Detrás de cada persona hay una historia que la hizo fuerte
Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater
Suele decirse que una persona no nace de verdad hasta que la vida le da un golpe. Hasta que aprende a ser fuerte. Las adversidades son fuentes poderosas de aprendizaje. Períodos en los que descubrimos en realidad aquello que nos identifica y por lo que vale la pena luchar.
Sin embargo, hemos de saber también que la felicidad y las épocas de bienestar son etapas donde ampliamos conocimientos.
No obstante, algo que nos queda claro es que cada persona carga con un mapa de vivencias. Con una mochila propia que nadie ve, pero que está ahí. Llena de momentos oscuros, de luces, de lágrimas y de un equipaje que llevar para siempre sobre la espalda.
Lo que nos hizo fuertes nos hizo sabios. Aunque sabemos que esa sabiduría vino, en ocasiones, de mano del dolor.
Has nacido para ser fuerte: descubre por qué
El ser humano es mucho más fuerte de lo que parece. El cerebro está programado para sobrevivir, nuestro código genético nos predispone a aprender de la adversidad.
Esto explica, de algún modo, por qué nos cuesta tanto “ser felices”. A nuestro cerebro no le resulta útil la idea de la felicidad, porque la clave para sobrevivir es ser capaces de reaccionar frente al peligro, la amenaza o la pérdida.
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La felicidad solo se alcanza cuando somos capaces de vencer la tormenta. El ser humano ha avanzado a lo largo de toda su historia derribando obstáculos y dificultades. Este es, en esencia, el aprendizaje que cuenta y que nos permite llegar al auténtico bienestar.
Nacimos siendo más fuertes de lo que pensamos, sin embargo, muchas veces no somos conscientes de ello.
Tu historia personal: la huella de una infancia traumática
Detrás de cada persona siempre suele haber algún hecho dramático: una pérdida, un fracaso emocional, un desengaño, una vulneración a nuestra persona…
En caso de haber experimentado alguno de estos hechos en la infancia, es muy posible que el trauma nos acompañe para siempre. El dolor no se olvida, pero aprendemos a vivir con él.
Un niño no dispone de recursos psicológicos para hacer frente a la adversidad, por lo que afectará notablemente a su desarrollo y personalidad.
No obstante, como nos explica el neurólogo y psiquiatra Boris Cyrulnik, una infancia traumática no implica vivir una madurez traumática. Hemos de ser capaces de afrontar esos hechos, y lo podemos conseguir.
Podemos recuperarnos. Siempre que ese niño cuente con un apoyo posterior y con ayuda, logrará asomarse de nuevo al mundo con aplomo y confianza.
Todos merecemos ser amados, todos merecemos ser felices de nuevo.
La resiliencia y la fortaleza que hay en ti
No podemos olvidar que la palabra “resiliencia” proviene de la física. Es la cualidad de los materiales que, cuando reciben un efecto destructor o se intenta modificarlos, les permite de recuperar su forma original.
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Sin embargo, cuando las personas sufrimos un daño emocional, no volvemos a ser las mismas. Normalmente, cuando nos transformamos en alguien distinto, en este caso, nos transformamos en una persona más fuerte.
Este proceso se llama, efectivamente, resiliencia. Nuestro cerebro, tal y como hemos indicado al inicio, “está programado” para hacer frente a la adversidad. Quiere que avancemos, que sobrevivamos, que aprendamos del miedo y la dificultad para seguir adelante.
¿Por qué a veces no lo conseguimos? Puede deberse a estas tres razones:
- Nuestra educación y nuestra genética.
- El contexto social que nos envuelve.
- No disponer de las estrategias psicológicas adecuadas.
La resiliencia se aprende
Hay quien sabe cómo afrontar los golpes de su vida. Algunas personas parecen que pueden enfocar las cosas con más templanza. Puede ser por naturaleza, o por experiencia: la resiliencia puede entrenarse.
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Para poder lograrlo, te ofrecemos tres verbalizaciones que podemos hacer en el día a día y que, sin duda, pueden ayudarnos:
- Yo tengo la capacidad para hacer frente a las dificultades. Dispongo de unos valores, de unas normas de conducta, de autoestima y personas que me quieren.
- Yo soy una persona que cree en la esperanza y que tiene fe en sí misma.
- Yo puedo resolver problemas, comunicarme, defenderme, tener buenas relaciones y luchar por mi felicidad.
Son tres estrategias sencillas que pueden ir “modelando” nuestro cerebro para conferirnos fuerza, coraje y ese pilar indispensable que nos ayudará a caminar por la vida: la resiliencia.
Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.