Alimentos transgénicos: funciones y posibles riesgos
Revisado y aprobado por la nutricionista Maria Patricia Pinero Corredor
Los alimentos transgénicos, también llamados ‘alimentos genéticamente modificados’ (GM), son aquellos creados mediante la combinación de genes de diferentes organismos a través de tecnología de ADN recombinante.
Suele aplicarse sobre todo en cultivos de frutas y vegetales, los cuales sufren modificaciones en cuanto a crecimiento, resistencia, tamaño, sabor y valores nutricionales. Ahora mismo se consideran una herramienta clave para hacer frente a los problemas de alimentación que se presentan a nivel mundial.
No obstante, no han estado ajenos a polémicas y preocupaciones. Mientras que algunos destacan sus beneficios potenciales, otros hacen hincapié en su seguridad para la salud humana y para el medio ambiente. ¿Qué debes saber al respecto? Te contamos más sobre sus funciones y posibles riesgos.
Alimentos transgénicos: qué son y cuáles son sus funciones
Los alimentos transgénicos tienen en su composición una alteración de ADN con la que se consiguen características determinadas y preconcebidas. A través de ingeniería genética, los científicos transfieren un gen de un organismo a otro para otorgarle cualidades que en condiciones normales no tiene.
De acuerdo con una revisión en Journal of Food Science and Technology, la primera vez que se supo que el ADN se podía transferir entre organismos fue en 1946. Posterior a esto, en 1983, se produjo la primera planta genéticamente modificada con el uso de una planta de tabaco resistente a los antibióticos.
En el año 1994, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) aprobó una variedad de tomate transgénico, cuya modificación ayudó a retrasar su maduración tras la recolección. Desde entonces, la ingeniería genética ha seguido trabajando en esta área y hoy por hoy se aplica en varias especies alimentarias.
Según cita la fuente mencionada, algunos de los alimentos transgénicos que están disponibles en el mercado abarcan las siguientes opciones:
- Soja.
- Papas.
- Canola.
- Algodón.
- Berenjena.
- Zanahorias.
- Tomates.
- Lechuga.
- Melón.
Ahora bien, como lo aclara una publicación de la Biblioteca Nacional de Medicina, el proceso con el que se crean los alimentos transgénicos difiere de la cría selectiva. Esta última implica la elección de plantas o animales con las características deseadas y su crianza; así, se busca una descendencia con los rasgos deseados.
En cambio, al aplicar ingeniería genética en los alimentos, es posible seleccionar un gen específico para implantar. Esto no solo impide que se generen rasgos indeseados, sino que facilita la creación de alimentos con nuevas características.
A la fecha, los alimentos transgénicos aprobados por la FDA para el consumo humano son los de origen vegetal. No hay animales genéticamente modificados aprobados para su uso como alimento.
Posibles beneficios de los alimentos transgénicos
Por mucho tiempo —e incluso hasta la actualidad— se difundieron ideas alarmistas sobre el consumo de alimentos transgénicos. Las principales controversias en torno a su cultivo y su consumo tienen que ver con su seguridad para la salud humana y el impacto ambiental que generan.
Y si bien es un tema que se sigue debatiendo, la realidad es que en 25 años de producción comercial no se ha podido comprobar que sean peligrosos para la salud. Por el contrario, los avances de la biotecnología en esta área han derivado algunos beneficios que hoy son reconocidos.
Una publicación en la revista Nature destaca que los beneficios de la ingeniería genética en la agricultura abarcan lo siguiente:
- Mayor seguridad alimentaria.
- Aumento en el rendimiento de los cultivos.
- Reducción de la necesidad del uso de pesticidas.
- Beneficios médicos para la creciente población mundial.
- Mayor resistencia de los cultivos a las plagas y las enfermedades.
- Reducción de los costos en la producción de alimentos y medicamentos.
- Mejoras en la composición nutricional y en la calidad de algunos alimentos.
Sumado a lo anterior, se han conseguido avances en el desarrollo de cultivos que maduran más rápido y que toleran el aluminio, el boro, la sal y condiciones ambientales como la sequía y las heladas. Es decir, la ingeniería genética está cobrando un papel relevante de cara a la solución de las condiciones que impiden el crecimiento de los cultivos.
Otros beneficios que vale la pena mencionar son los siguientes:
- Alimentos más atractivos para los consumidores. Esto se debe a que tienen menos probabilidades de ponerse marrones o magullarse.
- Sabor mejorado.
