que se nos escapa un detalle fundamental: la importancia de confiar en nosotros mismos y querernos y aceptarnos tal cual somos.

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Por ello, si cultivamos primero el amor propio, estaremos en una mejor posición para sentirnos libres y tranquilos. De esta manera nos será más fácil entender que otras personas nos acompañarán, pero que, sobre todo, contaremos con nosotros mismos.


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