Los depredadores emocionales. Parte II
Revisado y aprobado por el psicólogo Bernardo Peña
¿Cómo es el proceso de la depredación emocional o acoso moral?
El acoso moral suele darse en los entornos más cercanos. Los depredadores emocionales necesitan cercanía y tiempo para ganarse tu confianza. De hecho, es un proceso de comienzo sigiloso y enmascarado.
Primero, se seduce a la víctima. Luego, logran que se deje influir para, finalmente, dominarla, privándola de toda la libertad posible.
Los depredadores emocionales seducen
La vinculación comienza con la seducción, un juego de atracción irresistible. El depredador emocional falsea la realidad, operando por sorpresa y secretamente.
No ataca de manera frontal, sino de manera indirecta para captar el deseo del otro. Su interlocutor probablemente lo admira y le devuelve una buena imagen de sí mismo.
Consiste en hacer creer al otro que es libre. Se impide al otro que sea consciente del proceso, que discuta o que se resista. Así, anula sus capacidades defensivas y su sentido crítico de forma gradual.
Cuando la relación se encuentra estabilizada comienzan a actuar cortando los lazos afectivos (familia, amigos, etc). Por lo tanto, los depredadores emocionales consiguen que dependan emocionalmente de ellos.
De esta manera comienzan a realizar las primeras paralizaciones, hasta que la víctima va perdiendo la confianza en ella misma.
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Los depredadores emocionales confunden y agreden
Los depredadores emocionales son muy camaleónicos. Adoptan los comportamientos de sus víctimas, ya que ellos no suelen ser empáticos. Pareciera ser que sufren de una desconexión entre sus emociones y mente.
Poco a poco la víctima se va encontrando confusa y dudosa. Usualmente su autoestima baja considerablemente, debido a las estrategias del acosador.
En este momento, los agresores se erigen como únicos salvadores. Utilizan expresiones del tipo: “La única persona que te puede comprender soy yo” “Qué sería de ti, sin mí”.
Lentamente la autoestima de la víctima ha sido afectada en cada una de sus áreas, ya sea en el ámbito personal o social. Se encuentran estancadas, asustadas, inseguras.
No saben qué hacer o cómo reaccionar, porque el otro las confunde con sus comportamientos ambivalentes y vejatorios. Un día al levantarse pueden darles un beso o montarles una pelea.
Plantear un cambio por parte de la víctima, equivale a un conflicto. Son momentos donde la persona afectada es ninguneada, humillada, desvalorizada.
Recordemos que el depredador emocional desprecia a su víctima en su fuero más interno. Envidian y anhelan todo lo que poseen y ellos no tienen.
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Los depredadores emocionales controlan
Se encuentran en una jaula emocional, donde el agresor (o agresora) se mantiene en continua alerta y control. La víctima no puede salir sin decir dónde va o con quién porque si no puede haber un conflicto. Pero por el contrario, el depredador emocional sí puede hacer lo que quiera.
Por último, se produce el alejamiento del depredador de la víctima. Acto que llevan a cabo porque saben que la otra persona mantiene un vínculo muy dependiente. Así, se puede llegar a ser objeto continuo de desprecio y manipulación.
La mayoría de las personas que han vivido este tipo de relaciones, al final del proceso se encuentran “anestesiadas”. Pueden no ser capaces de sentir odio ni amor auténtico. Sin embargo, la dependencia emocional genera lazos que cuesta mucho romper.
Con el paso de los años, puede ver de manera consciente y racional lo que las ha sucedido. Aunque resulta duro y se ve casi imposible desligarse de los acosadores morales, llega un momento en que logran ver todo más fríamente.
¿Qué hacer ante este tipo de relaciones?
Una de las cosas más importantes en este tipo de relaciones, es despertar. Debemos ser conscientes de la tela de araña en la que nos vemos envueltos.
Por eso es muy importante la ayuda profesional. Así, un psicólogo o incluso a veces un psiquiatra, puede ayudarnos a reestructurar nuestro pensamiento.
Lo aconsejable es ir recuperando poco a poco los lazos perdidos. Es ideal contar todo aquello que nos ha ido pasando. Nos ayudará a exteriorizar nuestras emociones y nuestros familiares y amigos podrán entender nuestro alejamiento anterior. Lo más probable es que nos apoyen y que nos cuiden, recibiendo así todo el amor que merecemos después de una vivencia así.
Para terminar, queremos recordarte que los depredadores emocionales no necesariamente los encontramos en una relación amorosa. También puedes toparte con ellos en el trabajo, en la escuela, en la universidad, o incluso entre tus “amigos”.
Es importante estar atentos cuando veamos algún asomo de este tipo de personas. Probablemente son seres muy dañados que desembocan su dolor amedretando a otros. ¡No caigas en su juego!
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