- Aumento de su vida útil y, por ende, disminución de los desperdicios.
Riesgos potenciales de los alimentos transgénicos
Hablar de los riesgos potenciales de los alimentos transgénicos suele resultar controversial. Lo cierto de todo es que las opiniones están bastante divididas y tanto defensores como detractores tienen su propio argumento. Veamos un poco de qué va esta discusión.
Las principales preocupaciones sobre los organismos genéticamente modificados tienen que ver en cómo afectan al consumidor y cómo impactan al medio ambiente. De hecho, a esto se suman las consecuencias a nivel económico y social.
A través de una publicación de Science In The News, de la Universidad de Harvard, se explica que las diferencias a nivel nutricional, las respuestas alérgicas, la posible toxicidad o la transferencia de genes son las razones por las que se cree que sí pueden causar un impacto negativo en la salud humana.
Según el documento, estas inquietudes se han debatido en más de 100 estudios de investigación en los que se han comparado los efectos de los alimentos convencionales con los genéticamente modificados.
Y aunque los resultados son mixtos y se han tenido en cuenta en la regulación de estos alimentos, entidades de salud como la Asociación Médica Estadounidense y la Organización Mundial de la Salud han concluido que los transgénicos son seguros para los consumidores.
Pero, ¿cuáles son esos posibles riesgos? ¿Por qué tanta controversia con su presencia en el mercado? A continuación, resolvemos estos interrogantes.
Reacciones alérgicas
Hay una pequeña probabilidad de que los alimentos transgénicos deriven en reacciones alérgicas si el cambio genético activa la producción de un alérgeno. Con relación a esto, una publicación en National Center for Biotechnology Information apunta lo siguiente:
«Uno de los riesgos más mencionados sobre los cultivos transgénicos es la posibilidad de que se generen cambios ‘antinaturales’ en las proteínas o en las rutas metabólicas de la planta, lo que da como resultado la producción inesperada de toxinas o alérgenos en los alimentos».
Para ejemplificarlo, puede ocurrir si los ingenieros combinan un gen de una nuez de Brasil con una de soja. De ser así, una persona con alergia a las nueces puede experimentar alergia al comer los productos elaborados con la soja genéticamente modificada.
No obstante, como lo explica un artículo de Science In The News, de la Universidad de Harvard, sucede como en toda alergia; si la persona alérgica está expuesta al alérgeno, tendrá la reacción alérgica.
Aun así, los organismos genéticamente modificados (OGM) son sometidos a una regulación estricta con la que buscan reducirse estos riesgos. De este modo, no solo se vigilan los cultivos, sino que se obliga a las compañías a especificar en las etiquetas si un producto tiene derivados OGM.
Con la supervisión adecuada, la tecnología utilizada para diseñar cultivos transgénicos no tiene por qué causar más respuestas alérgicas que la reproducción convencional. Por el contrario, se espera que esta ayude a superar algunos de los desafíos más difíciles para la seguridad alimentaria.
Riesgo de cáncer
Tal y como lo detalla una revisión compartida a través de Current Oncology, hay estudios en animales que sugieren que el consumo de alimentos transgénicos está causalmente relacionado con la carcinogénesis. Uno de los argumentos es que evitar los OGM en la dieta impide el desarrollo de cáncer.
No obstante, no existe suficiente evidencia científica que lo confirme. Por el contrario, esta misma publicación, al igual que entidades como Cancer Research UK, apuntan que no hay estudios que comprueben que los alimentos genéticamente modificados causen cáncer en humanos.
No hay buenas explicaciones de cómo estos alimentos pueden conllevar al cáncer. Si de evitar esta enfermedad se trata, las recomendaciones respecto a la dieta abarcan priorizar el consumo de alimentos nutritivos y frescos, y limitar la cantidad de ultraprocesados.
Riesgo de toxicidad
En 2009, una investigación en animales compartida a través de Critical Reviews in Food Science and Nutrition asoció el consumo de transgénicos con un mayor riesgo de efectos tóxicos a nivel hepático, pancreático, renal y reproductivo. Sin embargo, hasta la fecha no se han podido comprobar estos efectos en humanos.
Como contraparte, el avance de la ingeniería genética ha permitido reducir el riesgo de toxicidad de algunas sustancias, ya que ha disminuido la necesidad de que los agricultores empleen pesticidas y herbicidas agresivos.
