Síndrome de Procusto: odiar a las personas que sobresalen
Escrito y verificado por la psicóloga Maria Fatima Seppi Vinuales
Mirar e imitar lo que hacen otras personas de nuestro entorno puede ser un puntapié para la superación y la motivación. Sin embargo, cuando eso se convierte en causa de permanentes comparaciones, se vuelve una tortura. Alguien que tiene síndrome de Procusto vive así su vida.
El síndrome de Procusto toma prestado este nombre de una historia griega. Procusto era un posadero que recibía en su casa a los viajeros, a quienes les cortaba las extremidades superiores o inferiores si las mismas sobresalían de la cama. Esto ya nos da una pista acerca de cuál es el centro: molesta aquello que destaca, que llama la atención.
Este síndrome puede tener múltiples orígenes. Por ejemplo, durante nuestra crianza, si fuimos privados de afecto y cercanía, mientras que nuestro hermano era el protagonista de la escena. Se pueden sentar las bases para pensar que no hay suficiente para todos. Por lo tanto, los otros se convierten en potenciales competidores.
Características de una persona con síndrome de Procusto
Vale la pena aclarar que todas las personas podemos sentir envidia o celos de otros en algún momento de la vida. Lo que caracteriza al síndrome de Procusto es que se trata de una situación generalizada, que aparece de manera constante, e incluso respecto a múltiples personas.
Asimismo, algunas de las características que podemos identificar sobre este síndrome son las siguientes:
- Suelen ser personas detractoras, con el “no” fácil. Un compañero de trabajo puede haber presentado una solución genial para abordar un asunto, sin embargo, le contesta que la idea no le parece tan adecuada o que no es novedosa. Es decir, echa mano de cualquier excusa para desacreditarla.
- Muchas veces, originan conflictos o maltratan. No suelen tener una comunicación asertiva y emplean malos modos. Boicotean las iniciativas del resto.
- Tienen una baja tolerancia a la frustración. No soportan que los otros tengan razón o mejores ideas.
- Son capaces de ir en contra de lo que piensan, con tal de contradecir a la persona que ven como una amenaza.
- Tienen dificultades para aceptar opiniones ajenas. Por lo tanto, les resulta muy complicado el trabajo en grupo.
- Son personas muy rígidas, con dificultades para adaptarse al cambio y que se expresan y viven en términos de sus propias verdades absolutas.
Causas y consecuencias
Una de las primeras razones por las que nos molesta que otra persona sobresalga tiene que ver con una autoestima baja. A causa de ella, nos sentimos bajo amenaza.
La inseguridad nos persigue y tememos quedar a la sombra. Esto se expande a los ámbitos laborales, afectivos y familiares.
A larga, el síndrome de Procusto interfiere con las relaciones interpersonales. No podemos conectarnos de manera auténtica con los otros. Evitamos compartir lo que nos sucede y establecemos distancia.
También implica un enorme gasto de energía. De modo permanente estamos en alerta. Por supuesto, se afecta nuestra salud mental, ya que nos llenamos de amargura, rabia y pesimismo.
En los ambientes laborales, el síndrome de Procusto es muy perjudicial. En especial, si la persona ocupa puestos de liderazgo. Ocasiona una gran desmotivación en los empleados.
¿Cómo afrontar el síndrome de Procusto?
Algunas de las claves para superar el síndrome de Procusto son las siguientes:
- No te tomes lo que dice la otra persona como algo personal. Creer que toda va dirigido hacia nosotros es un sesgo. Es bueno hacerse preguntas tales como “¿es posible que esté sobredimensionado aquello que me dijo?”. De esta manera, el objetivo es poner en duda nuestros prejuicios.
- Establece acuerdos. Por ejemplo, si en un ámbito laboral hay dos personas que participaron en la elaboración de un proyecto, al momento de presentarlo es posible dividir la exposición en partes iguales. De esta manera, evitamos aquellas situaciones que desatan esa sensación de que alguien nos quiere opacar.
- Identifica tus fortalezas y aprende a apoyarte en otros para mejorar tus debilidades. Es importante reconocer que todas las personas tenemos algo para aportar en un trabajo, en un equipo o en una relación. Por eso, es necesario que explores qué es lo que tienes para brindar en los ámbitos en los que participas. Al mismo tiempo, puedes abrirte con otros para aprender cómo resuelven y qué hacen en aquellas situaciones que les resultan costosas.
Mientras más pendientes de los demás, menos dueños de nosotros
El síndrome de Procusto nos perjudica de enorme manera, ya que no solo mantenemos una actitud negativa y pesimista con los otros, sino que nos desviamos de nuestro camino. Nos olvidamos de nosotros mismos y de trabajar nuestras fortalezas y mejorar las debilidades.
De esta manera, nos quedamos limitados y bloqueamos nuestro crecimiento. Lo único que vemos es cómo hacer caer al otro, cómo dejarlo en evidencia.
Así, nos cerramos al intercambio, hacemos oídos sordos a todo lo que venga del otro lado. Nos quedamos en el autoengaño, como si fuéramos los únicos que tenemos la respuesta correcta. ¡Mucho cuidado con esto! Podemos cometer errores a causa de nuestra soberbia.
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