Dieta para el hígado graso: fácil y segura
Una dieta para el hígado graso es un plan de alimentación que ayuda a mejorar el funcionamiento hepático para evitar complicaciones en la salud. Su objetivo es ayudar a combatir la acumulación de grasa para minimizar los síntomas de esta enfermedad.
Si bien el tratamiento puede variar de acuerdo al nivel de gravedad, en general se deben considerar algunas pautas nutricionales para lograr una óptima recuperación. De hecho, se aconseja hacer cambios en la dieta para conseguir una mejoría.
¿Cuáles son los alimentos recomendados? ¿Qué se debe evitar? Resolver estos interrogantes es muy importante cuando se sufre esta afección. Por eso, a continuación queremos repasar las pautas que se deben tener en cuenta en una dieta para el hígado graso.
¿Qué es el hígado graso?
El hígado graso no alcohólico, conocido en términos médicos como esteatosis hepática, es un trastorno que se desarrolla por la acumulación de grasa en las células hepáticas y que no es debida al consumo de alcohol.
En este caso no aparece inflamación ni ningún otro tipo de daño. Sin embargo, en algunas personas puede acabar desarrollando esteatohepatitis no alcohólica.
Se trata de un estadio o enfermedad más agresiva, que se caracteriza por la aparición de inflamación y que puede derivar en una cicatrización avanzada (cirrosis) e insuficiencia hepática.
Las causas exactas de este problema no se conocen todavía y no se puede precisar con exactitud por qué algunas personas acumulan grasa en el hígado y otras no; o por qué unas empeoran hacia cirrosis y otras no.
Por el momento se sabe que están relacionadas con un componente genético y algunas de las siguientes condiciones de salud:
- Sobrepeso y obesidad.
- Azúcar elevado en sangre.
- Resistencia a la insulina.
- Niveles de triglicéridos y/o colesterol en sangre elevados.
- Síndrome metabólico (o uno o más rasgos de esta patología).
- Toma de determinados medicamentos.
- Adelgazamiento rápido o desnutrición.
Asimismo, la presencia de fructosa en la dieta y la composición de la microbiota intestinal son elementos que los investigadores tienen en cuenta. Pero los expertos todavía están estudiando estas posibilidades.
Por otro lado, existe una situación diferenciada que es el hígado graso por consumo excesivo de alcohol. Si bien no existen pruebas o analíticas que las diferencien, se tiene en cuenta como una condición médica diferente.
Muchos pacientes con hígado graso ignoran que tienen esta enfermedad porque no hay síntomas contundentes. Algunas personas pueden referir dolor o molestia en la parte superior derecha del abdomen y un cansancio leve.
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Tratamiento y papel de la dieta en el hígado graso
Una prueba sanguínea y una biopsia hepática pueden ayudar a confirmar el diagnóstico de hígado graso. Por el momento no existen medicamentos específicos para revertir la enfermedad.
La primera línea de tratamiento está dirigida a perder peso (si es necesario) mediante una dieta adecuada y ejercicio físico. Incluso en las situaciones más graves, esta medida puede ser muy útil.
Además, es preciso controlar las afecciones que la puedan acompañar como el colesterol y el azúcar elevados en sangre. Del mismo modo, es imprescindible evitar el alcohol y reducir la toma de medicamentos no necesarios.
Cuando el problema evoluciona hacia estadios más severos como la cirrosis, es posible que los médicos administren fármacos, cirugía u otros procedimientos.
¿Cómo es la dieta para el hígado graso?
Más allá de perder peso con una dieta balanceada, la alimentación en personas con hígado graso debe tener unas características determinadas.
Como indican los dietistas y nutricionistas del Gobierno de Queensland, la mejor dieta para el hígado graso se basas en estas pautas:
- Seguir un plan de alimentación saludable, del estilo de la dieta mediterránea o con unos fundamentos compartidas.
- Aumentar la ingesta de fibra con alimentos como frutas, verduras y granos integrales.
- Elaborar menús donde abunden los vegetales, acompañados de fuentes de proteína magras y una porción de carbohidratos.
- En la elección de estos últimos es preferible optar por los de índice glucémico bajo ya que afectan en menor medida la glucosa en sangre.
