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La felicidad absoluta es un mito

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El problema que surge al buscar la felicidad absoluta es que no reparamos en los pequeños instantes de felicidad del día a día, que son los que realmente conforman este estado. Así, terminamos por perdernos muchos momentos significativos.
La felicidad absoluta es un mito
Última actualización: 06 julio, 2023

Aspiramos a conseguir una vida feliz y plena, como si esto fuera una meta que aún no hemos obtenido. Así, mientras nos esforzamos en ese alto ideal dejamos de tolerar y aprender de eso que nos acompaña a diario: la decepción, la tristeza, el miedo.

¿Por qué decimos que la felicidad absoluta es un mito? Porque esta dimensión no se encuentra libre de adversidades y desavenencias. Además, nuestra vida nunca podrá ser perfecta. A continuación, profundizamos más sobre este tema.

¿Qué es en realidad la felicidad?

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La felicidad no es más que el equilibrio presente en todos los aspectos de nuestra vida. Sin embargo, la cultura actual tiende a distorsionar su significado y el modo de alcanzarla. Veamos algunos datos en los que reflexionar.

La felicidad como negocio

Desde que Martin Seligman, psicólogo de la Universidad de Pensilvania, asentara las bases de la psicología positiva en 1990, nuestra cultura, en materia de crecimiento personal, ha experimentado un cambio. La felicidad (o los mecanismos para alcanzarla) se ha convertido en un negocio.

Cada año se publican miles de libros sobre esta temática en todo el mundo. Las universidades ofrecen cursos y no faltan los coach que buscan dotarnos de herramientas para dar forma a esa felicidad absoluta. Sin embargo, en la actualidad, las personas están adoptando otras perspectivas desde las cuales favorecer un bienestar más real.

La búsqueda de la felicidad absoluta trae infelicidad

Quien aspira a una vida sin aristas, dotada de perfecciones y altos ideales, lo más probable es que termine frustrado. Es como un niño al que se le convence que cuando sea mayor podrá lograrlo todo y al poco tiempo, cuando aparece la primera dificultad o adversidad es incapaz de reaccionar.

El buscador incansable de felicidad termina, tarde o temprano, agotado y, lo que es peor, frustrado. Debemos entender que alcanzar el bienestar, el equilibrio y la satisfacción personal es más simple de lo que creemos. Supone, sencillamente, saber gestionar las adversidades del día a día mientras mantenemos la ilusión y trabajamos en nosotros mismos.

Porque todo lo negativo de nuestra vida tiene una función. ¿Acaso serías capaz de apreciar la felicidad si no hubieras vivido momentos de absoluta tristeza? Este estado de plenitud no se logra, no se puede tocar con los dedos; es un ejercicio que se debe practicar a diario.

Jerome Wakefield, profesor de la Universidad de Nueva York, lidera en la actualidad la corriente de la antifelicidad. Con su libro La pérdida de la tristeza: cómo la psiquiatría transformó el dolor normal en un trastorno depresivo, nos invita a reflexionar en lo siguiente:

  • Obsesionarnos con la felicidad absoluta tiene un coste: eliminar de nuestro repertorio emocional la tristeza.
  • Aprender a manejar, aceptar y lidiar con las dimensiones negativas de la vida es un mecanismo idóneo para invertir en bienestar y salud.

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Felicidad absoluta a toda costa

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¿Te has preguntado alguna vez qué estás haciendo para conseguir esa anhelada felicidad absoluta? Quizás estés tan obcecado en lograrla que te estás olvidando de lo más importante: disfrutar del momento. Cuando la felicidad es una meta, empezamos a descuidar el camino que estamos recorriendo para solo pensar en completar nuestro objetivo.

Sin embargo, esto no es positivo. Más que nada porque, aunque llegue ese que tanto ansías, ¿qué pasará después? La felicidad no es una meta, es algo que hay que cuidar y regar cada día para que prospere. Piensa en lo que puedes estar dejando de lado: relaciones, familia e, incluso, a ti mismo.

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El único motivo por el que ansiamos tanto esa plenitud buscada es porque, en nuestra mente, está idealizada de una manera muy exagerada. Creemos que llegar a la felicidad nos hará sentirnos bien de forma permanente. Será la satisfacción de todas nuestras necesidades.

No obstante, esto es irreal. Al igual que los seres humanos somos imperfectos, como tales no podemos aspirar a un bienestar tan ideal. Esto solo existe en nuestra cabeza. Una creencia que nos hace querer encontrar lo que nunca debería ser buscado.

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El lado positivo de todo lo negativo

Una situación donde todo fuese luz y no existiese la oscuridad es inimaginable. No solo porque sea imposible de lograr, tal y como hemos visto, sino porque la incomodidad y las situaciones que consideramos desagradables y dolorosas tienen su propia función.

Gracias a las situaciones más complicadas podemos crecer y, debido a todas las circunstancias de desengaños, pudimos madurar. Aunque a veces sea muy duro, todo lo malo que nos pasa nos ayuda a forjar nuestro carácter y nos permite desarrollar la capacidad para la resolución de problemas.

Los momentos negativos nos ayudan a valorar los positivos. Unos y otros se complementan y, además, se compensan. De esta manera, la tristeza nos permite valorar las risas, y la desolación la alegría.

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Como ves, no existe felicidad absoluta. Así que lo mejor que podemos hacer es aprender a encontrar el equilibrio con lo que tenemos en el momento. Aunque siempre es necesario aspirar a más, lo cierto es que tienes todo para empezar desde ya a cultivar esa ansiada felicidad; imperfecta, pero real.

No podemos olvidar que esta nace en la humildad, se forja con risas y se sostiene con una actitud positiva. Porque, de todo lo que nos han dicho que debemos hacer para alcanzarla, solo una ínfima parte es cierta. De nosotros depende hacer algo por cambiarlo.

Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.