Resistencia a los antibióticos
Este es quizá uno de los efectos más debatidos sobre los alimentos transgénicos. Algunos OGM tienen alteraciones que vuelven a las plantas resistentes a los antibióticos. De ahí que se plantee la hipótesis de que su consumo tanto en humanos como en animales genere resistencia.
Con relación a esto, un informe compartido a través de Academics Review apuntó que las probabilidades de que se den dichos efectos son muy bajos. Respecto a ello, se planteó lo siguiente:
«La opinión médica actual es que los marcadores antibióticos utilizados en los cultivos comercializados no presentan ningún riesgo de enfermedad infecciosa».
De todos modos, hay quienes opinan que esa mínima resistencia no se debe subestimar. En un artículo de opinión compartido en Microbial Ecology in Health and Disease, Tore Midtvedt argumenta:
«La historia de los antibióticos contiene muchos ejemplos de resistencia que, al principio, se informaron como ‘eventos raros’ y luego se convirtieron en pesadillas en todo el mundo. Por lo tanto, en este contexto, un ‘evento raro’ ciertamente no es tan raro como para ser despreciado».
¿Cuál es el impacto de los alimentos transgénicos en el medio ambiente?
El impacto de los alimentos transgénicos en el medio ambiente varía en función de las condiciones locales de la zona de cultivo. Como ocurre con sus efectos en la salud, hay pros y contras que se debaten y se estudian.
Posibles ventajas
El avance de la ingeniería genética sigue en curso y con ello sus contribuciones a la reducción de la huella ambiental de la agricultura. En un completo informe compartido por PG Economics, el economista agrario Graham Brookes destaca los beneficios económicos y ambientales de los cultivos genéticamente modificados.
Con la recopilación de datos entre 1996 y 2020, el documento destaca las siguientes ventajas a nivel ambiental:
- Disminución de la emisión de gases de efecto invernadero de la agricultura. Permite que los agricultures adopten prácticas de cultivo más sostenibles. Se estima que en 2020, los transgénicos evitaron la emisión de 23,6 mil millones de kilogramos de dióxido de carbono.
- Reducción de la necesidad de aplicación de productos fitosanitarios. Se estima que los agriculturores han minimizado hasta en un 17,3 % el impacto ambiental asociado con las prácticas de protección de cultivos. En otras palabras, ha disminuido la necesidad de emplear herbicidas y plaguicidas.
Sumado a lo anterior, hay que destacar que muchos de estos cultivos son más fáciles de transportar y almacenar. Dado que se han mejorado sus características, también tienen más vida útil y, por ende, se generan menos desperdicios.
La aplicación de ingeniería genética en los alimentos es prometedora en la lucha contra el cambio climático y los fenómenos meterológicos que están afectando los cultivos y la producción.
Desventajas
Un informe compartido a través de la Organización Mundial de la Salud (OMS) destaca las siguientes preocupaciones de los cultivos transgénicos en materia ambiental:
- Incremento del riesgo de mestizaje; es decir, que los genes de los alimentos genéticamente modificados se transmitan a otros cultivos.
- Pérdida de la biodiversidad debido a la reducción de otras variedades de plantas.
- Mayor uso de productos químicos en las prácticas agrícolas.
- Impacto negativo sobre la fauna.
Dudas frecuentes y respuestas sobre los alimentos transgénicos
Debido a la gran cantidad de información que se ha divulgado sobre los alimentos transgénicos, existen muchas dudas respecto a su presencia en el mercado, su cultivo, su impacto en la salud y demás cuestiones. A continuación, de forma breve resolvemos algunas de las más frecuentes.
1. ¿Cómo identificar los alimentos transgénicos?
En los países de la Unión Europea, la regulación obliga a los productores a informar a los consumidores si un alimento es transgénico. Esto puede detallarse en las etiquetas.
Además, en Estados Unidos, el Estándar Nacional de Divulgación de Alimentos de Bioingeniería obliga desde 2018 a etiquetar los productos transgénicos con sellos como «derivado de bioingeniería» o «bioingenería».
2. ¿Cuáles son los alimentos transgénicos más comunes?
Por citar algunos ejemplos de alimentos transgénicos, detallamos los más comunes en países como Estados Unidos:
- Remolacha azucarera.
- Calabaza de verano.
- Algodón.
- Manzana.
- Canola.
- Soya.
- Maíz.
- Papa.
- Alfalfa.
- Papaya.
Cabe mencionar que muchos de estos se emplean como ingredientes básicos de otros productos, como el jarabe de maíz, la maicena, los aceites vegetales, las salsas y los aderezos, los productos de panadería, el azúcar derivado de la remolacha, entre otros.