- Restringir la ingesta de alimentos con azúcar añadido, en especial aquellas bebidas y productos con una cantidad elevada de fructosa. Algunos datos sugieren que este tipo de azúcar está relacionado con un mayor riesgo de hígado graso no alcohólico.
- Limitar el consumo de grasas saturadas y sustituirlas por fuentes más saludables como las monoinsaturadas y las poliinsaturadas.
- Elegir agua como bebida principal para hidratarse.
Los especialistas recomiendan planificar y pensar los menús con antelación para evitar hacer elecciones improvisadas y reducir las posibilidades de introducir alimentos no recomendados.
Alimentos permitidos
Siguiendo las instrucciones y las pautas indicadas, los alimentos más recomendados en una dieta para el hígado graso y que se pueden elegir a diario son los siguientes:
- Pescados blancos y grasos: salmón, atún, sardina, arenque, bacalao, merluza, etc.
- Carnes magras: pollo, pavo y conejo.
- Yogur natural bajo en grasa.
- Legumbres: son una fuente proteica a tener en cuenta ya que no contienen grasas saturadas como la carne y en cambio destacan en fibra. Asimismo, su consumo habitual tiene un efecto positivo en el metabolismo de la glucosa y los lípidos.
- Aceite de oliva, frutos secos, semillas, aguacates.
- Cereales integrales: avena, arroz, trigo, centeno, etc. También sus derivados como pan o pasta integrales y pseudocereales como la quinoa o el trigo sarraceno. Algunos datos de estudios epidemiológicos sugieren que las opciones integrales ayudan a mejorar muchas de las condiciones asociadas al hígado graso como la obesidad, la diabetes o la inflamación.
- Frutas frescas.
- Verduras de todo tipo (en todas las comidas y si es posible en los snacks, también). Las verduras de hoja verde, como las espinacas, contienen cantidades interesantes de antioxidantes y otros nutrientes que las convierten en candidatas ideales para una dieta protectora hepática.
Alimentos prohibidos
Con el fin de evitar las cantidades excesivas de grasa (sobre todo de la saturada), de azúcar y de reducir el total energético de la dieta; es recomendable reducir o evitar la presencia de los siguientes productos:
- Azúcar de mesa y otros edulcorantes como siropes, miel, mermeladas.
- Galletas, bizcochos, magdalenas, cereales de desayuno azucarados, etc.
- Patatas fritas, snacks salados y fritos
- Lácteos enteros, quesos curados, mantequilla, nata.
- Comida rápida y platos preparados.
- Carnes rojas y embutidos.
- Refrescos, gaseosas, bebidas deportivas y zumos de frutas.
- Cerveza y bebidas alcohólicas.
Ejemplo de una dieta para el hígado graso
Los menús en una dieta para el hígado graso deben ser livianos, con alimentos de fácil digestión. El siguiente ejemplo es una simple guía para saber cómo deben realizarse las cinco comidas del día. Cada una se puede variar al gusto, siguiendo los consejos anteriores.
Desayuno:
- Tazón de fresas (150 gramos).
- Copos de avena con un vaso de leche descremada, bebida vegetal o yogur natural.
- Café o té.
Media mañana:
- Infusión o café.
- Pan integral con aceite de oliva, tomate y pimiento asado.
- Puñadito de frutos secos (20 o 30 gramos).
Almuerzo:
- Ensalada verde (espinacas, zanahoria, aguacate, apio) con aceite de oliva y vinagre.
- Pescado al horno con patata y limón.
- Manzana.
Merienda:
- Un yogur natural.
Cena:
- Crema de calabaza y lentejas rojas.
- Tortilla de calabacín.
- Naranja con canela.
Ten en cuenta la dieta si padeces hígado graso
La alimentación en un factor clave en la prevención y la mejora de esta enfermedad. Además puede ayudar a mejorar las molestias digestivas (si existen) y disminuir el riesgo de complicaciones hepáticas.
Recuerda que ante cualquier señal o síntoma es imprescindible comentarlo con el médico y seguir sus indicaciones. Para adecuar la dieta a cada situación en particular, también es preferible asesorarse con un profesional de la nutrición.
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