Rabia en humanos: síntomas, diagnóstico y tratamiento

El virus de la rabia llega hasta el cerebro y, en la mayoría de los casos, provoca la muerte de los pacientes. Descubre cómo se manifiesta la infección en los humanos.
Rabia en humanos: síntomas, diagnóstico y tratamiento
Leonardo Biolatto

Revisado y aprobado por el médico Leonardo Biolatto.

Última actualización: 29 mayo, 2024

La rabia es una enfermedad zoonótica viral que puede transmitirse a los humanos mediante el contacto con la saliva de un animal infectado, ya sea por una mordedura o por arañazos. Sin una intervención inmediata, el virus consigue desplazarse por los nervios hacia la médula espinal y el cerebro, donde genera neuroinflamación.

Dadas las complicaciones que acarrea en el sistema nervioso central, el desenlace casi siempre es la muerte. Uno de sus inconvenientes es que los síntomas iniciales son similares a los de la gripe, lo que dificulta la detección rápida.

Por eso, tan pronto como se produce la exposición a un animal con rabia, hay que intervenir.

¿Qué más debes saber al respecto? En el siguiente espacio te contamos en detalle cómo se da esta enfermedad en las personas, cuáles son sus principales manifestaciones clínicas, las opciones de tratamiento y qué hacer para prevenirla.

¿Cómo se transmite el virus de la rabia a los humanos?

El virus de la rabia, del género Lyssavirus, familia Rhabdoviridae, está presente en mamíferos domésticos y salvajes alrededor de todo el mundo. En humanos, aproximadamente el 99 % de los contagios se producen por el contacto con la saliva de perros infectados, casi siempre a través de mordeduras.

Sin embargo, otros animales, como los gatos, los coyotes, los mapaches, los zorrillos, los zorros, los monos, los caballos y las vacas también pueden portar el virus. En Estados Unidos, de hecho, hay más casos de contagio por murciélagos (Desmodus rotundus).

La transmisión del virus también es posible mediante un rasguño, siempre que las garras del animal hayan estado en contacto directo con su saliva. En raros casos, se propaga cuando el animal infectado lame una herida abierta en la piel de un humano o su saliva tiene contacto con las membranas mucosas (ojos, nariz y boca).

Con menos frecuencia, es posible la inhalación del virus de la rabia aerolizado. Por lo general, este riesgo se da en entornos de laboratorio.

Virus de la rabia.
El virus de la rabia tiene forma de bala. Imagen de Scientific Animations con licencia Wikimedia Commons.


Fases y síntomas de la infección por rabia en humanos

Tras ingresar al organismo a partir de la saliva de un animal infectado, el virus de la rabia se multiplica en el sitio de la lesión. Luego, se desplaza desde la herida infectada, a través de los nervios, hacia el cerebro.

La infección, para llegar al estado final de la enfermedad, atraviesa varias fases. Entre ellas, la incubación, la prodrómica, la neurológica aguda y el desenlace.

Incubación

Es el lapso que demora el virus en pasar desde el sitio de la lesión hasta el sistema nervioso. Este proceso tarda un mínimo de 10 días y cursa de forma asintomática.

Si hay una intervención adecuada, es el momento para reducir el riesgo de muerte. En niños pequeños, y cuando la exposición se da en la cara o en el cuello, el periodo de incubación tiende a ser más corto.

Solo en casos muy raros, la enfermedad se desarrolla meses o años después.

Fase prodrómica

Tiene lugar cuando el virus de la rabia llega hasta el sistema nervioso. Este se desplaza a través de las células nerviosas hasta la médula espinal y el encéfalo, y genera daños a su paso.

En este periodo, los síntomas iniciales son similares a los de la gripe:

  • Fiebre.
  • Cansancio.
  • Inapetencia.
  • Dolores de cabeza.
  • Náuseas y vómitos.
  • Dolores musculares.
  • Tos o dolor de garganta.

Además, puede cursar con hormigueo, dolor y entumecimiento en la zona de la mordedura. Se prolonga entre 2 y 10 días.

Fase neurológica aguda

Tan pronto como el virus llega a la médula espinal y al cerebro, los daños suelen ser irreversibles. Los síntomas neurológicos más comunes son los siguientes:

  • Ansiedad.
  • Insomnio.
  • Convulsiones.
  • Salivación excesiva.
  • Disfunción cerebral.
  • Debilidad o parálisis.
  • Confusión y alucinaciones.
  • Agresividad o irritabilidad.
  • Comportamientos extraños.
  • Alteraciones del ritmo cardíaco.
  • Agitación o movimientos excesivos.
  • Respiración rápida (hiperventilación).
  • Espasmos musculares y posturas inusuales.
  • Sensibilidad a las luces brillantes, a los sonidos o al tacto.
  • Problemas de deglución. El solo hecho de ingerir bebidas, inclusive agua, causa espasmos en la laringe.

