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Los 7 tipos de descanso que toda persona necesita

8 minutos
Descansar involucra hábitos que van más allá de dormir. ¿Sabes cuáles son los tipos de descanso que necesitas? ¡Descúbrelos!
Los 7 tipos de descanso que toda persona necesita
Leonardo Biolatto

Revisado y aprobado por el médico Leonardo Biolatto

Última actualización: 13 agosto, 2024

La mayoría de las personas creen que necesitan dormir más cuando empiezan a experimentar agotamiento físico y mental. Al fin y al cabo, se ha demostrado con evidencias que dormir entre 7 y 9 horas diarias puede reducir la fatiga. Sin embargo, esto no siempre es suficiente. ¿Sabías que hay otros tipos de descanso?

En primer lugar, hay que partir de la idea de que dormir y descansar no son lo mismo. Aclarar esto es importante, ya que muchas personas tienden a confundirlo.

Si bien el periodo de sueño es clave para el descanso, por sí solo no es suficiente para recuperar la energía y la vitalidad. Te contamos más a continuación.

¿Por qué es importante descansar?

Antes de conocer los diferentes tipos de descanso, cabe recordar su importancia. Descansar es uno de los pilares para tener bienestar físico y mental. En este sentido, no solo implica garantizar un sueño óptimo, sino también desconectarse de actividades laborales, académicas y familiares, entre muchas otras.

Su principal objetivo es promover el equilibrio de la mente, el cuerpo y el espíritu para incrementar la sensación de energía, la creatividad, la productividad, la claridad mental y, en general, la salud. Todo esto se ve reflejado en un mejor estado físico, mayor gestión de las emociones y menos tendencia a sufrir dolencias.

7 tipos de descanso que el cuerpo necesita

Cuando la sensación de agotamiento se hace presente, y además se acompaña de estrés, irritabilidad, procrastinación, falta de motivación, entre otros, es importante priorizar el descanso. Y no se trata solo de garantizar un óptimo periodo de sueño, sino de otras formas de desconexión.

Veamos en detalle los tipos de descanso.

1. Descanso físico

El cansancio físico es uno de los más fáciles de reconocer. Las extremidades se sienten pesadas, los ojos tienden a cerrarse y es difícil concentrarse en la mayoría de las tareas cotidianas.

De ser así, debes saber que hay dos tipos de descanso físico: el pasivo y el activo. Por supuesto, el más conocido es el pasivo, que abarca actividades como dormir y tomar siestas.

Tal y como lo explica una publicación en Nature and Science of Sleep, el sueño es determinante para funciones metabólicas y de balance energético. Además, interviene en la memoria y la regulación emocional. Por su parte, las siestas cortas durante la tarde han demostrado mejorar el rendimiento cognitivo y el estado de alerta hasta dos horas después de tomarlas.

¿Y a qué se refiere el descanso físico activo? Son otras actividades que contribuyen con la relajación del cuerpo:

Un artículo de la Clínica Mayo destaca que la práctica de estos tipos de descanso mitiga el estrés físico y mental que puede sufrir el cuerpo en el día a día. Entre otras cosas, ayuda a regular la frecuencia cardíaca y respiratoria, estimular la circulación, reducir el dolor crónico, mejorar la calidad de sueño y calmar la fatiga.

2. Descanso mental

La mayoría de personas han experimentado esa sensación de que la cabeza «va a estallar». Los pensamientos se nublan, es difícil concentrarse y predominan emociones abrumadoras, como la ansiedad, la angustia, el estrés y la tristeza.

En consecuencia, es difícil rendir en las actividades académicas o laborales; hay un notable estado de irritabilidad y hasta cuesta conciliar el sueño en la noche. ¿Lo peor? Dormir no es suficiente para calmar estos síntomas.

De ahí la importancia de realizar un descanso mental. ¿En qué consiste?

Básicamente, se trata de desconectar la mente de todo lo que tiene que ver con las obligaciones diarias. Tomar un paseo al aire libre, buscar un espacio silencioso, disfrutar una sesión de aromaterapia… cualquier actividad que permita tomar una pausa para «dejar de pensar».

En este punto hay que hacer especial hincapié en el detox digital. Como lo informa un artículo compartido en Business & Information Systems Engineering, consiste en desconectarse por completo de los dispositivos electrónicos para prevenir y mitigar los efectos del tecnoestrés.

Y es que la exposición constante a la tecnología tiene un estrecho vínculo con lo siguiente:

  • Estrés.
  • Sensación de agotamiento.
  • Mayor riesgo de problemas de salud.
En caso de trabajar con ordenadores o cualquier dispositivo electrónico, se recomienda hacer pausas cada hora y media. Puedes hacer, por ejemplo, estiramientos y ejercicios de respiración.

3. Descanso sensorial

El estilo de vida actual genera una hiperestimulación del cerebro debido a la exposición a las pantallas, las luces brillantes, el ruido, el tráfico, los olores fuertes y, en general, los entornos con mucho movimiento.

Con el tiempo, y sin un descanso adecuado, esto detona irritabilidad, evitación del contacto físico, molestias visuales, tensión muscular, insomnio y cansancio prolongado. Por ello, otro de los tipos de descanso que no hay que descuidar es el sensorial.

