Evitación emocional: ¿qué es y cómo superarla?
Escrito y verificado por la psicóloga Maria Fatima Seppi Vinuales
En más de una ocasión desearíamos ser como las tortugas; resguardarnos debajo de nuestro caparazón y esperar a que pase la tormenta. La evitación emocional nos lleva a creer que «hacer como si no pasara nada» es una solución.
Sin embargo, es «un mirar sin ver». Es decir, sabemos que pasó algo allá afuera, pero no queremos reconocerlo y, mucho menos, hacerle frente. Por supuesto, actuar de este modo no funciona, o bien, implica algunas consecuencias. ¿De qué se trata?
¿Qué es la evitación emocional?
La evitación emocional podría pensarse como un mecanismo de defensa que nos lleva a negar las emociones que experimentamos ante una situación determinada. No obstante, eso que puede comenzar como un modo de preservarnos, se termina volviendo en nuestra contra, ya que nos deja sin recursos y sin posibilidad de actuar.
Dado que las emociones son una respuesta natural, necesaria y adaptativa de nuestro organismo para proveernos de cierta información, intentar evitarlas es atentar contra nosotros mismos. Significa ignorar aquello que —por sí mismo— el cuerpo ya nos está comunicando de alguna manera.
Es una forma desadaptativa de responder ante un problema. En el corto plazo, quizás nos evitamos un mal momento, la tensión o la vergüenza. Pero en el largo plazo, habremos interiorizado esa frustración o esa vergüenza, y nos repetiremos una y otra vez el mensaje de que no somos capaces. Al final, solo reforzamos ese temor inicial.
Consecuencias de la evitación emocional
Un estudio compartido a través de International Journal of Psychotherapy Practice and Research expone que la evitación emocional acarrea consecuencias en la salud física y mental. En sí, se convierte en una barrera para alcanzar un estado de bienestar. Algunos de sus efectos son los siguientes:
- Pueden aparecer manchas en la piel, enfermedades psicosomáticas y dificultades para conciliar el sueño.
- Se generan actuaciones tipo «compensatorias», pero con poco sentido o desmedidas. Por ejemplo, pasamos mucho tiempo en redes sociales o frente al televisor con tal de evadirnos y no pensar en el tema que nos aqueja.
- Empobrecemos nuestro mundo emocional. Nuestras respuestas se vuelven estereotipadas, automáticas, con un tono emocional inadecuado y poco conectado con lo que en realidad estamos sintiendo. Esto no solo nos perjudica a nosotros mismos, sino que también interfiere en nuestras relaciones.
- Construimos «fachadas» de personas que no somos, al no querer entrar en contacto con lo que sentimos. De esta manera, acabamos siendo complacientes con los demás y nos dejamos guiar por sus propias emociones, mientras descartamos las propias.
- Nos perdemos oportunidades de disfrutar, de conocernos o de «darnos» a otros. Incluso, en determinadas situaciones, dejamos de asistir a lugares por el temor que tenemos a que se «gatillen» nuestras emociones.
- Por otro lado, nos impide poner límites. Al buscar evitar el conflicto, no somos claros con los demás, por lo que es posible que la situación que nos molesta se repita una y otra vez.
Cómo superar la evitación emocional
Tal y como lo detalla un artículo divulgado en Psychotherapy Academy, es de suma importancia afrontar la evitación emocional. En primer lugar, conviene identificar y validar las emociones para lograr gestionarlas. Veamos en detalle algunas estrategias.
Reconocer los sentimientos
Empieza por reconocer lo que estás sintiendo. Haz una «lluvia de ideas» sobre esa emoción, no descartes ninguna. Ponles un nombre; ira, enojo, impotencia, sensación de injusticia, frustración, etcétera.
Hacer ejercicios de respiración
También puedes tomarte unos minutos y respirar. Es una forma de tranquilizarse y de evitar que la emoción te abrume. Y es que, como lo detalla una investigación en Frontiers in Psychology, esta estrategia ayuda a mitigar el estrés y la ansiedad al reducir los niveles de cortisol.
Aceptar las emociones
Tras tomar unos minutos para respirar, debes permitirte sentir esa emoción y aceptarla. No te juzgues como «sentimental», «incompetente», «tonto» o cualquier otro calificativo.
Pensar qué hacer con esa emoción
Lo que sigue es pensar qué puedes hacer con esa emoción. Se trata de buscar opciones para lo que estás sintiendo. Por ejemplo, si sientes enojo con un amigo por algún comentario ofensivo, ¿qué podrías hacer? ¿Con qué te sentirías a gusto? Analiza los pro y los contras y luego «traza» distintos planes para elegir el que te haga sentir conforme.
Reconocer el poder de las emociones
Por otro lado, es importante evitar aquel lugar en el que mostrar las emociones es sinónimo de personas débiles. Por el contrario, experimentar las emociones aumenta la fortaleza y el autoconocimiento.
En este sentido, puedes aprender de las emociones, interpretar el mensaje que te quieren dar y hacerte cargo de ellas para poder buscar una solución o alternativa.
No etiquetar las emociones como negativas
También es importante dejar de etiquetar las emociones como negativas. Mejor asumirlas como incómodas o disfuncionales. Es natural que aparezcan y sentirlas, ya que indican que algo te disgusta.
Validar y reconocer las emociones
Elige alguna manera de darle lugar a tus emociones y reconocerlas. Por ejemplo, puede ser a través de un diario de emociones, en el que vuelcas cómo te sientas y qué haces al respecto. También puedes encontrar una manera creativa de aceptarlas y transformarlas, a través del cuento, del arte, etcétera.
La evitación emocional, el elefante en la habitación
Mientras más tratamos de evitar una emoción, más nos encadenamos a ella. Es decir, si hacemos el esfuerzo por evitar pensar en algo, más cuerpo y entidad le damos, más presente se hace y más energía consume.
La evitación emocional son los restos debajo de la alfombra, bien cubiertos, pero presentes al fin y al cabo.
Lo que debemos hacer es ser valientes y aceptar lo que nos sucede. Procurar convivir de manera temporal con ese malestar y esa angustia que nos genera esa emoción, pero luego tomar un envión para torcer el rumbo y procesarla. Es lo más sano para nuestra salud física y mental.
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