¿Tu hijo tiene dificultad para respirar? 6 consejos
Revisado y aprobado por el farmacéutico Sergio Alonso Castrillejo
Debemos estar atentos a los síntomas y saber reconocer cuándo un niño presenta dificultad para respirar. Aunque en la mayoría de los casos puede deberse a la acumulación de mucosidad, la dificultad para respirar es un síntoma que puede esconder otras condiciones.
En este artículo, te contamos qué hacer.
Disnea en niños
La dificultad para respirar o disnea es un síntoma del aparato respiratorio. En este sentido, podrá manifestarse con mayor o menor intensidad. Se trata de la dificultad para respirar correctamente, con una sensación de falta de aire que puede incluso, llevar al niño a dejar de hablar para respirar.
Sin embargo, al tratarse de un síntoma, muchas son las condiciones que pueden originarla. En efecto, quizás la dificultad proceda de un resfriado, consecuencia de los mocos que se van acumulando e impiden al pequeño respirar bien. Adicionalmente, puede ser la manifestación de otras afecciones como laringitis, bronquitis, asma o vegetaciones, por ejemplo.
Del mismo modo, la disnea es también síntoma de alergias, neumonías y, lógicamente, cuando el pequeño se está atragantando. Asimismo, no debemos olvidar que la ansiedad y el estrés pueden llevar a episodios de disnea.
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¿Qué hacer si mi hijo presenta dificultad para respirar?
Acudir al médico
En primer lugar, dependiendo del tipo de dificultad que presente el pequeño deberemos decidir si es necesario acudir al hospital. Así, en el caso de que presente ruidos o pitidos, respiración rápida, color azulado en los labios o el hueco del esternón se marque al respirar, debemos acudir a un centro de urgencias para que examinen al pequeño.
Además, tanto si se trata de una urgencia como si no, es necesario que consultemos al pediatra sobre las dificultades respiratorias del pequeño a fin de que pueda emitir un diagnóstico, determinando la causa.
Mantener la calma
Sea cual sea el origen de la disnea, es importante que los padres o cuidadores del niño se mantengan tranquilos. En efecto, si nos estresamos, podemos hacer que el pequeño se ponga nervioso y, por tanto, aumente su dificultad para respirar.
Evitar ambientes “cargados”
Si nuestro hijo presenta dificultad para respirar, debemos alejarlo de ambientes cargados con, por ejemplo, humo de tabaco. Es más, deberíamos sacarlo a tomar el aire fresco del exterior. El oxígeno le ayudará a sentirse mejor y a tranquilizarse en el caso de que nos encontremos con un episodio de disnea aguda.
En cualquier caso, independientemente de la gravedad de la dificultad para respirar, siempre debemos evitar que los menores se encuentren expuestos a este tipo de ambientes.
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Lavados nasales
El uso de suero fisiológico o solución salina es el mejor remedio para disolver la mucosidad acumulada. Así, facilitará al pequeño respirar mejor. En el caso de los bebés, además, se recomienda aplicarlos con frecuencia a fin de prevenir esta acumulación.
En efecto, los lavados nasales limpiarán los conductos de la nariz, evitando que se tapone y que se amontone más moco. De esta forma, aliviaremos y prevenimos la aparición de la disnea. No obstante, si la dificultad no remite, debemos acudir al médico. Quizás se trate de otra condición de mayor severidad.
Acostarlo boca arriba y semi incorporado para dormir
La postura del pequeño a la hora de dormir es importante para evitar que la disnea aparezca durante la noche. Por eso, debemos evitar que el niño duerma boca abajo o completamente tumbado. Una posición semincorporada y boca arriba facilitará el flujo de la mucosidad y la respiración.
Mantener una humedad adecuada en casa
El nivel de humedad en el interior de la casa puede mejorar o empeorar la disnea. Por esa razón, si disponemos de un humidificador, podemos utilizarlo a fin de mantener la humedad a un nivel adecuado.
En cualquier caso, como hemos podido comprobar, la dificultad para respirar puede deberse a causas muy diversas y diferentes. Por eso, si la dificultad es aguda o persiste, debemos consultar al médico. En efecto, después de las pruebas necesarias, el médico podrá diagnosticar la causa e iniciarse un tratamiento.
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