Pueden presentarse dos tipos de rabia, de acuerdo a los síntomas que más se hagan evidentes:

  1. Furiosa o encefálica: predominan las convulsiones, el delirio y la agresión.
  2. Paralítica o silente: causa, sobre todo, debilidad y parálisis.
En ciertos casos, los pacientes mueren en esta fase por un paro cardiorrespiratorio.

Coma y muerte

Es el desenlace de la infección por rabia, asociado con la dispersión del virus en la corteza cerebral. Los síntomas abarcan espasmos respiratorios, hipotensión, arritmias y taquicardia sinusal. En última instancia, ocurre el deceso.

¿Los signos de la rabia en animales son similares a los de la rabia en humanos?

La rabia se manifiesta en animales de forma variada, pero, en general, comparte similitudes con el cuadro clínico en humanos. Al principio hay síntomas inespecíficos, luego problemas a nivel neurológico y, en última instancia, coma y muerte.

En los animales se observan con frecuencia cambios en el comportamiento. Por ejemplo, que un animal tranquilo se vuelva agresivo o uno agresivo se vuelva manso.

También pueden experimentar parálisis parcial o total, ataques a objetos inanimados, cambios en su vocalización (como ladridos anormales, en el caso de los perros), hidrofobia y exceso de salivación (espuma por la boca).

El inconveniente es que la detección es aún más difícil que en los humanos. Los síntomas suelen ser evidentes cuando la enfermedad alcanza un estadio avanzado. Una vez esto ocurre, el animal vive solo entre 7 y 10 días.

¿Cómo se detecta la rabia en humanos?

El diagnóstico de la rabia representa un desafío. En especial, cuando la persona no está segura si ha estado expuesta a un animal infectado con el virus.

Luego de una mordedura —o tras exponerse al contacto con un animal con indicios de rabia—, la atención médica debe ser inmediata. La mayor parte de las veces se considera solo la historia clínica para iniciar el tratamiento de profilaxis posexposición (PEP).

Si bien los análisis de muestras de piel (biopsia), de saliva y de líquido cefalorraquídeo (obtenido por punción lumbar) ayudan al proceso de diagnóstico, los resultados son lentos y puede ser tarde para actuar cuando se confirmen.

Además, es probable que las pruebas de laboratorio revelen anticuerpos solo cuando la enfermedad haya avanzado demasiado. Estas son las razones por las que, si hay sospecha, se interviene antes de confirmar la infección.

¿Cuáles son las opciones de tratamiento?

Una vez que inician las manifestaciones clínicas de la rabia en humanos, no hay un tratamiento para frenar su curso. La mayor parte de las veces se produce el deceso del paciente.

Hay pocos reportes de casos de personas que han sobrevivido tras haber estado en cuidados intensivos. Por eso es que, ante la sospecha de infección después de una mordedura o de la exposición a un animal con rabia, se administra un tratamiento profiláctico posexposición (PEP).

¿En qué consiste el PEP contra la rabia?

Tras sufrir una mordedura o un rasguño, o si el animal lame una herida abierta, la primera medida consiste en un lavado minucioso de la zona, con agua y jabón, durante 15 minutos. El objetivo es disminuir la cantidad de partículas virales.

Cuando esté disponible, también se recomienda aplicar una preparación tópica viricida en la herida. Por ejemplo, la povidona iodada.

El profesional, tras evaluar el riesgo, define la aplicación de ninguna, una o las dos vacunas preventivas disponibles:

  1. Inmunoglobulina de la rabia, que ofrece protección rápida.
  2. Vacuna antirrábica, que abarca 4 dosis, en un periodo de 14 días. En pacientes con el sistema inmunitario debilitado se sugiere una dosis adicional el día 28.

Para determinar si se aplican ambas, una o ninguna de las vacunas, se toma como referencia la clasificación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) según categorías.

Tratamiento de profilaxis posexposición en la rabia.
Solo los pacientes de categoría II y III deben recibir profilaxis posexposición.

Además de los criterios ya mencionados, la PEP puede indicarse para aliviar la carga psicológica del miedo a la rabia. Tanto para las víctimas de mordeduras como para sus familiares.

Las heridas ocasionadas por la mordedura no se suturan, salvo en casos excepcionales. Si requiriesen un cierre, han de suturarse de forma que no generen tensión ni presión, y se hará el procedimiento solo después de la infiltración de la inmunoglublina en la herida.