Una forma muy simple de implementarlo a lo largo de la jornada es cerrar los ojos por unos minutos durante las pausas activas. También se recomienda practicar técnicas de respiración profunda y de meditación. Si puedes, busca un espacio silencioso, alejado de luces brillantes.

Por supuesto, aquí también es clave desconectarse de todos los dispositivos electrónicos por varios minutos a lo largo del día. Además, en la noche deberías evitar su uso una o dos horas antes de ir a la cama.

Una investigación compartida en Healthcare detalla que el uso de dispositivos electrónicos antes de acostarse afecta de forma significativa la calidad de sueño. Esto, sumado al estrés y a la hiperestimulación que provocan en el cerebro, explica por qué son un detonante del cansancio prolongado.

4. Descanso creativo

Una mente creativa trabaja de forma constante en la resolución de problemas y en la generación de nuevas ideas. No obstante, llega un momento en el que la frustración, las multitareas y el estrés afectan dichas habilidades creativas. Es allí cuando es casi obligatorio considerar un descanso creativo.

Esto consiste en alejar por un momento la mente del arte en particular y concentrarse en otras cosas. Escuchar música, pasar un día viendo series, compartir tiempo con los amigos o, en general, practicar cualquier otra afición.

La pausa puede ser de horas, días o incluso semanas. Lo importante es dejar que la mente se recargue con otras actividades para recuperar energía e inspiración.

Una buena opción es aprovechar el tiempo para conectarse con la naturaleza.

Un estudio divulgado a través de Frontiers in Psychiatry informó que estar en entornos naturales estimula la curiosidad, fomenta la flexibilidad y la imaginación, distrae la mente del trabajo y potencia las ideas creativas.

5. Descanso emocional

La constante búsqueda de aprobación externa, el apego hacia personas cercanas, la necesidad de ayudar a resolver problemas de otros y, en general, el exceso de empatía son las razones por las que muchos experimentan un constante agotamiento. ¿Lo más grave? Pocos se dan cuenta de ello.

Lo cierto de todo es que es necesario hacer una pausa para trabajar internamente y desarrollar la autoconciencia. El descanso emocional implica conocerse mejor, poder expresar las emociones, explorar y procesar situaciones de la vida actual y pasada, y construir una mejor versión de uno mismo.

Es decir, es pasar tiempo a solas y priorizar las necesidades propias por encima de las de los demás. Uno de los primeros pasos para lograrlo es aprender a decir no y dejar de lado esa necesidad de complacer a otros. No hay que verlo como un acto egoísta, sino como un paso fundamental para fortalecer la autoestima.

Con relación a esto, un estudio compartido a través de Cognitive Therapy and Research detalla lo siguiente sobre el tiempo a solas:

  • Ayuda al manejo del estrés.
  • Aumenta la satisfacción con la vida.
  • Promueve un ajuste psicológico positivo.

6. Descanso social

El descanso social está relacionado con el emocional. Implica que te des un espacio para pensar en tus relaciones y en lo que le están aportando a tu vida. Dicho de otro modo, es identificar aquellas amistades que de alguna forma te agotan o te estancan, al igual que las que te nutren y te ayudan a crecer.

Por otro lado, se trata de priorizar lo que quieres hacer en realidad y dejar de lado aquellas obligaciones sociales con las que no te sientes bien o que no te generan ganas genuinas. Además, sugiere alejarse un poco de las redes sociales, pues estas también agotan y crean dependencia.

Mantener vínculos positivos, auténticos y con los cuales se puedan compartir las metas y los anhelos es una buena forma de recargarse socialmente. Por el contrario, conviene alejarse de personas que solo suman drama, chismes y negatividad. 

7. Descanso espiritual

Uno de los tipos de descanso que muchos ignoran es el espiritual. ¿A qué se refiere exactamente? Es darse tiempo para conectar con un tipo de energía que va más allá de lo físico y lo mental.

Hay quienes lo llaman «spa para el alma». Es un espacio para perdonarse, sanar, aumentar la autoaceptación y fortalecer la autoestima.

Una investigación divulgada en Frontiers in Psychology destaca que la espiritualidad está relacionada con conductas de un estilo saludable y, sobre todo, con un mayor estado de bienestar psicológico. 

Algunos consiguen esto a través de prácticas religiosas; sin embargo, no es la única vía. Otros recursos, como la meditación, las labores de voluntariado, la práctica de yoga o pasar tiempo en ambientes naturales también ayudan.

¿Ya practicas estos tipos de descanso?

En definitiva, descansar abarca hábitos que van más allá de dormir. Si bien el periodo de sueño es clave para recuperar energía, por sí solo no es suficiente.

Es conveniente desconectarse de las tareas cotidianas y adoptar hábitos que no solo promuevan la relajación del cuerpo y de la mente, sino que aumenten la creatividad, la autoestima y la autoconciencia. De todos modos, hay que recordar que el agotamiento y la fatiga prolongada también pueden ser indicativos de un problema de salud.

Si no mejoran con el paso de los días, lo mejor es consultar al médico.

Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.


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