3. ¿Cuáles son los alimentos transgénicos que hay que evitar?
A pesar de ser un tema muy polémico, por ahora no hay evidencias de que los alimentos transgénicos presentes en el mercado causen daño. Por lo tanto, no hay ninguno que deba evitarse. Antes de comercializarse, estos se someten a pruebas estrictas en los que se evalúa su seguridad.
4. ¿Los alimentos genéticamente modificados son una solución para el hambre mundial?
Una de las afirmaciones que se han hecho sobre los alimentos genéticamente modificados es que pueden ayudar a resolver la problemática de hambre mundial; no obstante, esta idea está alejada de la realidad.
Si bien es cierto que estos cultivos tienen potencial para satisfacer a la gran demanda de consumidores, y que además contribuyen a cubrir algunas necesidades nutricionales, el camino para erradicar el hambre es mucho más complejo.
Una publicación en Education, National Geographic Society, explica que los alimentos GM no son la panacea contra el hambre mundial. La principal causa del hambre es la distribución desigual de los alimentos de alta calidad entre las comunidades más pobres.
A esto se suma el hecho de que los OGM están controlados por el sector privado. A través de patentes, las grandes empresas privadas disponen de la ingeniería genética a su favor, lo que limita su acceso en áreas verdaderamente pobres.
Los cultivos modificados genéticamente no se crearon porque fueran productivos, sino porque son patentables. Su valor económico no está orientado a ayudar a los agricultores de subsistencia a alimentarse, sino a alimentar más ganado para los ricos que ya están sobrealimentados.
5. ¿Cuál es la diferencia entre los alimentos orgánicos y los transgénicos?
La principal diferencia entre los alimentos orgánicos y los transgénicos tiene que ver con el método de cultivo. En los orgánicos se utilizan procedimientos catalogados como ‘ecológicos’, los cuales utilizan sustancias naturales. Es decir, se evita el uso de herbicidas, plaguicidas y fertilizantes químicos.
Son productos libres de antibióticos, hormonas, residuos de metales pesados, colorantes y sabores artificiales y OGM. Se cultivan con prácticas y métodos que conservan el suelo y sus nutrientes; además, hacen un uso racional de los recursos naturales.
Pero aunque suena bastante bien, acceder a estos es más difícil. Primero, porque se producen en menos cantidad, ya que son menos rentables y suelen presentar más dificultades asociadas a plagas y enfermedades. Por otro lado, porque suelen ser más costosos en comparación con los que se cultivan a nivel industrial.
En este punto, hay que señalar que la mayoría de los alimentos naturales no se engloban en la etiqueta de «orgánicos», justamente por su producción industrial, en la que se emplean tanto químicos como tecnología. Aun así, no utilizan semillas genéticamente modificadas.
Tal y como lo señala un artículo compartido por la Asociación Profesionales de Salud y Alimentos, no hay diferencias significativas nutricionales o de salud entre los alimentos orgánicos y los convencionales. Por ahora, no hay evidencias de que unos sean mejores que los otros, ni en valores nutricionales ni en sabor.
Entre tanto, los alimentos transgénicos —como hemos mencionado— abarcan el uso de organismos genéticamente modificados con los que se buscan mejores características nutricionales y organolépticas. No hay evidencias de que causen daño a la salud; además, sus cultivos atraviesan un estricto proceso de regulación por parte de organismos gubernamentales y son sometidos a pruebas de seguridad antes de salir al mercado.
¿Qué hay que recordar sobre los alimentos transgénicos?
La aplicación de ingeniería genética en los cultivos ha incrementado la resistencia de las plantas a condiciones ambientales que en el pasado dificultaban su desarrollo. Esto ha facilitado en cierta medida la labor agrícola. Eso, sin contar con que se han mejorado características físicas y nutricionales de los alimentos.
Aun así, es un tema que genera polémica y opiniones divididas. Mientras que algunos exaltan sus contribuciones a la agricultura y a la nutrición, otros temen que puedan causar un impacto negativo en la salud y el ambiente. Por ahora, la mayoría de los estudios concluyen que son seguros para el consumo humano.
Como sea, sus efectos a largo plazo tanto en la salud como a nivel ambiental se siguen investigando. Se espera que los avances de la biotecnología sigan posibilitando mejoras en este tipo de cultivos, tanto en el plano ambiental, como de salud y socioeconómico.
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