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¿Qué es el tratamiento profiláctico preexposición (PPrE) contra la rabia?

La profilaxis preexposición (PPrE) es un enfoque preventivo para proteger a las personas que tienen un alto riesgo de contraer rabia debido a su ocupación, al viaje que realizarán o su residencia en un entorno endémico con acceso limitado a una PEP adecuada y oportuna.

Implica la administración de una serie de vacunas antirrábicas antes de una posible exposición al virus. Si bien no elimina la necesidad de tratamiento tras la exposición (en caso de suceder), su implementación simplifica la PEP. Ya no hará falta la inyección de inmunoglobina y se reducirá el número de dosis de vacunas requerido.

De acuerdo a los criterios establecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2018, el protoloco profiláctico preexposición implica una dosis por vía intramuscular los días 0 y 7 o dos dosis por vía intradérmica en los días 0 y 7 para aquellos que tienen un riesgo elevado de contraer la enfermedad.

¡Para tener en cuenta!

  • En caso de exposición antes de la segunda dosis, o en los primeros 7 días después de la primera dosis de vacuna, se debe administrar una PEP completa.
  • Se debe considerar que las personas que interrumpieron una serie de PEP, después de la administración de al menos dos dosis de vacuna, están vacunadas antes de la exposición.
  • Las personas con inmunodeficiencia deben recibir un régimen de PrEP con una dosis adicional a los 28 días, vía intramuscular (IM), o dos por vía intradérmica (ID).
  • Los datos vigentes indican que no se requieren inmunizaciones de refuerzo periódicas después de la vacunación primaria, a excepción de aquellos cuya profesión implique un riesgo frecuente de exposición.
  • La vacunación previa a la exposición de un solo día debe considerarse solo cuando el tiempo no permita la PrEP de dos visitas y antes de viajar a áreas con fácil acceso a las vacunas contra la rabia en caso de exposición. La segunda dosis debe administrarse al regresar o lo antes posible. No hay evidencia de que la preparación de un solo día sea adecuada para inducir inmunidad a largo plazo (mayor a un año).

Vacunas contra la rabia: preguntas frecuentes

1. ¿De qué está hecha la vacuna contra la rabia?

La vacuna contra la rabia se hace con el virus inactivo de la rabia. Por sus características, este no puede generar ni una forma leve de la enfermedad. En su lugar, estimula al sistema inmunitario para producir anticuerpos. 

2. ¿Quiénes deben vacunarse contra la rabia?

Las vacunas antirrábicas no se aplican como parte de los calendarios oficiales de vacunación. Se utilizan dentro del enfoque de profilaxis preexposición (PPrE), destinado a aquellos que están más expuestos al contagio:

  • Profesionales y colaboradores de recuperación de fauna salvaje.
  • Personal de laboratorio que trabaja con el virus de la rabia y otros lisavirus.
  • Trabajadores de unidades asistenciales que pueden atender enfermos positivos.
  • Exploradores de cuevas, personal y voluntarios con exposición frecuente a murciélagos.
  • Viajeros a zonas endémicas con acceso difícil al tratamiento profiláctico posexposición (PEP) que pretenden realizar actividades de alto riesgo.
  • Personas cuya actividad laboral implique un contacto frecuente con animales vectores de rabia: veterinarios, personal de unidades de protección animal y laceros, geólogos, zoólogos, trabajadores de zoológicos, espeleólogos.

3. ¿En qué parte del cuerpo se pone la vacuna de la rabia en humanos?

La mayoría de las vacunas antirrábicas utilizadas en la actualidad se ponen en el brazo. Se usa la vía intramuscular en el músculo deltoides en adultos y en la zona anterolateral del muslo en niños pequeños.

Las vacunas contra la rabia no se ponen en el estómago.

4. ¿Cuáles son los efectos secundarios de la vacuna contra la rabia?

Luego de la aplicación de la vacuna contra la rabia, algunas personas experimentan reacciones secundarias que suelen ser leves. Casi siempre desaparecen al poco tiempo. Las más frecuentes son las siguientes:

  • Dolor, hinchazón y enrojecimiento en la zona de aplicación de la vacuna.
  • Malestar estomacal o dolor de estómago.
  • Dolores de cabeza y mareo.
  • Dolor muscular.

Pocas veces hay otros efectos secundarios, como urticaria, dolor en las articulaciones y fiebre. Las probabilidades de sufrir reacciones graves tras la aplicación de la vacuna son muy mínimas.

5. ¿Quiénes deben evitar la vacuna contra la rabia?

Tal y como lo apuntan en el Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS), algunas personas no deben recibir la vacuna contra la rabia en un plan de PPrE, o deben esperar. Es el caso de:

  • Personas que están tomando medicamentos que afectan al sistema inmunitario.
  • Pacientes con antecedentes de reacción alérgica a la vacuna.
  • Personas con alergias graves.
  • Pacientes con VIH/SIDA.
  • Embarazadas y lactantes.
  • Personas con cáncer.

En caso de haber entrado en contacto con la rabia, o de reunir los criterios de sospecha de la infección, será clave aplicar la vacuna, aunque la persona haga parte de esos casos especiales. 

Estrategias para la prevención de la rabia en humanos

Los programas de prevención gubernamentales y el autocuidado son determinantes a la hora de prevenir la rabia en humanos. Con la educación adecuada y la vacunación, la infección se puede evitar al 100 %.

Estrategias gubernamentales

Información divulgada a través de la OMS apunta que la rabia está presente en alrededor de 150 países y territorios. Los países más afectados están en Asia y África. España (territorio peninsular e islas) ha estado libre de la infección desde 1978, a excepción de un caso importado desde Marruecos, informado en junio de 2013.

Las medidas estatales no solo benefician a los individuos, sino también a los gobiernos. Algunas de las más importantes son las siguientes:

  • Campañas educativas sobre la rabia y su prevención.
  • Asignación de recursos humanos y financieros a la lucha contra la rabia.
  • Programas de vacunación periódicos para mascotas y animales domésticos.
  • Mayor acceso a la vacuna en zonas endémicas o en personas cuyas profesiones son de alto riesgo.
  • Leyes de prohibición y restricción de importación de animales dosmésticos y silvestres de ciertos países.
  • Mayor acceso a la atención médica para aquellos que sufren mordeduras o heridas por parte de animales sospechosos de rabia.

Prevención individual

Prevenir la rabia en humanos y en animales es tarea de todos. Las siguientes son algunas medidas adicionales que cualquiera puede tomar:

  • Vacunar a las mascotas de la casa (perro, gato, hurones y otros) e informarse con qué frecuencia repetir la inmunización. Además, llevarlas de forma periódica al veterinario para chequeos de rutina.
  • Sellar cualquier espacio por el que puedan entrar murciélagos al interior del hogar. Si por algún motivo estos consiguen anidarse, llamar a un experto para controlarlos.
  • Educar a los niños y demás miembros de la familia para que tomen precauciones al alimentar gatos o perros callejeros. No deberían hacerlo directamente con la mano.
  • Solicitar el tratamiento profiláctico preexposición contra la rabia (PrEP) en caso de viajar a zonas endémicas o de tener otros factores de riesgo de infección.
  • Mantener a las mascotas confinadas en el hogar en la medida de lo posible. Que deambulen al aire libre incrementa el riesgo de que contraigan rabia.
  • Evitar el acercamiento con animales silvestres, inclusive si están heridos. En lugar de esto, conviene llamar a las autoridades locales especializadas.
  • Evitar que las mascotas pequeñas, que no han sido inmunizadas, tengan contacto con animales salvajes u otros animales domésticos no vacunados.
  • Buscar atención médica inmediata si hay sospecha de infección por el virus de la rabia, incluso tras recibir la inmunización preventiva (PrEP).
Vacuna antirrábica para mascotas.

¿Qué hay que recordar sobre la rabia en humanos?

La rabia es una enfermedad viral que se transmite a los humanos tras el contacto con la saliva de un animal infectado. Puede suceder a través de una mordida o un arañazo. Luego de un periodo de incubación que dura alrededor de 10 días, el virus compromete al sistema nervioso y causa la muerte en casi todos los casos.

Una vez llega a la médula espinal y el cerebro, no hay una terapia que pueda curar la infección. De allí la necesidad de recibir un tratamiento profiláctico posexposición (PEP) contra la rabia lo antes posible. En urgencias, el médico analizará los criterios necesarios para iniciar el protocolo.

Si un niño o cualquier miembro de la familia sufre una mordedura, en especial por parte de un perro desconocido o un animal salvaje, hay que lavar bien la zona afectada con agua y jabón durante al menos 15 minutos. Luego, se debe acudir al médico de inmediato para evaluar los riesgos. En caso de conocer al dueño del animal, hay que obtener toda la información posible de este: vacunación, nombre, domicilio, etcétera.

La vacunación de las personas con alto riesgo de infección, así como la vacunación de mascotas y animales salvajes, en conjunto con la educación respecto a la enfermedad y el acceso oportuno a las vacunas, se consideran claves para la prevención y el control de la rabia.


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